Hace más de 8.000 años, cuando todavía no se habían construido las pirámides de Egipto, el pueblo nómada de los Yámanas se había asentado en el canal de Beagle, en el mismo Cabo de Hornos argentino. Eran cazadores-recolectores y se alimentaban de bayas, hongos, mariscos, huevos de pájaros y de la caza de lobos marinos, cuyas pieles y grasa les servían para protegerse del frío. También dominaron el fuego y lo mantenían en sus precarias chozas y embarcaciones. A partir de la llegada de los europeos en el siglo XVI, la caza indiscriminada de lobos marinos y las enfermedades europeas diezmaron a los indígenas, pero algunos sobrevivieron y a finales del siglo XIX algunas familias seguían con sus costumbres ancestrales.
Desde su independencia de la Corona Española, los argentinos extendieron rápidamente sus fronteras hacia el sur del continente y colocaron un faro en la Isla de los Estados que se dio en llamar el "Faro del fin del Mundo". Años más tarde y para consolidar la soberanía de aquellas tierras, el gobierno argentino instaló un colonia penal en lo que actualmente es Ushuaia, la capital de la provincia de Tierra del Fuego. Apenas inaugurado el edificio carcelario se decide construir un pequeño tren para transportar leña desde el bosque a la instalación penal, en un recorrido de escasamente 17 Km.
Claro que en la actualidad todo es comodidad y agasajos al pasajero, a cargo de amables empleados y guapas azafatas, cuyo trabajo es hacer agradable su viaje por los bellos paisajes del lugar. Sin embargo parece ser que el actual recorrido se hace excesivamente corto para los turistas y están estudiando ampliarlo. No será difícil puesto que de aquella ruta inicial del "tren de los presos" quedan más de 10 Km. sin explotar. Es el tramo que se interna en los bosques y por lo tanto el más complicado de preparar, pero también el más bello y salvaje. Tendremos que esperar...
RAFAEL FABREGAT
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