Fue una sorpresa para Karel Friml, abogado jubilado de 79 años, cuando el año 2012 las autoridades locales de Trebon le pidieron permiso para colocar en la pared de su casa una placa de homenaje a esta enfermera checa. La decisión municipal se recibió de forma desigual entre los vecinos, pero la mayoría aprobó que la joven vengara con las armas a su alcance la afrenta de su violación por parte de las tropas opresoras. El propietario de la casa desconocía la historia de aquella joven enfermera y que su casa fuese el escenario de los hechos, puesto que cuando ocurrieron apenas contaba 3 años de edad pero, informado de lo sucedido, dijo estar orgulloso de que tal homenaje fuera colocado en su fachada.
La historia de la enfermera, de la que se desconoce su nombre, no tiene documentación alguna pero ha sido contada de padres a hijos y se ha mantenido viva en el tiempo, aunque con diferente opinión sobre la realidad de los hechos. Como ya sucedió entonces, mientras unos la ven como una auténtica patriota otros la tachan de vulgar prostituta. Según fuentes fidedignas, se trataba simplemente de una joven enfermera destinada al cuidado hospitalario de los soldados heridos alemanes que fue violada por algunos oficiales y que finalmente fue contagiada de enfermedades venéreas. Su patriotismo y deseo de venganza por las enfermedades sexuales que le fueron transmitidas sin buscarlo, hicieron el resto.
No conociendo sus intenciones, la reputación de la joven se deterioró completamente entre sus vecinos, hasta el punto de considerarla una auténtica prostituta al servicio de los nazis invasores. Sin embargo cuando sus decenas de amantes empezaron a morirse, la opinión de los vecinos empezó a cambiar. Estaba claro que por una extraña coincidencia todos sus amantes morían o desaparecían y aquello satisfacía a los patriotas pero, como era de esperar, también despertó la investigación por parte de las autoridades alemanas. Acorralada, la "mantis religiosa" no tuvo ocasión de defenderse. Enviado un agente de incógnito al hospital en que la enfermera trabajaba, se descubrieron los motivos de las muertes y sin juicio alguno acabaron con su vida de varios disparos.
La vida y obra de la citada joven está reconocida históricamente en los archivos del Museo de Trebón, corroborados por los residentes de aquella época. Sin duda alguna no había prostitución en sus actuaciones, sino un exacerbado deseo de venganza por la violación de su país y por la sufrida en sus propias carnes. El miedo y la ignorancia hizo ver a los ojos de sus vecinos un colaboracionismo que no era otra cosa que un deseo de venganza personal. La joven enfermera mantuvo relaciones sexuales con todos aquellos con los que tuvo ocasión y es fácil suponer que fueron muchos, puesto que era ella misma quien se las proponía. Murió por ello sí, pero se llevó por delante a muchos de ellos...
RAFAEL FABREGAT
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