La Conferencia de Berlín de 1885, celebrada con el único objeto de repartirse África entre las diferentes potencias europeas, cedió las tierras del Congo a Leopoldo II con la única condición de mejorar en lo posible la vida de los nativos. Leopoldo II tomó posesión del Congo ignorando las condiciones, explotando y esclavizando a la población sin otro objetivo que el de amasar una inmensa fortuna. El objetivo era extraer cantidades ingentes de caucho, diamantes y otras piedras preciosas sin mirar el coste de vidas humanas que ello supusiera. Su despotismo fue de tales dimensiones que, sin contar las amputaciones de manos con las que se castigaba la desobediencia, acabó con la vida de más de 10 millones de personas. Reinó durante 44 años, el periodo más largo alcanzado hasta entonces.
Mientras los congoleños morían a millares en la selva y en las minas de su propiedad, Leopoldo II pronunciaba discursos en contra de la esclavitud, siendo reconocido en la escena internacional como admirable benefactor por su preocupación en temas humanitarios. Un verdugo hipócrita, excelentemente dotado para la interpretación más convincente. Lo único positivo de tan sanguinario personaje es que, con la inmensa fortuna amasada, financió un amplio programa de obras públicas que convirtieron a Bélgica, entonces un país de escasas oportunidades, en uno de los más ricos y prósperos de Europa. La sangre y las uñas que los africanos se dejaron en sus explotaciones levantaron Bélgica. Quizás por eso los belgas no se han metido demasiado en la historia de tan nefasto personaje y "olvidan" la procedencia del bienestar que actualmente disfrutan.
Previamente a su muerte y por presiones internacionales Leopoldo II había donado el Congo al parlamento con lo que, a partir de entonces, se le denominó Congo Belga. La donación real hizo que todos los bienes personales del monarca pasaran a manos del Parlamento Belga, a cambio de una contraprestación de 50 millones de francos. Leopoldo II se desentendió de sus obligaciones en la región congoleña y reinvirtió su dinero en la Riviera francesa. Murió en 1909 sucediendole, a falta de hijos varones, su sobrino Alberto I de Bélgica. El Congo Belga alcanzó la independencia en 1960 tras la llamada Crisis del Congo. Desde ese momento fue instaurada la República del Congo pero con ella no llegó la paz, sino una dictadura tras otra. No sería hasta 2006 cuando llegaron las primeras elecciones verdaderamente democráticas y multipartidistas.
Políticamente Bélgica es hoy una monarquía federal constitucional y un enclave de los más ricos e industrializados del mundo. Con 368,5 habitantes por Km2. es también uno de países más densamente poblados de Europa. Sus principales ciudades son Bruselas, Amberes, Gante, Lieja y Brujas. Su gastronomía está muy influenciada por la cocina francesa y es por tanto una de las mejores de Europa. Su especialidad son las carnes, los chocolates y la cerveza. Se autodefinen como "gourmands", es decir: gourmets pero en cantidad de comida bastante generosa. Son amantes de la buena cocina pero no de la finura y escasez de comida que acompaña a los modernos y reconocidos restaurantes de hoy. Un dicho popular que dice que Bégica sirve la comida francesa, pero en cantidades alemanas...
RAFAEL FABREGAT
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