Ignoramos si el día era claro, o si había o hubo tormenta en las proximidades ya que también pudo tratarse de pequeños meteoritos que cayeran diseminados en la viña. En aquellos tiempos, estas cosas no se sabían y el episodio pronto quedó en el olvido. La caída de piedras es algo muy excepcional, tanto que apenas se recoge ningún episodio al respecto. Más habitual sin embargo es la lluvia de peces o pequeños animales como ranas, pájaros, etc. Nuevamente la Biblia habla también de la lluvia de ranas en una de las diez plagas de Egipto. En el siglo IV a.C. el griego Ateneo cuenta una lluvia de peces en la región de Queronea (Peloponeso) que duró tres días. En el siglo I d.C. Plinio el Viejo describe la lluvia de sangre, lana y pedazos de carne de oveja.
En la Edad Media la repetición del fenómeno de la lluvia de peces en algunas regiones, llevó a sus habitantes a creer que los peces nacían en el cielo y ya adultos bajaban al mar. Están registrados decenas de fenómenos de este tipo a lo largo de los años y siguen registrándose hasta el punto de impedirnos el pormenorizarlos. Valga a título de ejemplo y como más reciente la caída de peces en Grecia (2002), la de arañas en Argentina (2007), la de ranas en Alicante (2007) la de sangre y restos animales en Colombia (2008) o la de peces y ranas en Valencia también en 2008. Reiterar que el fenómeno puede resultarnos extraño pero que, por lo que vemos, no lo es tanto y tiene explicación válida.
Que caigan pocos o muchos y muertos o vivos dependerá también de esos mismos vientos, del lugar por donde pasen y de su fuerza ya que unas veces ralentizan su caída, mientras otras los lanzan sobre el suelo a gran velocidad. Curioso resulta, eso sí, que habitualmente los animales transportados por la tormenta son de una sola especie, lo que determina el lugar específico en el que se han dado las circunstancias oportunas para su recogida por parte de los vientos. Esto explica que la manga o remolino pueda recoger peces si estaba sobre el mar, batracios en riberas costeras o haya atravesado una bandada de pájaros. Lo que está demostrado es que, aunque infrecuente, se trata en todos los casos de algo normal.
Por extraño que nos parezca, este fenómeno natural y de tan fácil explicación, no fue demostrado hasta mediados del siglo XX. El investigador Charles Ford (1874-1932) dedicado al estudio y recopilación de sucesos extraños, editó "El libro de los condenados", resultado de la recopilación de 25.000 fenómenos extraños e inexplicables hasta entonces, que había ido coleccionando en cajas de zapatos a lo largo de su vida. La lluvia de animales constituía una buena parte de dicha documentación. El éxito atrajo el interés de sus coetáneos y fue creada la Sociedad Charles Fort que publicó durante algún tiempo una revista recopilando la base de aquellos archivos. Investigado y aclarado el fenómeno ese tipo de publicaciones ya no tenían razón de ser. Sociedad y revista cesaron en su actividad en 1959.
RAFAEL FABREGAT
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