No hace tanto tiempo que escribí sobre la gran civilización de los Kmer (Jemer) pero hoy la entrada se centra en el descubrimiento, reconstrucción y majestuosidad del Templo de Baphuon. Uno más de los muchos que salpican las tierras del sureste asiático en general y las de Camboya en particular. Al asombro inicial del descubrimiento de las ruinas, siguió la inquietud. Cuando los exploradores del siglo XIX llegaron al lugar, los monumentos estaban ya muy dañados. El gigantesco Templo Baphuon, segundo en tamaño tras el de Angkor Wat, estaba prácticamente a punto de desmoronarse en su totalidad. A pesar del hambre y guerras del mundo actual no podemos permitir que siglos de cultura desaparezcan de la faz de la tierra por la dejadez o la pobreza de las autoridades locales. ¿Qué es la humanidad sin sus raíces?.
Sin embargo diferentes conflictos y guerras, retrasaron los trabajos de restauración que tardarían un siglo en llevarse a la práctica. Dos guerras mundiales y otras civiles, retrasaron la ejecución de los trabajos. Después de tantos siglos de abandono poco era lo que quedaba visible, pero los amantes de la Historia no desfallecieron. A mediados del siglo XX árboles de raíces inmensas cubrían buena parte de aquel otrora majestuoso templo. Talados y limpiada la zona, lo que quedaba en pie fue desmontado, y restaurado. Tras la preparación del emplazamiento original, cada una de aquellas piedras fueron numeradas para posteriormente ocupar el lugar que les correspondía. Las que faltaban o estuvieran dañadas irremisiblemente serían sustituidas. Pero entonces la guerra civil se desató y los amantes de la Historia tuvieron que marchar. Lo trágico de esta historia es que, durante el dominio de los Jemeres Rojos, los apuntes para la reconstrucción del templo fueron destruidos.
Por los conflictos anteriormente señalados, no sería hasta 1.995 cuando los arqueólogos occidentales volvieron para retomar los trabajos de montaje del inmenso puzzle. Sin embargo lo que encontraron en aquella colina, treinta años después, era un montón de piedras nuevamente invadido por la selva y aparentemente olvidado de todos.
Esparcidas por los alrededores y cubiertas por una vegetación impenetrable, las de 300.000 piedras del Templo de Baphuon seguían allí, esperándoles. Un marco incomparable y una atmósfera maldita se entremezclaban alrededor de las ruinas de la fabulosa civilización Khmer. La magia y el misterio lo rodeaban todo. Sin los datos necesarios, antes de colocar una sola piedra en su lugar debieron estudiarse y resolverse los muchos enigmas que rodean este Templo construido por una civilización del siglo XI cuya desaparición sigue todavía siendo un misterio indescifrable, aunque algunos creen tener la explicación. Parece ser que fracasaron en el intento de controlar la naturaleza, pues los medios de entonces no eran suficientes. Tras la nueva limpieza y el estudio correspondiente, fueron instalándose las piedras en el lugar que ocuparon mil años atrás, en un trabajo que no finalizaría hasta el verano del año 2011. Dieciséis años de duro pero interesante trabajo al servicio de la Historia.
La civilización Khemer prosperó al conseguir controlar, mediante importantes canalizaciones y embalses, los excesos de agua de la época monzónica, pero en aquellos tiempos los adelantos técnicos eran escasos, por no decir nulos y al final la naturaleza se impuso, no en forma de inundaciones, sino de sequía. Pero, en fin, volvamos al asunto que nos ocupa en el día de hoy...
Como se ha dicho antes a la llegada de los arqueólogos el Templo de Baphuon era una montaña de piedras, ya sin escaleras practicables que hubieron de hacer provisionalmente de madera para proceder al montaje. Trescientos mil bloques de piedra arenisca, cada una de las cuales estaba numerada por el ejército de arqueólogos que trabajaron en su recuperación tres décadas antes. Solo faltaban los datos para su montaje, pero la experiencia y los datos aportados por el Templo de Angkor hicieron el resto.
Todo eran complicaciones. El mal tiempo, las luchas internas y los constantes cambios de régimen político ayudaron poco a aquellos esforzados arqueólogos. Como se ha dicho antes, la naturaleza selvática se había apropiado nuevamente de aquel inmenso conjunto sagrado y recuperar una vez más el espacio ganado por la selva no fue una tarea fácil. Pero el tesón de los restauradores y las diferentes ayudas internacionales permitieron una recuperación que nadie creía posible. Los arqueólogos, hurgando en la Historia y en los trabajos de restauración de otros monumentos similares, pudieron recuperar datos que permitieron llevar a cabo los trabajos con la fidelidad necesaria, puesto que muchas piedras debieron ser sustituidas. El Templo de Baphuon, dedicado a Shivá y uno de los principales dioses del hinduismo iba cobrando forma.
Tras arduos trabajos y ya dentro del siglo XXI los esfuerzos se vieron compensados y las tinieblas dieron paso a la luz. La suficiente para ver a este gigantesco templo de tres niveles, uno de los lugares arqueológicos más grandes del mundo, totalmente restaurado. El poder de los Khmer (o Jemer) había florecido especialmente entre los siglos IX al XIII. Fue un Imperio que controló una buena parte del sudeste asiático, desde Birmania hasta Vietnam. Su capital (Angkor) fue el hogar de casi un millón de personas, cifra desorbitada en aquella época. Su sueño, sin duda, inmortalizarse en aquellas majestuosas construcciones. Aunque no por obra divina, buena parte de aquellos templos han sido recuperados y con ellos gran parte de su historia, de sus costumbres y de las limitaciones de unos sueños que, sin duda, no eran tan diferentes a los nuestros...
RAFAEL FABREGAT
No hay comentarios:
Publicar un comentario