19 de mayo de 2011

0363- LAS ERAS, ANTIGUAS ZONAS DE OCIO.

Naturalmente era cosa de niños, pero también de jóvenes que no lo eran tanto. Sucedía en Cabanes y seguramente en muchísimos pueblos de la "nueva España". 
Durante la primera mitad del siglo XX los adolescentes de 12/18 años, a pesar de que gran parte ya trabajaban de sol a sol en las tareas del campo junto a sus padres, los días de fiesta, todos sin una sola peseta en el bolsillo y con la sangre en plena ebullición, más por la edad que por el exceso de alimentación, no tenían otra forma mejor de pasar la tarde de un día festivo que pasear por los alrededores de la localidad. 
En su momento esos paseos empezaban o terminaban en las "eras", lugar de trilla de las diferentes siembras de la zona y por su peculiaridad, zona perfectamente adecuada para la concentración y diferentes pasatiempos de la juventud. Fútbol, chicas, alguna bicicleta, etc.
Como es natural eso no podía realizarse en los días de labor y especialmente durante la recolección, puesto que estas zonas eran lugares de gran actividad pero, una vez que la paja se almacenaba en los pajares (pallisses) adyacentes, esas peculiares y limpias zonas quedaban libres para el resto del año.

Durante la trilla, era de aceptación general que los niños acudieran a las eras a subir a los trillos, paseo gratuito que favorecía la rápida rotura de la paja y la separación del grano de la espiga que lo contenía. 
De hecho, en horario escolar y cuando los niños no acudían a las eras, los propietarios de las cosechas y caballerías tenían que cargar piedras sobre los trillos para suplir a los niños ausentes. En algunos lugares más rústicos, en lugar de trillos se utilizaban piedras redondas pero esta modalidad no era tan general puesto que rompía muchos granos. 
Tras el trillado venía la recogida de la paja, mediante los diferentes tipos de horcas, lo que hacía que sobre la era solo quedase el grano y los trocitos de paja más desmenuzada y que en valenciano llamamos "pallús"
El paso siguiente era el barrido y amontonamiento en el centro de la era para, posteriormente proceder al venteo. 
Cuando el viento empezaba a soplar a media mañana, mediante unas palas se lanzaba al aire la mezcla de grano y pallús y este último, más liviano, se separaba del grano rápidamente. Caso de que el viento no fuera suficientemente fuerte se pasaba tantas veces como fuera necesario, hasta la total separación.

Al final el grano, totalmente limpio se metía en sacos y se llevaba a la casa, mientras que la paja se metía en el pajar (pallisa) para su uso como alimento de caballerías y otros animales. 
El "pallús", ya de menos valor, quedaba amontonado a un lado de la era o junto a una pared para su rápida utilización en patios y corrales para su conversión en estiércol. 
Este solía ser el uso de las eras, aunque también el resto de legumbres solía limpiarse en el mismo lugar, motivo por el cual las eras estaban siempre situadas extramuros de los pueblos y a escasísima distancia de las viviendas de sus propietarios.

Finalizada toda la actividad de recolección y limpieza, que solía ser en el mes de Junio, el resto del año las eras quedaban libres para juegos de los chavales al tiempo que las puertas de los cercanos pajares, pequeños cobertizos para el almacenamiento de la paja, quedaban cerrados con un simple alambre. 
Con tan ligero cierre de aquellas rudimentarias puertas, no era de extrañar que los menos niños aprovecharlas las "pallisas" para algunas actividades más propias de la adolescencia de segundo grado... (?)
Pandillas de chicos y chicas solían pasear por los caminos cercanos de la localidad y no era nada raro que, en determinado momento, alguien propusiera ir a la
"pallissa" de su padre o de su tío para fumar un pitillo a escondidas, jugar "als cordellets" o darse un morreo con la chica de sus sueños. Que si, que no, en fin... Nada especial, escarceos inocentes de una juventud que nada tiene que ver con la actual. Aunque en todos los tiempos se han cocido habas, en aquellos las cosas no tenían nada que ver con la libertad actual. Las chicas, aunque en su interior fueran exactamente igual que las de ahora y tuvieran las mismas necesidades, no exteriorizaban tanto sus sentimientos y se hacían valer muchísimo más. 

Coger a una chica de la mano era un gran logro y pasarle el brazo por encima del hombro toda una declaración de principios. 
Está claro que la juventud actual se reirá a pleno pulmón cuando lea esto, pero así eran las cosas entonces. 
Llevársela al huerto (en este caso al pajar) era algo impensable salvo que se tratara de alguna "descocada", que también las había, pero a esas nadie las tenía en consideración más allá de unos minutos... En esa época incluso algunas casadas, para acostarse con el marido, antes apagaban la luz. Ahora ya, las parejas quieren luz y las eras fueron abandonadas. 
Como dice la canción, todo pasa, todo queda, pero lo nuestro es pasar...
Eran otros tiempos. ¿Qué le vamos a hacer...?

RAFAEL FABREGAT

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