Pues sí amigos. Está ratificado por el Consejo de Ministros de Agricultura de la Unión Europea, el nuevo acuerdo con Marruecos sobre el libre comercio de frutas y hortalizas. La medida, proyectada para facilitar la exportación de carne, leche y cereales de Europa al vecino país destruye, una vez más, los ya mermados intereses agrícolas españoles puesto que, en contrapartida, el acuerdo permite la entrada a la UE de los productos horto-frutícolas marroquíes sin barreras arancelarias. Con menos controles sanitarios y de calidad que los que a España se le exigen y con la diferencia de costes de producción, la fruta y las hortalizas de un país africano, inundará los mercados europeos mientras España, europeo y miembro de pleno derecho, tendrá que abandonar sus campos dejando a miles de ciudadanos sin trabajo. ¿Para eso entramos en el Mercado Común?. ¿Donde estaban los políticos españoles cuando se pactó este acuerdo?.
Pues bien, como es fácil suponer, la representante de España estaría en la misma mesa que los demás pero, eso sí, calladita... ¡para no molestar!. Ese es el papel que nuestros políticos están haciendo en Europa. Con amigos como esos, no hacen falta enemigos.
Para el resto de países comunitarios, no es una cuestión personal contra España, ni de simpatía hacia el reino alauita, sino una simple cuestión de intereses. El problema es que siempre que surgen acuerdos favorables para unos, otros acaban pagando los platos rotos y, de acuerdo con las leyes de la selección natural, las pulgas siempre van a parar al perro más flaco. Un perro sin dueño, un rebaño sin pastor... que hoy (una vez más) se llama España. ¿Como se compensará a nuestros agricultores?. No hay problema, con unas ayudas que nadie sabe como se repartirán, todo solucionado.
¡Un parche más!. Porque, claro, en este asqueroso mundo en el que nos ha tocado vivir, nada es gratuito.
Solo la región murciana estima el desastre derivado de este acuerdo, en la pérdida de 100.000 empleos. Según declaraciones del presidente de esta comunidad, la representante del gobierno español y ministra del PSOE, votó a favor de este acuerdo que destruye los intereses del campo español. Al respecto, también el secretario de agricultura de COAG recuerda que, en los "Acuerdos de Lisboa", se pusieron condiciones en cuanto a tratados con terceros países, que no se están cumpliendo en el caso de Marruecos añadiendo, además, que este acuerdo deja la puerta abierta a numerosos productos que amenazan la economía agrícola de todo el Estado. No se trata solo de la fruta y hortalizas murcianas, sino que el acuerdo incluye cítricos y hasta el aceite de oliva.
Por su parte el secretario general de ASAJA en Murcia señaló que la rentabilidad agrícola española caerá a cotas que obligarán al masivo abandono del campo, apostillando que el coste diario de un trabajador marroquí equivale a una hora de trabajo en la Región murciana, lo que viene a significar una competencia desleal respecto a España. Dicen que para que las cosas se arreglen, todavía tienen que empeorar más, pero... ¿Habrá arreglo?.
- ¿A qué cotas habremos de llegar -me pregunto yo- para que los españoles digan ¡basta ya!?.
Hasta ahora y con el único objetivo de seguir en la poltrona, el gobierno ha ido llenando los platos. De patatas con carne y no de carne con patatas, que es lo que le gusta al personal, pero bueno... Lo importante es llenar el estómago. En este momento el saco de las patatas está casi vacío y, apoyando acuerdos totalmente contrarios a los intereses españoles, cada día más vacío estará.
Claro que en Marruecos las patatas no son caras... ¡las compraremos allí!. Solo hay un pequeño problema y es que para comprar hace falta dinero. El dinero que no tenemos.
Con un poco de suerte, una vez más, el barco del Banco Central Europeo nos salvará del naufragio pero... ¿a qué precio?. ¿Hasta qué profundidad cavaremos nuestra tumba y cuanta "madera" necesitaremos para poder construir la escalera que nos permita salir de la misma?.
Aunque me gusten más unas cosas que otras, ya lo he dicho en otras ocasiones, no soy de ningún partido concreto. Soy lo que se dice, un tipo raro. Yo me defino como democrático-liberal y al no tener claro al 100% el significado que se le da a esta etiqueta, apostillo que soy un amante de la libertad bien entendida, sin abusos. Por lo tanto, no estoy de acuerdo con huelgas que impidan el libre acceso al trabajo de aquellos que tengan otra opinión al respecto; tampoco soy partidario de las intolerantes manifestaciones que arrasan e incendian los bienes públicos y privados. Desde mi punto de vista, las condiciones de trabajo en la mesa de negociación y las manifestaciones en las urnas.
Lo de que tantas veces pagamos justos por pecadores, es algo tan viejo que ya lo tenemos asumido, pero que yo no esté contento no significa que no lo estén los demás. Por lo tanto, el que no esté contento en su trabajo que busque otra cosa, sin arriesgar el trabajo de quien sí lo está y el que no esté de acuerdo con el gobierno que vote otra opción. Así de sencillo. ¿Que no te gusta lo que ha salido?. Pues te aguantas hasta la próxima votación. En democracia el resultado de las urnas es el que manda. Lo que yo ya no tengo tan claro es que, dos que han perdido, se junten para desbancar al que ha ganado. Eso son... ¡apaños de sinvergüenzas! y en esa clase de chanchullos los políticos son especialistas. Tan especialistas, que son ellos mismos quienes lo aprobaron... Y, mientras tanto, el votante ¡que se joda!.
Es lo que hay, ¿Qué podemos hacer nosotros...?.
RAFAEL FABREGAT
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