Decididamente el año 2.011 pasará a la historia de la micología, como un año extraño, radicalmente diferente a lo que es habitual. El motivo fue la escasa pluviosidad de la segunda quincena de Agosto y la total ausencia de lluvias en los meses de Septiembre y Octubre. La consecuencia más destacada ha sido la nula producción de níscalo en todas sus variedades y en todas las zonas de nuestro país, con la sola excepción de alguna área local de terreno, donde sí cayó alguna lluvia o granizada a primeros de Septiembre, pero que se trató de zonas muy limitadas. De hecho, ninguna de estas setas llegó a los mercados nacionales, que hubieron de aprovisionarse de mercancía de importación.
Sin embargo, no ha sido solamente el níscalo que ha brillado este año por su ausencia. Tampoco se recogieron los preciados boletus, ni otras exquisitezes como el Camagroc o la Cantarella Cibarius. Tampoco se dejó ver la Lengua de buey y las Llanegas. Las lluvias no llegaron este año hasta la última semana de Octubre, cuando un año normal ya solemos finalizar la campaña micológica en nuestra zona. Como es natural había que esperar un mínimo de quince días más para ver florecer los primeros ejemplares de setas y éstos no llegaron hasta finales de la primera semana de Noviembre. ¿Qué podíamos esperar en fecha tan tardía?. Poco, claro está, pero el buen aficionado no se desengaña jamás y ese es el motivo de que -de una u otra forma- siempre salga victorioso.
Quien escribe -tras comer setas hasta la saciedad- tiene los cajones de dos congeladores a tope. Como es lógico no existe la variedad de otros años, pero no faltan los boletus, ni el rebozuelo, ni las llanegas, ni la seta de cardo, ni la negrilla, ni tampoco el pié azul, el champiñón silvestre y las macrolepiotas. Níscalos (rovellón) solo recogí una docena y, desengañado, no volví a buscarlos pero todos sabemos que, todas las variedades citadas que llenan mis congeladores, son de calidad superior al níscalo. De todas formas y para cualquier tipo de plato, mi deseo más vehemente es que haya la máxima variedad posible de setas y así solemos congelarlas, escaldadas y mezcladas. Estoy convencido que el sabor más agradable de un guiso que lleve setas, se consigue siempre con la máxima cantidad posible de variedades distintas.
Este año, a pesar de la limitación provocada por lo tardío de las lluvias, tenemos una baza a nuestro favor y es que también las heladas, que ponen punto y final a la recogida de setas, vienen con retraso. De hecho, estamos hoy a 25 de Noviembre y ni siquiera en las altas cumbres provinciales ha habido un solo día de temperaturas bajo cero.
Las setas de principios de temporada no llegaron y contra eso no podemos hacer nada, pero si podemos recuperar todavía la recolección del resto de variedades que, en mayor o menor cantidad, siguen apareciendo tras las lluvias de estas últimas semanas. Todas las variedades citadas están presentes en el bosque y algunas en cantidad ciertamente elevada, por lo que saborear estos preciados frutos del bosque está igualmente al alcance de cualquier aficionado. Yo desde luego, mientras las heladas no hagan su aparición, no pienso faltar a la cita semanal.
En total este año solo he ido a buscar setas seis veces, la primera de ellas en Septiembre y sin llevar un solo ejemplar a mi casa... pero después siguieron días mejores. Ayer mismo fue uno de esos días y, como siempre que no sea fin de semana, fui solo. La idea inicial era la de buscar seta de cardo pero mis horarios ya no son los de antes. A las 9,30h. llevo a mis nietas al colegio y 15 minutos más tarde me espera mi otra hija para almorzar en el Rte.Navarrete. Haciéndolo todo con la máxima rapidez, vengo a llegar al monte más allá de las 11 de la mañana y para entonces la seta de cardo, siempre en zona muy bien delimitada, ya está recogida por otros buscadores que han madrugado más.
Este hecho no me hace desistir pero el resultado es que, a esas horas, ya solo quedan las más pequeñas que no han visto los demás.
De allí me fui a otra zona más resguardada de buscadores y, aparte las setas de cardo, encontré gran cantidad de negrilla, macrolepiotas y algunos ejemplares de pié azul. Llegué a casa a las 4 de la tarde con tres cajitas llenas y media cesta. No estuvo nada mal. Después de hacer algunos repartos, quedaron 7 bolsas limpias para el congelador. El año es largo y -como las hormigas- ¡en tiempos de cosecha hay que llenar la despensa...!
EL ÚLTIMO CONDILL
No hay comentarios:
Publicar un comentario