Semejante belleza y extraordinaria biodiversidad es difícil de calificar sin poner a Dios por medio.
Sin embargo, aún siendo creyente, no tengo yo costumbre de darle a Dios tal responsabilidad y prefiero decir que todas las maravillas que tenemos en estado puro en este bellísimo planeta que hemos tenido la suerte de habitar, son obra de la naturaleza. Lástima que no sepamos cuidar de tan divino tesoro.
A pesar de nuestra prepotencia, los seres humanos nada podemos hacer por contribuir a la creación de tanta belleza pero sí a su mantenimiento, a su cuidado y muy especialmente a su protección. Aunque parezca una paradoja, nuestro mayor aporte sería no hacer aporte. En su evolución, el ser humano modifica la naturaleza y desgraciadamente la destruye. Es nuestro sino. Nuestra manera de evolucionar es crear nuevos materiales a partir de aquellos de la naturaleza nos ha dado. Dicha transformación siempre requiere el aporte de elementos en estado puro que, en esa transición, quedan destruidos. Tratándose de una palabra desagradable, no solemos decir que destruimos sino que modificamos pero, ¿que diría la naturaleza si pudiera hablar?.
Contínuamente se nos machaca con "el calentamiento global" y el gran peligro que esto tiene para toda la naturaleza en general y a las especies que acoge. También lógicamente al ser humano, que es el único culpable de semejante desastre. La Gran Barrera de Coral australiana es un vivo ejemplo de biodiversidad amenazada, como lo es la Amazonia y todo el planeta en general. Los consumidores somos los culpables indirectos del problema que acabará con la vida del planeta pero lamentablemente la gente normal, pobres desgraciados, poco o nada podemos hacer por parar semejante desastre. Si podemos comprar las comodidades que se nos ofrecen, ¿quien renunciará a ellas?.
A no ser que estemos haciendo algún tipo de deporte, ¿quien va andando por la ciudad o por el campo?. Hace unos años, al menos en los pequeños pueblos donde todo está relativamente cerca del domicilio de cada cual, éramos muchos los que íbamos a pie pero, en la actualidad, cogemos el coche incluso para distancias de apenas 500 metros o menos. El resultado, al que se unen todo tipo de electrodomésticos algunas veces innecesarios, es la quema de combustibles fósiles (petróleo y gas natural) en cantidades inimaginables que, como todos sabemos están contaminando la atmósfera y calentando el planeta. Sin embargo está claro que la solución no la traerá el consumidor. Somos incapaces de renunciar a la comodidad.
Una vez más la solución, si es que se llega a tiempo, la traerá (cómo no) la propia naturaleza. El agotamiento de esos combustibles fósiles traerá nuevamente el aire puro que tanta falta nos hace a todos. A las plantas y a todos los animales del planeta, pero también al planeta mismo. Hoy esto es impensable pero la solución puede que no esté tan lejos. Los combustibles fósiles acabarán por terminarse o ellos terminarán con nosotros pero, siendo imposible renunciar a los beneficios y a la comodidad que la evolución humana ha sido capaz de conseguir, nuevas fuentes de energía habrán de sustituir a la extremadamente contaminante que tenemos ahora.
Como se ha dicho antes, a la hora de buscar culpables, no creo que el desgraciado que ha estado matándose a trabajar para conseguir comprarse un vehículo, o un electrodoméstico que alivie el trabajo doméstico de un ama de casa que en muchos casos ha tenido que ganarse el sustento fuera de ella, es el culpable del cambio climático, de la capa de ozono, o de la muerte del planeta. En todo caso serán los gobiernos que, teniendo otras opciones, ven mucho más económica la de usar el petróleo para todos esos menesteres. A falta de riqueza petrolífera, España y otros países están prestando mucha atención a las energías renovables y muy especialmente a solar y a la eólica, hasta el punto de representar en 42% de la electricidad consumida.
No será mucho, puesto que los millones de vehículos que circulan por las carreteras españolas ya son suficientes para contaminar la atmósfera, pero es un comienzo. Supongo que si queremos que las generaciones futuras sigan viendo la Gran Barrera de Coral y disfrutando de nuestro planeta, alguien tendrá que tomar cartas en el asunto. Por mí ya pueden empezar hoy, porque mañana ya será tarde. Lo que no podemos en modo alguno es renunciar de forma individual a las comodidades que la energía nos ofrece. Son los gobiernos los que han de prestar más atención a las energías no contaminantes, aunque ello suponga un ligero encarecimiento de los costes. Vivir mejor no es consumir más, o al menos es la opinión de algunos...
RAFAEL FABREGAT
Jehová les pedirá cuentas a los que han estado arruinando la tierra , no los dejará sin castigo, eso dice su palabra en Apocalipsis 11:18.
ResponderEliminarHola Kitty. Si Dios existe deberá tener misericordia con TODOS, puesto que todos somos pecadores. Es fácil criticar a nuestros gobiernos pero difícil prescindir de las comodidades a las que tengamos acceso. Cuando le damos al interruptor queremos que se encienda la luz y lo mismo el ordenador, la lavadora o el frigorífico. ¿Para qué nos quiere Dios en el Infierno?. Piénsalo. Un abrazo.
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