En el ámbito internacional son muchos los que llaman Holanda a lo que en realidad deberíamos llamar "Reino de los Países Bajos", ya que Holanda tan solo es una pequeña parte de los mismos. Concretamente Holanda solo son dos de las doce provincias que componen este maravilloso país. Es motivo de tal preponderancia es porque estas provincias tuvieron tanta importancia marítima y económica desde el siglo XVII, que en todo el mundo se conoce a los Países Bajos con el nombre de Holanda.
Sin embargo en esta entrada no es de Holanda de lo que se pretende hablar, aunque también. El asunto es que, como es del conocimiento general, buena parte de este país se encuentra por debajo del nivel del mar. Importantes exclusas y el bombeo continuo hace que el agua de sus ríos puedan desembocar en el Mar del Norte, al tiempo que se impide la entrada de las aguas marítimas en su territorio. Sin estos adelantos técnicos se estima que un 30% del territorio de Holanda podría quedar sumergido bajo las aguas.
Al ser un país tan llano y desembocadura del Rin, del Mosa y del Waal, casi doscientos canales recorren su territorio, canales que en la mayor parte de los casos van paralelos a sus caminos y carreteras. Tanto es así que en Holanda uno de los accidentes de tráfico más comunes es la caída de vehículos a sus canales, con el consiguiente peligro para sus ocupantes. A tal efecto el Gobierno holandés ha hecho obligatorio el llevar "martillos corta-cinturones" en todos los vehículos, debido a los numerosos accidentes de este tipo y las muertes que ocurren por no poder salir rápidamente del coche tras el accidente. Sin choque alguno en la salida de vía, conductor y ocupantes disponen de unos segundos preciosos para llevar a cabo la salida del interior del vehículo. De romper el cristal y cortar el cinturón con rapidez depende la vida de sus ocupantes.
En todo el mundo la típica salida de vía, por distracción, es uno de los accidentes más frecuentes. Cuando el terreno es llano, si el conductor lleva abrochado el cinturón de seguridad, las consecuencias suelen ser menores. Sin embargo los Países Bajos tienen el problema de que en muchas ocasiones vehículo y conductor acaban dentro del agua. No hay profundidad, pero hay que salir con rapidez. De ello depende la vida de los pasajeros y, ante la dificultad de abrir las puertas, la rotura de los cristales del vehículo se hace imprescindibla para salvar la vida de conductor y ocupantes.
¡Un gasto más! -dirán algunos. Pero sin duda el gobierno holandés ha hecho bien en tomar tal decisión. Con casi un centenar de ahogados al año, bien merecía la pena poner medidas a esta problemática. El despiste de una llamada telefónica o la visión maravillosa de un campo de tulipanes, nos puede meter dentro de un canal y morir ahogados con poco más de dos metros de agua. Bueno es tener a mano una herramienta que nos permita salir a la mayor rapidez posible...
RAFAEL FABREGAT
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