Pronto localizaron también trozos de bloques de piedra caliza tallada y todos los proyectos que el arqueólogo tenía previstos para otras zonas de la región se esfumaron. Estaba convencido de que Göbekli Tepe tenía mucho por mostrar. Desde entonces los trabajos no han parado. El lugar, que en principio se pensó que podía tratarse de un cementerio bizantino, resultó ser un templo prehistórico. Con toda seguridad el lugar de culto religioso más antiguo de los encontrados hasta ahora. En principio parecía totalmente imposible la existencia de un templo tan antiguo de tales dimensiones.
La solidez de los restos y su entorno sugiere miles de años de antigüedad. Tantos como entre 8 y 10 mil años, en pleno Mesolítico. No sabemos por qué razón el complejo religioso fue enterrado hacia el 8000 a.C. y la colina dedicada a tierra de labor, lo que hizo que muchas piedras se retiraran para despejar los campos y se destruyeran gran parte de las evidencias arqueológicas.
Tras veinte años de trabajos han salido a la luz cuatro construcciones circulares de 10 a 30 metros de diámetro, que contienen grandes pilares monolíticos unidos entre sí por toscos muros de piedra seca. Pruebas geofísicas detectan en las proximidades otras dieciséis estructuras más de igual fisionomía y diferentes medidas. De todas formas en el punto explorado ya se ha llegado al nivel más profundo (III nivel) y ha sido datada su construcción hacia el año 9000 a.C., o sea, en el Neolítico Precerámico. El II nivel (7500-6000 a.C.) mostró diferentes habitaciones rectangulares adyacentes con pavimento de cal pulimentada. La capa superficial o I nivel es, como se ha dicho, el correspondiente a la actividad agrícola humana.
Los monolitos enterrados están decorados con figuras de animales y pictogramas abstractos que parecen ser símbolos sagrados. Los animales allí esculpidos indican que en aquellos tiempos el entorno del templo era mucho más húmedo que en la actualidad y daba cabida a una vida salvaje mucho más abundante. Leones, ciervos, toros y decenas de animales de tamaño menor, así como reptiles, buitres y aves acuáticas. Hoy es una región seca y polvorienta donde ninguno de estos animales podría subsistir. Se piensa también en la posibilidad de que el citado templo de Göbekli Tepe pudiera ser lugar de enterramiento a cielo abierto. En las culturas tempranas a los cadáveres se les separaba la cabeza para preservarla y el resto del cuerpo se exponía al aire libre para que los buitres y otros animales carroñeros los descarnaran. Uno de los dibujos encontrados en los monolitos es justamente el de un cadáver decapitado y rodeado de buitres. Las canteras de estos monolitos han sido descubiertas a escasa distancia, en el mismo montículo, con alguno de ellos inacabado. Aunque alguna de las habitaciones adjuntas es de tipo doméstico, está certificado que el uso primigenio del lugar fue de culto. Esta especie de catedral de la colina de Göbekli Tepe atraía sin duda peregrinos de distancias muy lejanas.
El gran número de huesos de ciervos y gacelas con cortes indican la caza y preparación de estos animales para su consumo al final del camino hacia tan sagrado lugar. No se han encontrado tumbas ni restos humanos, aunque Schmidt cree posible hallarlos dentro de los recintos circulares, no excavados. Deliberadamente este lugar sagrado fue enterrado hacia el año 8000 a.C. con los restos de algún asentamiento próximo. Estas capas de cubrimiento contienen herramientas y restos de sílex, así como huesos de animales. La gente que acudía a dicho lugar eran cazadores-recolectores pues no se han encontrado restos de plantas o animales domesticados. Sin duda fue momento de transición.
Se ha demostrado que el primer trigo salvaje fue encontrado y consumido en el monte Karaca a tan solo 30 Km. de Göbekli Tepe. Las columnas fijadas en los círculos citados pesan entre 10 y 20 toneladas, aunque hay alguna que supera las 50 toneladas, por lo que es de suponer que no menos de 500 personas fueron necesarias para llevar a cabo el trabajo de extracción y colocación. El arquólogo Schmidt considera que faltan no menos de 50 años para poder darse todas las respuestas que encierra este yacimiento, del que solo se ha excavado un 5%. Otro dato curioso es que aunque las estructuras encontradas están fechadas en el 9000 a.C. se considera que el lugar ya estaba ocupado en el año 11000 a.C. o quizás mucho antes.
RAFAEL FABREGAT
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