22 de agosto de 2014

1482- PELIGRO EN EL SUPERMERCADO.

Somos inconscientes y los dueños de los supermercados lo saben. Aprovechando nuestra debilidad actúan moviendo mecanismos para hacernos gastar el dinero de forma inconsciente y por lo tanto en cosas innecesarias. Ignorantes de sus maquiavélicas maniobras la gente acudimos en masa, convirtiendo la obligada compra en un divertimento que acaba pagando nuestro bolsillo. Se compra lo necesario, sí, pero acompañado de otros muchos productos que no necesitamos. Ni siquiera sobrándonos el dinero estaría bien eso de comprar más de lo que se necesita pero, ¿como podemos catalogar este tipo de conducta cuando el dinero escasea?. ¿De locos?. Pues eso, de locos. Es todo "tan barato"...


El caso es que lo sabemos, pero el hecho de saberlo no impide el dejar de acudir a las Grandes Superficies. El socorrido comentario es que en el centro comercial es todo mucho más barato que en la tienda del barrio pero, ¿realmente es así?. Los supermercados ponen artículos en oferta que ciertamente son más baratos pero alguno de los que meteremos en el carro seguramente será incluso más caro que en la tienda del lugar donde vivimos. Sabiendo que estamos hundiendo nuestra economía nos decimos a nosotros mismos que la próxima vez iremos solo a por las ofertas o con una lista cerrada. Tal vez lo hagamos, pero eso no impedirá que realicemos compras innecesarias. 


En la actualidad, a muchos hombres les entusiasma ir a comprar al super. En esta coyuntura, si no es la mujer será el marido y si no serán los hijos, pero la lista inicial se verá aumentaba en otros muchos productos que eran perfectamente prescindibles. En ese "inocente" supermercado hay especialistas que saben lo que hay que hacer para obligarte a gastar más de la cuenta. Son sus conocimientos los que se valoran a la hora de contratarles y los resultados obtenidos serán los que marquen la necesidad de su empleo y el sueldo a satisfacer. De la misma forma que unos trabajan en el almacén, en las cajas, o reponiendo, estas personas son especialistas en hacerte gastar el dinero y, por supuesto, su colaboración es absolutamente necesaria para la dirección. En los supermercados nada se hace porque sí, todo obedece a un programa y orden establecido. Su mayor interés es que pases mucho tiempo dentro de la tienda. Una fiesta en todos los sentidos... No hay precios redondos, porque los céntimos no son valorados por el cerebro y los carros son mucho más grandes de lo necesario, para que los llenes más de la cuenta. 


En una cola frente a la caja nos da vergüenza llevar tan enorme carro con apenas media docena de productos, hay que poner algo más, especialmente si te encuentras con conocidos. Los productos que les interesa que compres te los ponen bien visibles y a la altura de los ojos, mientras los de menor interés ocupan las bandejas más bajas; lo que deja gran beneficio pero que no compras habitualmente, lo ponen a la entrada mientras que lo que realmente necesitas comprar está al fondo del establecimiento, para que antes de llegar a ello tengas que pasar por delante de miles de productos que ellos quieren vender. Saben perfectamente que alguno de ellos lo comprarás...


Periódicamente, cuando ya te has aprendido donde están los productos que necesitas, los cambian de sitio. No les interesa que compres fácilmente y sin distracciones. Cuanto más tiempo pases allí dentro más artículos comprarás. Las cajas siempre a la izquierda del cliente. Ellos saben que la mayor parte de la gente es diestra y esto les obliga inconscientemente a comprar en sentido contrario a las agujas del reloj. Cuando una persona no sabe donde está lo que busca, o no va a coger ningún producto concreto, siempre gira en la dirección de las manecillas del reloj y cuando más tiempo tarde en llegar a las cajas mayor será su gasto.

Las bolsas que ya nadie regala no han dejado de fabricarse, lo que sucede es que ahora te las cobran y encima con su publicidad. Por lo tanto el problema no era ecológico, sino económico. Cuando hay oferta de productos a bajo precio están desordenados. Convierten la venta en un juego en el que el comprador se siente satisfecho cuando ha encontrado el producto de su interés o el que realmente era un chollo. Cuando ya has llenado el carro por encima de lo que necesitas y de tus posibilidades económicas, algunos productos de última hora te están esperando en las cajas por si en el último minuto puede caer algo mas. Unas pilas, unas chuches, o cualquier otra cosa que tiene como función psicológica la de poner la guinda al pastel. 


Ese último producto no era una necesidad real, pero con ese toque mágico el comprador impulsivo queda más satisfecho y eso... ¡Los tunantes del super lo saben!. Comprar ya no es solo una necesidad, comprar es una fiesta que ha hecho cerrar a la "tía María" de todos los barrios y los pueblos del mundo, por falta de clientes. Ninguna tienda de comestibles ha podido sobrevivir al marketing de las Grandes Superficies. Solo las fruterías han escapado de la red, porque son artículos muy concretos. El ahorro ya no es primordial como lo fue en otros tiempos. A la tienda de la "tía María" solo se iba a comprar, lo cual era una engorrosa necesidad. Hacerlo en el supermercado es una fiesta para grandes y pequeños. Cara, pero fiesta al fin y al cabo.

RAFAEL FABREGAT

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