18 de marzo de 2011

0302- EINSTEIN Y LA PRINCESA.

Aunque soy consciente de mis muchas limitaciones, no es locura por mi parte ni falta de conocimientos, el asociar al irrepetible Einstein con la frase del famoso literato y poeta Ramón de Campoamor:
Nada es verdad,
nada es mentira,
todo es según el color,

del cristal con que se mira...
El colmo de la irreverencia (por mi parte) es unir a uno de los más importantes físicos de todos los tiempos, con el más borrico personaje fabricado por la televisión de este país, pero ese es el meollo de esta entrada puesto que tras darle el título de princesa a tan notable esperpento, cualquier cosa es posible. Mi ocurrencia ha sido aplicar la famosa "Teoría de la relatividad", descubierta por el insigne personaje y trasladarla al mundo televisivo, demostrando que en este mundo todo es relativo y posible. En base a esa teoría, no hay que ser eminente en ningún campo para abrirte camino y muy especialmente en el mundo de las ondas y de la fama. Los dirigentes de la Cadena que ha protagonizado el ascenso del esperpento no es que sean ignorantes, ni mucho menos tontos que pierdan los papeles o se les pase nada por alto. 

Para desgracia y vergüenza de nuestro país, que demuestra con ello su nivel de cultura y seriedad, el esperpento vende y KK5 lo explota como corresponde a una cadena comercial, que busca el lucro por encima de todo. A esta cadena, que para no sufrir "mal de ojo" no debes nunca abandonar, no le interesa la calidad de sus programas, sino los dividendos que éstos acarrean hacia las arcas de la compañía. Una cadena de televisión no es una ONG, ni una Universidad... Ni siquiera le interesa en absoluto, aumentar su protagonismo por la calidad de los programas que lleva a la pantalla. KK5 tiene una audiencia, que nadie mejor que ellos conoce y su meta es mantenerla o incluso aumentarla si fuera posible. 

Como buenos comerciantes, que sin duda lo son, gerente y ejecutivos varios tienen como única meta conseguir los máximos beneficios económicos, que toda compañía precisa para subsistir primero y para progresar después.Ellos naturalmente tienen su corazoncito y preferirían ser la élite de la televisión española; ser el número uno en la calidad de sus contenidos y que todos hablaran de las excelencias de lo que en ella se emite. Pero todo no se puede tener en la vida y sabiendo como saben que la mayor parte de sus espectadores son de cultura baja y costumbres chabacanas, trabajan por y para esa audiencia que es poco exigente y fácil de contentar. Día tras día, mediocridad, charlatanería política y social, se entremezclan en programas diarios, de inacabable contenido en un "abierto 24 horas", cual buffet camionero de carretera.

Las estrellas de cualquier índole, siempre problemáticas y caras de llevar al plató, se sustituyen por cotillas (guapos, eso sí, aunque no todos) que, sin oficio ni beneficio, se autoproclaman periodistas por el simple hecho de haber conseguido (no en todos los casos) un título, sin duda innecesario para llevar adelante programas de tan baja cualificación. 
Me cuidaré muy mucho de adjetivar de forma personalizada a la mayor parte de sus asiduos personajes, puesto que su especialidad son las querellas en los juzgados. 
Engordar las arcas de jueces, procuradores y abogados, es su segunda diversión; la primera es el bochornoso espectáculo que llevan a cabo todos los días de la semana frente a las cámaras televisivas de la citada cadena y cobrando sus buenas nóminas, como tiene que ser. 
De todas formas, repito, los únicos culpables de que ello ocurra no son los personajes, ni los dirigentes de esta televisión privada, sino la mediocridad de los televidentes que la siguen. 
No es nada nuevo que determinadas cadenas de televisión se especialicen en unos contenidos determinados y sin duda es mérito de los dirigentes de KK5 que hayan optado por captar lo captado. 

Un público numeroso que garantiza suculentas cuñas publicitarias. Sin duda no es lo más exclusivo ni lo más edificante, pero si lo más fácil y rentable.
Para más INRI la estrella del programa no es, como alguien pudiera haber llegado a pensar, el presentador o el director de tales esperpentos televisivos, claro que no. La estrella resulta ser nada menos que "La princesa del pueblo"
Sus valedores no se han parado a dejarlo en condesa, porque emular a la diva del celuloide Ava Gardner, en el film "55 días en Pekín", parecía insuficiente para poner en el sitio que le corresponde a tan ilustre personaje.

- ¡Princesa y me quedo corto! -propuso el director.
Las carcajadas se oyeron en Australia, pero ahí quedó la cosa. Como se ha quedado corto, seguramente en próximas etapas ya la nombrarán "reina". 
Pero lo más chocante del asunto no es el título otorgado en plan jocoso, sino que el nominado se lo cree a pie juntillas y no sería extraño que, al objeto de refrendar el nombramiento, pidiera audiencia en el Palacio de la Zarzuela para que se lo extiendan por escrito. Vamos, para reírse hasta la extenuación. 
El problema de todo esto es que, con un estilo de vida tan cachondo como el que tenemos en España, nadie quiere morirse y claro, ¡al final no sé si cabremos todos...!

RAFAEL FABREGAT

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