Se dice que tampoco Franco había tenido nunca, como plan premeditado, convertirse en dictador de aquella España que nacía tras la victoria del Alzamiento.
Sucedió al parecer que, como a los escaladores, tras la victoria tan duramente alcanzada a Franco le asaltó el "mal de altura". Ese mareo propio del que ha subido más alto de lo que sus facultades permiten; una borrachera que después de la correspondiente reflexión puede tener dos resultados bien diferentes: retirarse a descansar o envalentonarse para hacer cumbre.
Franco optó por lo segundo pero, en esa nueva batalla, todos ya no estaban dispuestos a ayudarle. A él ya no le importaba, para entonces Franco ya lo tenía claro y decidido: CUMBRE o NADA.
Un elevado número de altos cargos fueron destituidos, degradados, algunos incluso desterrados, otros encarcelados o enviados a la reserva.
Franco optó por lo segundo pero, en esa nueva batalla, todos ya no estaban dispuestos a ayudarle. A él ya no le importaba, para entonces Franco ya lo tenía claro y decidido: CUMBRE o NADA.
Un elevado número de altos cargos fueron destituidos, degradados, algunos incluso desterrados, otros encarcelados o enviados a la reserva.
Otros tuvieron más suerte y pudieron presentar su dimisión, que naturalmente les fue aceptada.
La Audiencia Nacional, al servicio del dictador, elaboró un sumario de "Delitos contra la Humanidad".
No vamos a enumerar la larga lista de los imputados, pero si a señalar a algunos de los más destacados colaboradores de la victoria franquista en la Guerra Civil de 1.936 que formaron parte de la "Lista de los veintisiete" que conspiraron contra Franco en la esperanza de recobrar para España la monarquía.
Hasta treinta y cinco fueron acusados por supuestos "crímenes de guerra", muchas veces por cumplir las órdenes de quién ahora les acusaba.
Aranda Mata (General)
Galarza Morante (Coronel)
Tella Cantos (General)
Varela Iglesias (General)
Solchaga Zala (General)
Limia Ponte (General)
Kindelan Duany (General) etc., etc.
Terminada la Guerra Civil todos empezaron a presionar. Nadie quería en el poder a un dictador.
General Aranda |
Galarza Morante (Coronel)
Tella Cantos (General)
Varela Iglesias (General)
Solchaga Zala (General)
Limia Ponte (General)
Kindelan Duany (General) etc., etc.
Terminada la Guerra Civil todos empezaron a presionar. Nadie quería en el poder a un dictador.
Si no todos, la mayoría eran eran partidarios de restablecer la monarquía, Gobierno tradicional español que había elevado a España a los niveles más altos del planeta.
De palabra y por carta todos ellos hicieron saber a Franco sus ideas al respecto. Esas cartas, entregadas en Septiembre de 1.943, obligaron a Franco a actuar con la rapidez y la contundencia necesaria para anular la amenaza. Tras cada lectura una degradación, un destino forzoso, un envío a la reserva o un encarcelamiento. Poco importó que se tratara de militares intachables que habían colaborado activamente en la victoria de la recién finalizada Guerra Civil. El conspirador principal de la maniobra de restauración monárquica fue el General Aranda. En la primera actuación de represión franquista Aranda ya fue arrestado aunque, en su condición de héroe nacional, hubo que liberarle aunque apartándole de los puestos de poder. De la Capitanía General de Valencia a la Escuela Superior del Ejército y en 1949 a la reserva.
General Tella |
General Kindelan |
Poco a poco, todos los que no estuvieron de acuerdo con que ostentara el poder de forma permanente quedaron relevados de sus cargos y prebendas.
El resultado es obvio por tan conocido.
Instalado bajo la sombra de los palios eclesiásticos, aquel dictador de menuda estatura demostró que no le temblaba la mano a la hora de asegurarse la permanencia en el poder. Mutuamente ambas fuerzas se daban la tan fresca y agradable sombra. Hasta su muerte, casi 40 años después, tuvieron en sus manos el destino de España y lo que es más importante, el de todos los españoles. Los primeros años tras la contienda, muchos de los perdedores fueron duramente perseguidos. Algunos, con justicia o sin ella, fueron encarcelados durante meses. Otros incluso fueron fusilados. Por duro que nos parezca todos sabemos que, independientemente de quien sea el ganador, es lo que suele suceder tras una guerra de esas características. Si hay un Dios a quien se le pueda pedir algo está claro que evitar una guerra civil es, detrás de la salud, lo más importante ya que, hasta los hijos de los contrarios al régimen franquista, fueron perseguidos.
RAFAEL FABREGAT
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