Pero y los viejos... ¿A qué van los viejos?.
Ya sé, ya sé que algunos dirán que todos tenemos derecho. ¡Pues naturalmente que sí!. La playa es un espacio público y todos tenemos derecho a estar allí pero, de la misma manera que los bombones playeros llaman la atención general, también la llaman los viejos. Pero esta vez con más asco que otra cosa.
Tocino rancio que no sirve para nada. En fin...
Es la desgracia de hacerte viejo, aunque todos queremos llegar. Hombres y mujeres no somos de piedra... y con la edad nos hacemos más mirones. No queda otra. El hombre, más descarado, lo hace sin tapujos. La mujer, más comedida, si pasa un tío cachas y está con el marido lo hace de reojo. Pero ¡ojo! que cuando hay varias y especialmente si son solteras o viudas... Parece que han soltado la granja de gallinas ponedoras. Siempre se había dicho que la mujer, en estos casos de explayar agradablemente la vista, no actuaba con la lascivia del macho. Que eran más espirituales... ¡Y una leche!. Como los hombres ¡o peor!.
Porque, claro, la carne joven y bien tostadita...
Y lo más gracioso de todo esto es que las jovencitas cuando un viejo las mira... ¡Les hace gracia!. ¿Qué debe pasar por sus cabecitas...?.
- Está claro que estoy más buena que el pan. Mira los abueletes como disfrutan -se dice ella.
A igual precio, ¿borrego o lechazo?. Naturalmente lechazo y si no tienes dientes, más tierno todavía. Cada cual podrá decir lo que quiera. ¡Como si quieren decir misa!. Pero realidad no hay más que una y está escrita en el refranero español: "A burro viejo, alfalfa tierna". ¿Problema de dientes?. No creo que sea ese el problema. Es que por mucho que te gusten los garbanzos... Todos los días potaje de garbanzos aburre a cualquiera. Ellas a nosotros y nosotros a ellas. Eso sin contar que como la olla está guisada de tanto tiempo atrás, el guiso está pasado. ¡A todos nos encanta el verano porque, donde esté una ensalada tierna, que se quite todo lo demás...!
Y es que el mar amigos... ¡lo tiene todo!. La playa, la arena, el chiringuito y la cervecita fresca, las chicas guapas con tipazos de infarto, los chicos cachas de gimnasio... Vamos que allí se pasan las horas volando... ¡Y, además, resulta que todo es gratis...! Bueno, todo menos la cerveza. ¡Solo faltaría!. Entonces, ¿qué hacer?. Pues está claro... ¡Ir a la playa!. Siempre hay algún bicho raro (como yo) que, en lugar de ir a la playa, marcha por esos mundos de Dios a ver ruinas y monumentos de piedra, con 35ºC a la sombra. Cuatro locos, claro está, porque pudiendo estar fresquito en la playa, viendo monumentos de carne y hueso... Y más ahora que algunas no compran biquinis... No, no. ¡Se los pintan...!
RAFAEL FABREGAT
NOTA.- Cuando me cambie de acera, os pondré fotos de chichos.
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