No es fácil encontrar estudiantes que tengan ambas virtudes a la vez. El empollón es un currante que lo aprende todo a base de esfuerzo. Por contra, el inteligente es un superdotado que con un esfuerzo escaso tiene bastante para memorizar lo estudiado. Más de una vez, con la simple lectura de una determinada lección les es suficiente para comprender y recordar la temática en cuestión. Por lo tanto encontrar a un superdotado que (además) sea trabajador, es casi imposible. ¿Para qué?. No les hace falta... Para ellos es perder el tiempo. ¿Para qué machacar el clavo si con una mirada tienen suficiente?.
Lo que ya no está tan claro es quien será después mejor profesional. ¡Ah!, incógnita... aunque yo me inclino más por el empollón. Sin trabajo no hay resultados, con la particularidad de que lo que fácil entra, más fácil sale. Es como el dinero que se ha ingresado sin esfuerzo. Es muy fácil gastarlo. ¡Como no se sabe lo que cuesta ganarlo...!
Pocas semanas atrás millones de jóvenes han tenido exámenes. Unos habrán machacado los libros en un último esfuerzo que les haya permitido acudir a los exámenes de fin de curso o de carrera en las mejores condiciones. Otros habrán echado una ojeada de última hora y muy por encima. No sé cual será la proporción de aprobados pero, consciente o inconscientemente me inclino a favor del estudiante trabajador. Sin olvidar, naturalmente, que los superdotados son la inteligencia que mueve el mundo. Eso está claro pero, aún así, sin currantes... ¿que sería el mundo sin currantes?
RAFAEL FABREGAT
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