12 de enero de 2011

0239- MIS ENTREGAS POR ANDALUCIA.

Con 40 años de profesión son muchas las cosas que a uno le han pasado. Hoy no es que tenga nada especial que contar, pero voy a referir alguno de los viajes de reparto y recogida por la provincia de Sevilla. Allí teníamos un par de clientes y también hasta tres proveedores con los que no todo fueron alegrías. Siendo yo muy joven ya me decía mi padre que prestara mucha atención a posibles clientes de esa zona puesto que, los dos únicos clientes que no le pagaron el género, eran de allí. Yo no presté especial atención al asunto y trabajando exclusivamente Cataluña y Comunidad Valenciana incluso llegué a olvidarlo.
Sin embargo a los pocos años de trabajar por mi cuenta, un fabricante de escobas de la provincia de Sevilla se ofreció a trabajar para mí y lo mismo sucedió con otros tantos fabricantes de brochas y cepillos, con los que llegué a realizar interesantes intercambios de material con vehículo propio. Hoy lo hacemos todo por agencia y estos viajes son pura anécdota. Con los años el proveedor inicial de palma para nuestras escobas, nos ofertó proporcionarnos los manojos ya realizados y posteriormente la escoba acabada. Sin embargo, cortos como las mangas de un chaleco, no tenían información ni medios para conseguir los mangos, ni los capuchones de plástico, ni siquiera el alambre y los mangos de caña. 

El camión de EFASE bajaba a Sevilla cargado y volvía más cargado aún. Después salió otro posible proveedor de escobas y más de lo mismo. Como siempre suele ocurrir en esta clase de cosas, al final cantamos Gloria. Con uno de los proveedores perdimos los capuchones de plástico y con el otro los capuchones y los mangos. Mientras las cosas funcionan con normalidad no pasa nada pero, cuando empiezan a fallar, al final te coge el toro. No fue grave y mientras duró disfrutamos de buen material a bajo precio, que es de lo que se trata. Sin embargo aquello acabó y, como se dice siempre, cuando una puerta se cierra diez ventanas se abren. Actualmente estamos bien servidos y sin sobresaltos, con un proveedor que está a menos de medio camino, pero al que también tenemos que suministrarle materia prima. ¿Cual será el final...? ¡Pues sin duda el mismo!. Trabajos de pobres, pobres resultados.

Primeramente fue un señor de la provincia de Córdoba, al cual yo le llevaba escobas de Mijo y él me proporcionaba brochas. A primera hora y cargado hasta los topes salía yo con el camión hacia Albacete para allí tomar la antigua N-322 que me llevaría a Jaén por Alcaraz, Úbeda y Baeza. Una vez allí, aparcaba en zona habilitada al efecto y tomaba habitación en un céntrico hotel que me permitiría el agradable paseo por las zonas de ocio de la ciudad, que no todo tiene que ser trabajar. A la mañana siguiente, por la N-321 y N-432, Martos, Alcaudete y Baena para llegar posteriormente a Doña Mencía que era el pueblo en el que estaba el cliente y proveedor. Sin embargo, siendo poco el volumen de recogida y queriendo aprovechar al máximo tan largo viaje, seguía viaje por Cabra, Lucena y Puente Genil para llegar a la autovía N-IV Madrid-Sevilla, a la altura de Écija. 

Ya por la autovía, pocos Km. después el desvió a La Campana me llevaba a otro de mis importantes proveedores y allí completaba la capacidad del vehículo, para regresar a tope a Cabanes.
En posteriores viajes, cuando el cliente de Doña Mencía dejó de interesarse por nuestros productos, el viaje era bastante diferente ya que, en lugar de ir por Albacete, cogía la N-III en Valencia hasta Utiel y por Motilla del Palancar, me desviaba por San Clemente, Villarrobledo, Tomelloso y Manzanares, saliendo a la N-IV dirección Córdoba y Sevilla. Para esas fechas, nuestros proveedores-clientes estaban en Écija y Sevilla capital, con lo cual, aunque cargado a tope, al tratarse de autovía y casi siempre en descenso, el camioncillo se deslizaba alegre a una velocidad más que satisfactoria. Primera parada en Écija, con descarga del material y carga de una parte del espacio de la caja. Después continuación del viaje hasta Sevilla para completar la carga y regreso. Pernoctación y comidas siempre en el Hotel Sol de la ciudad de Villa del Río, entre Andújar y Córdoba, un lugar excelente y con precios especiales para camioneros. Después y para mayor distracción del viaje, añorando viejos tiempos, al llegar a Bailén abandonaba la N-IV para tomar la carretera que va a Linares y Úbeda.

Llegar a Úbeda era retornar a la antigua ruta Albacete-Jaén. El desarrollo del viaje era más lento pero mucho más distraído. Ya por la antigua N-322 Villacarrillo, Villanueva del Arzobispo y Alcaraz, con parada obligada en la aldea denominada El Jardín. Este último enclave, cuya única calle de la localidad es la propia carretera, fue desde tiempo inmemorial lugar de parada obligatoria por las decenas de tiendas que ofrecen al viajero las especialidades de la zona, principalmente quesos y jamones, a precios muy interesantes. Normalmente solía comprar algunos quesos manchegos curados al romero, que no se conocían entonces por nuestra zona y que me encargaban familiares y amigos. Unos kilómetros después Bazalote, el pueblo de los ajos. Allí numerosas cooperativas y comisionistas particulares compran la cosecha al productor y la seleccionan y envasan, ofertando en sacos de 30 Kg. a granel.

Naturalmente se trataba de cabezas incompletas que carecían de presencia comercial y al irrisorio precio de 300 Ptas. por cada saco, lo que me obligaba a cargar un par de sacos para repartir con familia y trabajadores. Unos kilómetros después Albacete y la N-430, hoy autovía que por Chinchilla y Almansa me acercaba a Fuente La Higuera, lugar de parada y descanso para comer o cenar, según el caso. Llegar allí era como estar en casa. Ya en permanente bajada hacia Valencia en tres horas más llegaba a Cabanes. Para quienes, como yo, siempre hemos trabajado encerrados en el taller, salir de reparto era como salir de fiesta. Carretera, paisajes, restaurantes y hoteles, convertían el duro viaje en días de placer y quedabas con ganas de que la ocasión se repitiera con la mayor celeridad posible. En alguna de estas ocasiones me acompañó mi mujer, también cansada de estar siempre encerrada en casa y juntos disfrutamos de esos viajes, que nunca nos parecieron de trabajo...
La ventaja de empezar de cero es que cualquier cosa conseguida, por pequeña que sea, te satisface y alegra. Para la gente humilde no hay nada pequeño; todo son grandes metas y satisfacción cuando las consigues. Es la riqueza de los pobres, ¡nuestra única ventaja...!

RAFAEL FABREGAT

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