Más de uno habrá pensado que este post trataría de la "Guerra de los seis días" pero no, esa no fue la guerra más corta de la Historia. La más corta, con diferencia, fue la llevada a cabo en la isla de Zanzíbar (África). Sucedió el 27 de Agosto de 1897 y tan solo duró ¡38 minutos!.
Suficiente, a la vista está, para causar un importante desastre material y 501 bajas.
El sultán en funciones Khalid ibn Barghash, instigador del conflicto, huyó a Alemania con un buen "equipaje" como es habitual en este tipo de situaciones. Diecinueve años después, en 1916, Barghash fue localizado y exilado a Mombasa (Kenia) donde murió en 1927.
Como se ha dicho antes, el conflicto sucedió en Zanzíbar isla principal de las Molucas y que, desde su unión con Tanganica, conocemos como Tanzania. También se la llamó Isla de las Especias, por su riqueza en nuez moscada, canela y pimienta.
Lo cierto es que este territorio nunca fue nación o país independiente. Conquistada por inmigrantes persas, fue dominada por un corto espacio de tiempo por los portugueses dedicados principalmente al tráfico de esclavos.
En 1698 pasó a formar parte del los territorios del sultán de Omán y dos siglos más tarde los británicos dominaron el territorio, nombrando visires para su control y gobernación desde 1890 a 1913. Los hechos sucedieron en 1897.
Tras la muerte del sultán pro-británico Hamad ibn Thuwaini, su primo Khalid ibn Barghash, contrario a la presencia de los británicos en la isla, llevó a cabo un golpe de estado y se hizo con el poder. Ante esta situación los británicos instaron a Bargash para que abandonara sus pretensiones, pero éste hizo caso omiso.
Los británicos mandaron entonces una escuadra compuesta por cinco navíos a la zona, para demostrarle al golpista la nula capacidad que tenía para hacerse con el poder por la fuerza, pero con la orden de no atacar. En previsión de un ataque más o menos inmediato, Barghash dispuso que el yate de su antecesor fuese dotado de cañones y ametralladoras hasta convertirlo en un buque dispuesto para la batalla, pero los días pasaban sin mayores contratiempos en una paz tensa para los isleños.
Sin orden alguna, aburridos y sin temer al enemigo que tenían enfrente, a las 9:00 de la mañana del citado 27 de Agosto de 1897 la escuadra británica decidió anclar en el puerto para asistir a un partido de criquet. Barghash creyendo en la inminencia del ataque se atrincheró en el Palacio Real con 2.800 hombres y se dispuso a contraatacar.
Su primera orden fue que el yate disparara sus cañones a la escuadra británica que, excelentemente dotada, lo hundió rápidamente quedando sus mástiles a la vista por el escaso calado del puerto. La artillería apuntó entonces al Palacio Real, perfectamente visible desde el puerto, mientras 500 Marines desembarcaban a toda prisa y se unían a otros 400 combatientes locales afines a los ingleses. Los obuses cayeron implacables sobre el palacio sembrando la destrucción y la muerte. Prácticamente los marines no tuvieron tiempo de atacar, puesto que con el palacio en llamas los defensores se rindieron rápidamente.
Viendo el cariz que tomaban los acontecimientos y sin armamento adecuado para hacer frente al enemigo, el sultán Barghash huyó hacia el consulado alemán, al tiempo que sus soldados ondeaban la bandera blanca. Hacía 38 minutos que se había producido el primer disparo cuando la rendición de los hombres de Barghash puso fin al conflicto.
A pesar de la corta duración de la batalla, la alta concentración de tropas en un espacio tan reducido como era el Palacio del Sultán, las bajas fueron de 500 soldados para los de Zanzíbar y un marine para los ingleses.
Cara lección la sufrida por los isleños, que nos demuestra una vez más que lo de David contra Goliat es pura leyenda. La guerra más corta de la Historia había terminado.
RAFAEL FABREGAT
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