19 de abril de 2013

0986- EL ÁMBAR DEL MAR FRISIO.

El mar Frisio es el espacio marítimo situado entre el Mar del Norte y las Islas Frisias por un lado y las costas de Holanda, Alemania y Dinamarca por otro. 
Se trata pues de una franja de 10.000 Km2. resultante de la operación de multiplicar una longitud aproximada de 450 Km. por una anchura que varía entre los 5 y los 30 Km.  
Es una especie de llanura lodosa, de muy poca profundidad 
interrumpida por canales de drenaje. 
Tan poca profundidad que, en marea baja, puede cruzarse (y se cruza) a pie de la costa a las islas y viceversa. 
De hecho y desde 1.968, se organizan caminatas entre islas y continente, curiosa tradición única en el mundo. 
Pero ojo, hay que estar en buena forma puesto que la marea amenaza el regreso del mar y el recorrido cuesta casi tres horas, caminando entre fango, agua y crustáceos vivos de todo tipo y medida. 

Toda una experiencia para los amantes del buen yantar que, sin embargo, tienen prohibida la recolecta de tan exquisitos manjares marinos, salvo licencia expresa. Es también famoso por su rica flora y fauna. 
Millones de aves usan la zona como parada obligada en sus migraciones estacionales y los tres países implicados lo han convertido en parque natural de importancia internacional. 
Sin embargo el Mar de Frisia (o Mar de Wadden) es más famoso todavía por las riquezas que encierra y más aún por las que encerraba, puesto que en la actualidad está ya muy explotado. Se trata del ámbar. Durante siglos esta zona, a caballo entre mar y humedal, ha sido explotada por el hombre hasta límites ecológicamente inaceptables. Hoy ya está protegido, pero el deterioro es casi irremediable.

Las islas Frigias septentrionales fueron colonizadas por Dinamarca en el siglo VIII. Aquellos nativos eran denominados Uthlandes (bárbaros, en danés antiguo). De todas formas tras las guerras entre Dinamarca y Prusia del siglo XIX el territorio pasó a dominación alemana y tras referéndum de la población llevado a cabo en 1.920 fue establecida la distribución de la zona entre los diferentes países que conocemos actualmente. Antiguamente la economía de las islas Frisias era la agricultura y la pesca pero en la actualidad ésta se basa principalmente en el turismo gastronómico. La especialidad es el pescado y el marisco y ya como especialidad exquisita, el famoso Nordseekrabbe o cangrejo del Mar del Norte, con huevos fritos.

Pero volvamos... volvamos al ámbar del mar Frisio
Después de 5.000 años de extracciones, el mar Báltico en general y el Frisio en particular siguen siendo el mayor depósito mundial de ámbar y el de mayor calidad. De los veinte depósitos mundiales de este tipo de resina utilizada en joyería, tan solo son comparables los de República Dominicana y México, ambos procedentes también de conífera. Como ya saben. el ámbar es una piedra preciosa resultante de la resina fosilizada de diferentes árboles. La del mar de Frisia procede de coníferas, aunque la hay también de otras especies e incluso de plantas arbustivas. Normalmente es de color amarillo o marrón claro, aunque gira en algunos casos al color café o al verde azulado, siendo estos colores poco frecuentes. Tratándose de una resina fosilizada se da el caso, muy escaso y apreciado por tanto, de que haya insectos atrapados en el interior del mineral, lo que le da un valor adicional a la piedra que los contenga.

La pieza de ámbar que se conoce como la más antigua trabajada por el hombre, data de 30.000 años atrás y fue encontrada en Hannover (Alemania). En la antigüedad se consideraba que el ámbar tenía propiedades místicas y por lo tanto era utilizado en muchas culturas como talismán y hasta incluso como remedio medicinal. En algunas partes remotas de México se utiliza todavía para proteger a los recién nacidos del "mal de ojo". Miles de años atrás los griegos descubrieron sus propiedades magnéticas, al frotarlo contra otros objetos, motivo por el cual al ámbar se le llama también electrón, de cuya palabra deriva el de electricidad. Es un mineral relativamente abundante pero es considerado precioso por su gran belleza. Los fenicios hacían trueques con las tribus bálticas por la gran aceptación de este material entre los pueblos mediterráneos. Hasta el propio Nerón mandó a soldados romanos de su confianza para que le consiguieran el famoso "oro del norte". La misión fue fructífera y le trajeron varios cientos de libras de este mineral. Posteriormente, ya a finales del siglo XIII, al regreso de las cruzadas, los teutones gobernaron Prusia y controlaron el ámbar báltico, ahorcando a quienes no entregaran su producción. Uno de los usos más comunes, en los siglos posteriores y para la gente adinerada, fue la fabricación de rosarios con cuentas de este material.

RAFAEL FABREGAT

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