La temporada 2.010, en la zona en la que nosotros acostumbramos a buscar setas, es tan mala que cada día que voy a buscar digo que será el último. Pero el aficionado, ya se sabe. A la semana siguiente y aunque no haya caído una sola gota de agua y solo el viento barra el bosque a recorrer, con la excusa de "pasar el día" vamos nuevamente por ver si suena la flauta.
De todas formas será también porque, hasta ahora, ningún día hemos regresado a casa con menos de 5 o 6 Kg. de setas, si bien es cierto que tal acontecimiento se debe a que recogemos no menos de 30 especies las cuales suman más de la mitad de lo encontrado, siendo el resto rovellones.
Este año hemos sumado, al total de especies conocidas y consumidas, dos más. La Cantharellus Cibarius(foto 1), poco común en nuestra zona, y la Tricholoma Equestre(foto 2); lo mejor y lo peor que hubiera podido ocurrirnos.
Ya hace unas cuantas semanas que encontré, por primera vez en mi vida de boletaire, la famosa Cantharella o Rosinyol; en cantidades escasas pero suficientes para que, tanto nosotros como nuestras hijas, pudiéramos disfrutar de un revuelto de tan extraordinaria seta, a la que yo calificaría con el número uno de lo conocido por mí hasta ahora. Este hallazgo se repitió en semanas posteriores y en la última en que busqué por esa misma zona, recogí dos ejemplares de otra que no conocía y que me dio una buena impresión. Tal como tengo por costumbre a mi llegada a casa investigué esta nueva seta y no encontré respuesta a mi curiosidad. No es que no estuviera en los diferentes libros de los que dispongo, pero ese día no la encontré y los dos hermosos ejemplares fueron a parar al cubo de la basura. Al día siguiente, cuando ya era tarde, localicé la variedad en uno de mis libros y con la máxima puntuación de calidad: ¡excelente!.
Esta última semana, en sitio diferente, volví a encontrar media docena de ejemplares de la misma especie y, al haber leído las excelencias de su comestibilidad, los recogí con interés.
Una amiga, que nos acompañaba, recogió también algunos ejemplares pero dijo que lo consultaría en sus libros puesto que recordaba haber leído que eran tóxicos. Llegados a casa volví a consultar los míos que, ya con la ventaja de saber el nombre de la seta, me dijeron rápidamente que la seta era de excelente calidad. Por la mañana, le dije a mi mujer que me preparara esta nueva seta frita, simplemente con unos ajos y acompañada de unas tiras de jamón dulce. El bocadillo era pequeño y sobrando material también mi mujer se preparó otro pequeño bocadillo para probarlas. A media mañana sonó el teléfono...
- Montse, Montse! -se oyó al otro lado del aparato.
- Dis-me Manola, dis-me -repondió mi mujer.
- No res, que et telefonave per dir-vos que no menjeu els bolets que vam replegar ahir perque son molt perillosos -dijo la interlocutora.
- Pues ja has fet tard. Se'ls hem menjat tots este matí -dijo mi mujer tranquila.
- ¡Ay...! és què alguns llibres diuen que son bons i altres que son roïns. Jo desde luego no me'ls pense menjar -dijo ésta.
- Bo pues nosaltres no ens notem molestia de cap mena -dijo tranquila mi mujer.
- Millor, ja ens vorem. Adeu! -se despidió la amiga.
- Adeu! -dijo mi mujer.
Ayer, lunes 25 de Octubre 2.010, entré en internet con la idea fija de aclarar esta controversia y efectivamente hace unos años (1.998) se descubrió que el Tricholoma Equestre, la famosa "Seta de los caballeros", considerada desde tiempo inmemorial una seta excelente que los nobles se reservaban para sí al tiempo que para los criados dejaban especies de más basto sabor, es muy peligrosa y ya se aconseja mundialmente no consumirla. En 2.001 quedó publicado que esta seta, comida en gran cantidad y de forma repetitiva (al menos tres días seguidos), puede producir rabdomiólisis, una toxicidad desconocida hasta el momento actual que destruye los músculos estriados y que puede llegar a producir la muerte, por insuficiencia respiratoria y cardiaca.
La primeros síntomas parecen ser dolor muscular en las extremidades inferiores, debilidad, sudoración y fiebre con signos de afección renal (orina oscura); naúseas sin vómito y dificultad respiratoria.
De momento no tenemos síntoma alguno pero es pronto todavía puesto que el periodo de incubación es de 30 a 60 horas tras la ingestión. Desde luego, a pesar de su excelente sabor, no pensamos recoger nunca más esta variedad. Como bien dijo (no sé quién) todas las setas se pueden comer, pero algunas... ¡solo una vez!.
Esperamos tener la oportunidad de decidirlo por nosotros mismos.
EL ÚLTIMO CONDILL
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