Está claro que orinar en el mar no tiene el más mínimo problema puesto que la sal la neutraliza y tarda segundos en disolverse, pero hacerlo en la piscina... es otra cosa, bastante más dañina y desaconsejable. Ya no por un problema de higiene, que también. En una piscina se debe procurar entrar con el "trabajo" hecho pero, si por negligencia o despiste, nos entran ganas de orinar estando en el agua lo aconsejable es salirse y hacer lo que haya que hacer. En primer lugar porque el civismo impide que tus orines tengan que ir a parar a la boca de los demás, pero en segundo lugar y mucho más importante porque esa práctica conlleva un serio peligro que muchos desconocen.
Actualmente está de moda la fiesta y el espectáculo dentro de las piscinas. ¿Se imaginan la cantidad de gente que se mea allí mismo por no tener la molestia de ir al servicio?. Sin contar que buena parte de esas micciones llevan sustancias de todo tipo y entre ellas gran cantidad de toxinas procedentes de diferentes drogas. En esas piscinas no se toma el baño pero la profundidad de las mismas, aún siendo escasa, es suficiente para que los genitales estén en contacto permanente con esas sustancias, no solo presentes sino con toda seguridad abundantes.
Eso, naturalmente, es el culmen del despropósito y del incivismo de borrachera, pero de la misma manera debemos evitar en lo posible que nadie se mee en cualquier piscina pública o privada. A tal efecto se debe enseñar a los niños a no hacerlo porque está en juego su salud y la de quienes les rodean. Estudios científicos han determinado este peligro que debemos evitar. La entrada en contacto de la orina con el cloro provoca la creación de terceras sustancias especialmente dañinas para la salud. El ácido úrico, al unirse con el cloro, se convierte en cloruro cianógeno y en cloramina. Ambos irritan la piel, los ojos y perjudican el sistema respiratorio.
Lógicamente el problema se agrava cuanto mayores sean las concentraciones de estas sustancias. La temperatura del agua también juega un papel importante, pero el calor veraniego y la climatización invernal juegan a la contra. A mayor temperatura, mayor peligro. Está claro que la presencia de cloro en las piscinas es la correcta y adecuada para permitir que el agua se mantenga cristalina y con el PH correcto. Quiere decirse que la presencia de cloro es elevada y controlar que nadie se mee en una piscina pública es de todo punto imposible. Saturada de cloro y sin ninguna garantía de higiene por parte de los usuarios, que en buena parte pasan de todo, lleva un riesgo difícil de evitar.
Se supone que las personas que orinen en una piscina privada serán mínimas pero, si puede ser, mejor que no sea ninguna. El peligro está ahí y los usuarios deberían conocer el peligro al que se exponen. El cloro es al fin y al cabo la misma lejía que se usa en el ámbito doméstico y todos conocemos su reacción cuando contacta con diferentes elementos de tipo orgánico. Es muy importante el correcto funcionamiento de la depuradora y su frecuencia de uso, no inferior a las dos horas diarias en varios ciclos. De la misma importancia es ir renovando el agua mediante programas de lavado y enjuague de la depuradora que se eliminan al desagüe.
En fin. Este post no busca sembrar alarma alguna entre propietarios o usuarios de piscinas, sino concienciar de que el civismo y el correcto mantenimiento de la higiene del agua es fundamental para que el divertimento no se convierta en un problema de salud. La piscina es para el disfrute del baño y para nada más. Para hacer nuestras "cositas" hay que salir y hacerlas en el WC, que es lugar preparado para tal fin. ¿Sermones para niños?. No pueden imaginarse la cantidad de mayores que hacen sus necesidades dentro del agua... Tantas que, por increíble que parezca, superan a los niños con creces.
RAFAEL FABREGAT
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