Con toda la ciudad construida en madera, Edo sufrió grandes incendios a lo largo de su historia, siendo el más importante el de 1.657 y en el que murieron más de 100.000 personas. Maldecida por los dioses, la ciudad sufrió la erupción del volcán Fuji y numerosos terremotos en los siglos siguientes, pero la población luchó tenazmente contra las adversidades y ganó la batalla a la propia naturaleza.
En 1.868 el emperador estableció su residencia en el Castillo Edo, convirtiéndolo en el gran Palacio Imperial de Japón, siendo él mismo quien cambió el nombre de Edo por el de Tokio, la "capital del este". Sin embargo el emperador no dejó certificación escrita sobre el cambio oficial de la capitalidad del país, motivo por el cual popularmente se cree que Kioto sigue siendo la capital oficial de Japón.
En 1.872 se inició la construcción del ferrocarril, inaugurándose la Estación de Tokio en 1.914 y la línea de metro subterráneo en 1.927. El gran terremoto de Kantô causó grandes destrozos en Tokio el año 1.923 y un total de 143.000 muertos. Aunque se acometió inmediatamente la reconstrucción de los daños, no pudo ser completada por falta de liquidez. En 1.943 la ciudad y Prefectura de Tokio se unieron para formar la metrópolis que entonces aglutinaba a 35 barrios. Durante la II Guerra Mundial Tokio fue duramente bombardeada, motivo por el cual la población fue abandonándola hasta mermar en un 50%. Al finalizar la guerra la ciudad fue ocupada militarmente, siendo gobernada por los aliados. En la segunda mitad del siglo XX los Estados Unidos utilizaron a Tokio como centro logístico en las guerras de Corea y Vietnam. Aún hoy, en pleno siglo XXI, permanecen bajo control estadounidense la Base Aérea de Yokota y otras instalaciones militares menores.
En las décadas de 1950 y 60 Tokio experimentó un gran auge económico, creó nuevas estaciones de metro, construyó la Torre Tokio y celebró sus primeros Juegos Olímpicos. En menos de veinte años el país destruido por la guerra se había convertido en la segunda economía más importante del mundo. Se creó una importante red industrial al tiempo que se le devolvían las islas de Ogasawara y la Base Aérea de Tachikawa, arrebatadas por los Estados Unidos en 1.945. Tokio se convirtió en la ciudad más grande del mundo en 1.965, debido a la gran avalancha de emigración del medio rural hacia las ciudades, lo que produjo una gran burbuja económica que explotó en 1.990 causando una recesión a la que se llamó "la década perdida" pues duró prácticamente hasta la llegada del siglo XXI. A pesar de todo Tokio siguió creciendo, ganándose el adjetivo de la más dinámica del planeta al amparar importantes inversiones para ganarle tierras al mar. Aunque esto no es nuevo en la zona, si lo es la gran escala en la que se ha realizado en los últimos años.
Capital política de Japón y centro principal financiero, tiene sin embargo un menor número de rascacielos que otras de magnitud inferior debido al riesgo de terremotos.
La mayor parte de sus edificios no sobrepasa los 10 pisos de altura.
La región administrativa de Tokio tiene 23 barrios, 26 ciudades satélites y ocho villas, cada una de ellas con su propio gobierno.
El conjunto, denominado el Gran Tokio, es pues el área que reúne a esos casi 38 millones de habitantes, conformando la conurbación de Kanto.
El clima de Tokio es templado pero de humedad relativamente alta. Llueve el 45% de los días del año, está nublado el 40% restante y solo tiene un 10% de días despejados. Sin embargo no es extremadamente lluvioso pues tan solo recoge 1520 mm. anuales. En contrapartida a la tristeza climática, es la ciudad japonesa donde se ofertan más puestos de trabajo y de ocio, lo que atrae especialmente a los jóvenes del país. La densidad es extremadamente alta pues sobrepasa los 14.000 habitantes por Km2., el doble de la que tiene Nueva York. La demanda de viviendas es tan elevada que las antiguas casas de una o dos plantas han ido demoliéndose, siendo convertidas en grandes vías de comunicación y en bloques de pequeños apartamentos que tan solo admiten familias de 3 o 4 miembros.
Aún así, ante la imposibilidad de albergar tanta demanda, muchas personas abandonaron la ciudad para instalarse en las ciudades de la periferia o incluso en otras más distantes. Consecuencia de ello es el problema circulatorio por la avalancha de usuarios de metro, autobuses y trenes de cercanías que mañana y tarde sufren los trabajadores que han de emplear hasta 4 horas en el desplazamiento diario a su lugar de trabajo.
Con lo grande que es el mundo, ¿no es una barbaridad vivir tan amontonados?.
RAFAEL FABREGAT
Me encanta Tokio
ResponderEliminarLamento decir que no lo conozco personalmente, pero me consta que todo allí es muy grande. Algunas cosas, incluso demasiado grandes. Un abrazo y hasta siempre.
Eliminarme a servido de mucha AYUDA sigue asi
ResponderEliminarGracias David, a tu disposición. Saludos.
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