"La Constitución no conoce otra nación más que la española" y eso mismo se deriva del Estatuto de Autonómía de Cataluña, aprobado en 2006. El capítulo II regula la figura del Presidente de la Generalitat, nombrado por el rey y cuya misión es dirigir la acción del Gobierno de la Nación, cumpliendo y haciendo cumplir las leyes derivadas de la Constitución Española de 1978 (consensuada por todos los partidos políticos y ratificada mediante referéndum nacional) dentro de la autonomía que preside. Hago incapìé en su nombramiento real, puesto que el perro se ha vuelto contra el amo que le dio cargo y sustento y muerde, faltando a citas tan importantes como el Día de la Constitución y de la Hispanidad.
Tiene suerte el susodicho de que vivimos en un país occidental y democrático. En otros lugares del mundo no se hubiera atrevido a tales despropósitos y cuando "el de Sant Vicenç" le hizo tal propuesta para garantizarle la estabilidad en su legislatura, lo hubiera enviado a hacer gárgaras. Pero en este momento de la Historia de este país, parece que todo está permitido. Incluso quemar Barcelona por querer recuperar para el pueblo los edificios que son del pueblo y que nada les pase a los incendiarios. Hasta es posible decir la verdad, como yo hago aquí y ahora, sin que a las pocas horas tenga en mi puerta a los Mossos d'Escuadra.
Entre otras cosas porque no vivo en Cataluña o porque no tienen coche para venir. He dicho varias veces que yo ni soy monárquico ni dejo de serlo. Tengo claro desde que nací que nadie va a llenar mi despensa. Por lo tanto me importa un pito que haya monarquía o república y otro pito que gane las elecciones un partido u otro. A nadie debo nada y nadie va a llenar mi plato y el de los míos. Pero hay cosas que claman al cielo y revuelven las tripas de la gente que, como yo, solo busca paz y trabajo. Lo único que tengo claro en la vida es que hay muchos golfos, holgazanes y aprovechados que viven del cuento y dedican toda su vida a medrar con el mínimo esfuerzo posible y está claro que mientras eso no se corrija no hay futuro, ni para España ni para el mundo.
RAFAEL FABREGAT
NOTA.- Comprendo a los auténticos catalanes que, ante las estrecheces provocadas por esta larga y profunda crisis, o porque realmente se sienten ajenos a la unión con el resto de los españoles, buscan en ese independentismo una solución para sus problemas o ideas. Sin embargo, a mi modo de entender, los políticos tienen otras metas y diferentes necesidades, bastante menos sanas que las de la gente de a pié. Un saludo y "Visca Catalunya".
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