El rojo, ayer blanco, de la Selección Española de Fútbol está descolorido, desdibujado, poco más que un rosa pastel. Como no cambien las cosas no le veo ningún futuro en este Mundial y no por el resultado de ayer, sino porque no veo interés en los jugadores. Da la impresión de que algunos de ellos no sienten los colores del país que representan. No lo digo ahora, tras el descalabro vergonzoso del 1-5 contra Holanda. Ya lo había dicho muchos días antes del partido. A algunos jugadores les falta el orgullo de país, que los de otros lugares llevan en la sangre. Fueron cinco goles, pero hubieran podido ser más. Afortunadamente, en principio Holanda se mantuvo a la expectativa.
España estuvo todo el partido lenta, taciturna, como ovejas pastando en los verdes prados del norte peninsular. Bajos de forma y de moral. No sabemos si sería el calor, las novias, su bajo estado de forma o la falta de interés por el escudo que representan. Será lo que será, pero no podían con su alma. A los diez minutos de juego ya no podían seguir el ritmo del adversario y Holanda se dio cuenta de ello. Ni con el penalti a favor les subió la moral y el ritmo. España no tenía nada que hacer contra un rival que, como tiene que ser, corrió sin cesar durante los 90 minutos del encuentro. Cuando un equipo tiene ganas y está en plena forma, no se cansa de correr ni de hacer goles y cuando sienten los colores de su equipo menos aún.
Es lógico que el jugador que lucha con orgullo por su país rinda más de lo físicamente normal. De la misma manera, poco rendimiento adicional puede tener quien no pone su alma en el empeño. Todos nos movemos por dinero, pero los jugadores de la Selección ya lo tienen de antemano y solo sintiendo los colores pueden dar el rendimiento que se espera de ellos. El 1-5 encajado no es absolutamente nada para lo que hubiera podido ocurrir. Una auténtica vergüenza. Sin respuestas para justificar lo sucedido, no falta quien dice que en el anterior Mundial también se perdió el primer partido... ¡y fuimos campeones!.
Roven, pesadilla de Casillas. Un golpe de suerte puede tenerlo cualquiera, pero cinco goles no son un golpe de suerte, sino pura dejadez. Y no lo digo por Casillas, ni por el entrenador. Milagros no hace nadie y si la defensa no está en lo que tiene que estar, el portero poco puede hacer. Totalmente desbordados, los jugadores de nuestra Selección fueron el hazmerreir de propios y extraños. Cada cual tiene su opinión del por qué de tanta modorra y holgazanería deportiva. Los gurús contratados al efecto hicieron llegar la lluvia, a fin de refrescarles para ver si así reaccionaban, pero nada de nada. Siguieron arrastrando los pies, desfondados, sin disputar una pelota contra un enemigo que tenía el ímpetu de un ciclón. Ese ímpetu que se necesita para acudir a un Mundial y tener opciones para ganarlo.
Después, si ganas o pierdes no es lo más importante. Se trata solamente de que, si caes, que sea con orgullo. Vendiendo cara la derrota. Abucheos del público brasileño a Diego Costa por cambiar de nacionalidad deportiva podemos entenderlos, pero hacerlo contra España para amilanar a la Selección que se suponía más peligrosa... ¡Pura ignorancia!. Supongo que, visto lo visto, en adelante cesarán los abucheos y aplaudirán cada toque de balón que haga España, por simple cuestión de lástima. ¡Pobrecitos -dirán- vamos a animarles!. Triste, ¿verdad?. Lo siento pero la pesadilla solo acaba de comenzar y, si me equivoco, seré el primero en alegrarme. Claro que mucho tendrán que cambiar las cosas...
RAFAEL FABREGAT
NOTA POSTERIOR. (18-6-2017)
Cuatro días después España fue eliminada por Chile. (0-2)
Falta un partido con Australia, pero el resultado ya carece de importancia. España dice adiós al Mundial de Brasil 2014.
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