21 de agosto de 2010

0138- PREPARANDO EL CAMINO...

Cabanes, 15 de Enero de 1.973.
Como ya he contado en entradas anteriores, mis padres se han dedicado toda su vida a la confección de escobas de palma y caña y yo, que siempre tuve muchas dudas al respecto, he llegado a la conclusión que, introduciendo algunas mejoras, también puede ser para mí y para mi futura esposa una de las mejores opciones, como así se desmostrará con el tiempo. Sobre todo teniendo en cuenta nuestro carácter independiente.
Después de tres años largos de noviazgo nuestros padres, viendo la pareja consolidada, nos hablaron de la posibilidad de comprarnos una casa en la que fijar nuestro futuro nido de amor. Nosotros, naturalmente, encantados.
Nos dicen que se trata de una oportunidad única puesto que es justamente en la calle Delegado Valera (carrer de Castelló), uno de los más estimados de la población, donde está la opción de compra. 

Bueno, realmente las opciones son dos y ambas al mismo precio pero bastante elevado. Una verdadera fortuna que nadie quiere pagar, a pesar de ser muchos los interesados en estos inmuebles.
La primera era una casa de aproximadamente 80 m2 de solar, ubicada en el nº 42 y totalmente a reformar. Situada prácticamente frente a la Plaça de l'Arbre, es un lugar privilegiado cercano a la plaza central del pueblo y doblemente para nosotros que nos hemos criado en ese mismo barrio. 
La segunda opción es, en esa misma calle pero en el nº 104-106-108, por lo tanto mucho más apartada del centro de la población, esquina a la calle Tinença de Benifassà, ya próximo a la Ctra. de Zaragoza. 
Se trata de la llamada Era de Sieteperras, un solar totalmente irregular de aprox. 300 m2 de superficie, (16 m. de fachada, por 17 m. de fondo a la derecha, 21 m. de fondo a la izquierda y 12 m. en la parte trasera) todo él rodeado de una pared de mampostería de 2,50 m. de altura y con un pajar central de 50 m2. perfectamente techado. 
Consultados por nuestros padres, mi opinión fue clara. Si importante era la casa para una pareja que tenía previsto casarse en breve, en nuestro caso también lo era tener un almacén en el que instalar el negocio familiar que permitiera ganarnos la vida, ya que entonces los de los polígonos industriales y las naves-almacén todavía era desconocido por estos lares. 
Con esta premisa, nos decidimos por la segunda opción y el día 2 de Febrero de ese mismo año 1973 se llevó a cabo la compra.
Las propietarias, dos hermanas solteras de edad avanzada, intuyendo nuestro deseo de construcción inmediata del solar, nos brindaron la posibilidad de hacer la escritura por una cantidad a cuenta de 50.000 pesetas y prestarnos el importe restante durante dos años, al interés del 5% anual. 
Aceptamos encantados y, de un plumazo, nos vimos propietarios del importante solar y con una cifra considerable de dinero en nuestra cuenta. 
En los pueblos las noticias vuelan y a las veinticuatro horas recibimos visita del vecino lindante con el solar, rogándonos que le vendiéramos una parte del mismo. 
Considerando que realmente el solar era excesivo para nuestras necesidades y de difícil construcción, accedimos a venderle 4 m. de fachada junto a su casa. Le pedimos casi la mitad de lo que había costado la totalidad del solar, pero 
aceptó y se llevó a cabo la venta. El solar seguía haciendo esquina y grandioso pero, no habiendo pagado buena parte del solar y habiendo vendido una parte del mismo, nuestra cuenta mosytrado un saldo considerable que invitaba a iniciar la construcción del solar, que ahora tenía 228 m2. aunque faltaba todavía una última merma del mismo...
Pedida al Ayuntamiento licencia de obras, éste nos obligó a retirarnos algo más de metro y medio para darle mayor ancho a la calle lateral (entonces un simple camino) y el solar quedó reducido a 190 m2. ¡Más que suficiente! -pensamos. 

Había mucho trabajo para adecuarlo y tanto yo como mi novia seguimos trabajando para nuestros respectivos padres, acudiendo al solar al final de la jornada. Unas verdaderas fieras. Decidimos hacerlo poco a poco, en fines de semana y festivos. Primeramente quitamos el tejado del pajar y vendimos las tejas a un constructor local sacando un buen dinero. Después derribamos las paredes del mismo y con los materiales del derribo fuimos nivelando el solar. Al tener que retirarnos, el muro no estorbaba para excavar la zanja para la futura cimentación y nos pusimos manos a la obra. Para entonces yo, aprendiz de todo y maestro de nada, ya tenía los planos de la futura casa hechos y marcamos lo que serían las paredes perimetrales (0,40 m. de ancho x 58 m. lineales) y los tres hoyos (1,50 m. x 1,50 m.) para los pilares que soportarían el peso de toda la casa. La profundidad la marcaría el terreno. Si era posible había que llegar a la roca. La excavación manual de los tres hoyos la dimos a destajo a un vecino y amigo (Paquito el de Basilia) que se brindó a ello por la cantidad de 5.000 ptas. siendo la profundidad la que marcara el terreno, con obligación de llegar a la piedra dura. Nosotros, mi novia y yo, empezamos a excavar los 58 m. perimetrales. Yo iba cavando con"l'aixà escarpellera" y sacando la tierra con "lligona i cabasset" encargándose mi novia Montse de vaciarlo en los puntos bajos del solar. 

Tratándose de una antigua Era, la tierra blanda apenas llegaba a los 30 cm. de profundidad y por debajo estaba duro e imposible de cavar. Decidimos dejarlo y esperar a que lloviera lo cual, en aquellos años, era bastante frecuente. Pronto llegó una pequeña tormenta y el agua corrió alegre por las calles, inundando todo el perímetro excavado ya que, al ver que la lluvia estaba próxima, hicimos un "cavallón" de unos dos metros de largo, diagonal a la propia calle y el agua entró en nuestro solar inundando la zanja.
Cuatro días después la tierra, reblandecida pero sin fango, permitió una nueva excavación en todo el perímetro a cavar que nos llevó hasta más de medio metro de profundidad. Se esperaron nuevas lluvias y se repitieron las excavaciones hasta llegar a la dura piedra; en algunos puntos con una profundidad de casi 2 m. También el vecino contratado, con el mismo sistema de irrigación había terminado dos de los hoyos que habían llegado a la piedra y estaba en el tercero con casi dos metros de profundidad, que yo dí por suficiente a pesar de no salir la piedra. 

Era conveniente realizar la cimentación antes de que llegaran nuevas lluvias y así nos lo aconsejaron los padres que se avinieron a ayudarnos. El solar estaba completamente nivelado y limpio a excepción de tres montones de piedras, las más grandes que habían salido de las paredes de mampostería del pajar, y que guardábamos para ahorrarnos parte del hormigonado de cimentación. 
Con la ayuda de nuestros padres y totalmente a mano, preparamos una hormigonada tras otra hasta que se llenó por completo la zanja perimetral. El sistema de llenado fue una capa de hormigón (30 cm. de altura) y una fila de piedras gruesas y así sucesivamente hasta que la última capa de hormigón, perfectamente llana rebosara a nivel del solar. Los hoyos, siendo necesario que al menos el pilar central fuera de hormigón armado de 40 x 40 cm. y 3,50 m. de altura, los llenaron los constructores y amigos (Hnos. Trilles) con el varillaje de acero correspondiente a un encofrado en perfectas condiciones. Los otros dos pilares restantes, aunque estaba previsto hacerlos con ladrillo de panal, también se proveyeron del varillaje correspondiente. 

Los amigos y constructores Hnos. Trilles tenían más de dos años de trabajo pendiente y no pudieron hacer nada más por nosotros. Con estas operaciones el solar quedaba nivelado, limpio y acabada toda su cimentación y pilar central, así como iniciados los dos pilares restantes. 
Llegados a este punto se imponía el encontrar albañil que se hiciera cargo de la construcción de la casa. Todos los constructores de la localidad tenían más de un año de lista de espera y nosotros no queríamos esperar puesto que, cada dos por tres, los materiales subían de precio y nuestras expectativas se desvanecían en el aire. Contactamos con un tal Safont de Vall d'Alba, hermano de "el sastret" de la localidad, que unos meses atrás había construido la Cámara Agraria ,local. Nos dijo que podía hacerlo en breve y visitó el solar y tomó nota de lo que pretendíamos hacer. A las veinticuatro horas ya nos pasó un presupuesto inasumible. Naturalmente le dijimos que solo disponíamos de algo más de la mitad, por lo que se avino a construirnos la primera planta para poder utilizar el almacén, poniendo sobre el mismo un tejado provisional de "Uralita", a fin de poder reanudar la obra más adelante, cuando tuviéramos mayor disponibilidad económica. 

Quedamos disgustados y sin saber que hacer. En principio quedó descartada la obra parcial y los proyectos quedaron paralizados. Mi novia Montse siguió trabajando en su casa y yo en la mía hasta que llegado el verano y habiéndose quedado mi padre corto en la compra de cañas, para obtener mangos suficientes para la campaña, me pidió que visitara a un tal Magín de Torre Endomènech que le habían dicho que comerciaba con cañas. Así lo hice y con mi SEAT-600 me encaminé al citado pueblo donde pregunté por él. Ya en su casa llamé a la puerta y salió su mujer diciéndome que estaba trabajando en la obra pero solo tres puertas más abajo de la suya. Allí fui y la puerta estaba abierta pero nadie a la vista. Llamé y me respondieron desde el piso superior diciéndome que subiera. Había dos albañiles: un tal Josep ya mayor y el llamado Magín de unos cuarenta años de edad.
- Bon día. M'envie el meu pare. Soc de Cabanes i, si ens entenem, et comprariem tota la canya grossa que tingues -le dije.
El tal Magín, había colocado fácilmente toda la caña mediana para el cultivo del tomate y la judía verde y no sabía que hacer con la gruesa, por lo que el trato fue fácilmente llevado a cabo. 

Cerrado ya el asunto de las cañas y viendo que su profesión principal era la de albañil, consideré conveniente exponerle mis deseos constructivos y mi fracaso económico.
- Així que tens eixos diners i no pots fer-te el que nessesites? -recalcó.
- Dons no, no. Jo també pensave que tindrie prou però... -le dije.
- I dius que el solar no arrive als 200 m2.? -repite.
- Cent noranta metres, pero tan sols tinc eixos diners. Aixó no vol dir que si tan sols en feren falta uns pocs més... tal volta puguera trobar-los. No sé... -respondí desganado.
- Calla, calla. Et sobren diners! -exclamó.
Yo, asombrado por aquella declaración, no sabía que responder...
- Vosaltres -dije mirando perplejo a los dos- em la farieu amb eixos diners? -pregunté incrédulo.
- Naturalment que sí, i quant tu vullgues! -me dijeron solícitos.
- Pues ja mateix -respondí yo.
- Home, hara mateix... Estem acabant de xapar ací i després hem de teular amb Uralita un petit garatge. Després vindrà el raïm i acte seguit les atmelles pero ¡Mmmmm! La primera setmana d'Octubre podem començar la teva casa... -me dicen- Que et semble?.
- Per mi conforme, la setmana abans pujaré jo perque si vos tinc que ajudar al trasllat d'alguna ferramenta -me brindé solícito y entusiasmado- De totes formes m'agradarie que vinguereu a vorer el solar a fi de vorer si realment creieu que se podrà fer l'obra amb eixos diners.
- Cap problema; el dissabte a les vuit del matí acudirem al teu solar!.
- Així quedem -dije yo.

El sábado siguiente a las ocho de la mañana acudí al solar. Ellos ya estaban allí viendo el pilar central, las vigas de hierro y la cimentación realizada, pareciendo conformes con la opinión expresada días atrás.
- Sols veiem un problema -me dijeron preocupados.
- Vosaltres direu -indagué.
- Nosaltres eixes vigues de ferro que tens preparades, no podem pujar-les damunt dels pilars i encara menys les del pis que esté que fer al damunt -me dicen consternados.
Yo respiré aliviado...
- Que no vos preocupe eixe asumpte. Ja el tinc resolt. El meu sogre és el jefe de la bodega Cooperativa i allí tenen un "quinal" amb el que pujen i baixen la cuba del camió i, per lo que pareix, de pes superior al de cada una d'aquestes vigues. -respondí.
Aliviados por lo que consideraban un impedimento irreparable, nos despedimos hasta la última semana de Septiembre, no sin antes acordar que la obra se haría a jornal; 130 Ptas. la hora para el encargado (Josep), 125 Ptas. para Magín y 90 Ptas. para los peones o "menobrers"

Tal como se había convenido la última semana de Septiembre subí a la Torre Endomènech, con el motocultor de mi suegro, para recoger sus "ferramentes, andamis, taulons, regles i dos pasteres".
El lunes de la primera semana de Octubre, un coche lleno de gente paró junto a nuestro solar. El jefe de obra (Josep), el oficial de 1ª (Magín) y tres peones que les prepararían el cemento y los ladrillos, estaban allí dispuestos e ilusionados a comenzar la que sería la casa mas grande de su carrera constructiva. Dos días antes Fernando el Xurro había descargado dos camiones de ladrillos, al tiempo que el camión de la Cooperativa había traído también dos viajes de arena y El Arco cincuenta sacos de cemento y dos de yeso. 
También Montse y yo la tarde anterior, al finalizar nuestro trabajo, con el motocultor de mi suegro habíamos acarreado del abrevadero situado junto a los lavaderos municipales, dos bidones de 200 l. de agua.

Se plantaron los "regles" de rigor y se tendieron los hilos correspondientes, mientras los ayudantes prepararon la primera "pastera" de material. Todo estaba preparado. Como Jefe de obra, Josep llenó una caldereta y colocó el primer ladrillo con el que se iniciaba la construcción de nuestra casa. Mis ojos y los de Montse mi novia no derramaron lágrima alguna (solo faltaría) pero la emoción nos embargaba. 
En aquella primera semana el perímetro de la planta baja (58 m. de largo por 4 m. de altura) estaba terminado, construidos hasta ese mismo nivel los dos pilares de panal y colocadas las dos vigas de hierro, con la ayuda del "quinal". Se colocaron las vigas de hormigón de la mitad de la casa y se aprovechó aquella planta parcial para instalar el "quinal" sobre la misma a fin de permitir la subida de las vigas de hierro para la segunda planta. Subidos los pilares se instalaron las otras dos vigas de hierro y, entonces sí, se pudo terminar el forjado del primer piso. 
Cuando todo el forjado de la planta baja (futuro almacén) fue terminado, solo habíamos gastado la tercera parte del presupuesto. 

Fue entonces cuando vi que realmente podríamos acabar la casa, aunque la cosa no fue fácil. Los trabajos en la segunda planta se ralentizaron y más aún en la tercera.
A la obra se subía por la correa de la escalera, aún sin construir los peldaños y cuando se hubo colocado la última pieza de Uralita del tejado, ya viernes a última hora de la tarde, Josep, el Jefe de obra, tras cobrar el dinero correspondiente a la semana en cuestión me dijo:
- La setmana que ve farem els escalons de l'escala.
- Ho senc molt Josep, peró t'acabe de donar els ultims diners que ens quedaven -le dije. - Ací s'acabe l'obra, el dilluns ja no baixeu. Si hem de fer algo més ja vos ho diré.
Josep que ya se lo temía, aunque la jornada ya había finalizado, encarándose con sus demás compañeros dio una última órden:
- Prepareu una pasterada de material i repartiu rajoles del 22 per tota l'escala. Anem a fer un accés provisional.

A pesar de la hora, ya intempestiva, colocó uno tras otro tantos ladrillos como escalones había de tener en un futuro la escalera, desde la planta baja al segundo piso. A pesar de trabajarse a marchas forzadas, aquello les llevó casi dos horas acabando casi sin luz y no queriendo cobrar el tiempo adicional empleado. A instancias mías, mi novia Montse también presente, les dijo:
- Se'ns han acabat els diners, però demà dissabte volem que torneu, a les voltes del migdia; Rafael i jo estarem ací esperant-vos i fent una paella que volem compartir amb vosaltres.
La invitación fue acogida con alegría y al día siguiente se celebró aquella comida de hermandad y agradecimiento a todos por los esfuerzos y colaboración recibida, despidiéndolos con todo el dolor de no poder hacer nada más. De todas formas la obra prevista estaba realizada.

La casa estaba terminada (aguas fuera) con toda la altura prevista; lista para albergar el inmediato taller con el que ganarnos el sustento y lista también para ubicar, en el futuro, la vivienda familiar. El coste total de la obra habían sido el importe disponible y una cantidad adicional que  pedimos a la Caja Rural. 
El día dos de Enero de 1974 adecuamos el almacén y recepcionamos herramientas y materiales para iniciar nuestra andadura empresarial tras las Fiestas Navideñas. Trece meses después, el día 2 de Febrero de 1.975, las antiguas propietarias del solar cobraron el dinero prestado y sus intereses pactados. También empezamos aquel mismo año la construcción de nuestra vivienda en aquella primera planta, hasta entonces una gran sala vacía, pero eso ya forma parte de otra historia puesto que el 7 de Diciembre de 1.973 nos casamos y empezamos una nueva vida que ya relataré en otra entrada. El coraje que en 2008 asfixió a tantas personas, dejándoles endeudados y en la calle, entonces fue para nosotros interesante y factible. La vida es cuestión de suerte y, naturalmente, de mucho esfuerzo...

RAFAEL FABREGAT

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