A todos nos gustaría saber cual es el trabajo de los políticos y muy especialmente el de los sindicalistas que, sin duda alguna, ganan más arriesgando y trabajando muchísimo menos.
Naturalmente trabajo en mayúsculas, es decir, actividad que justifique sobradamente el sueldo que cobran y que no puede ser otra que buscar soluciones que lleven al bienestar general de los ciudadanos que les votan.
2.008, 2.009, 2.010... ¿2.011 también? Pero, ¡por favor! ¿Hasta cuando ha de durar en España esta maldita crisis?
¡Necesitamos soluciones, no parches!
Naturalmente nadie quiere que ninguno de nuestros congéneres pase penalidades, pero "pan para hoy" no ha sido nunca la solución y solo es válido cuando se trata de un plazo breve y casos puntuales.
La fórmula de dar comida al hambriento ha sido la aplicada siempre en los países tercermundistas y todos (los actualmente parados también) siempre hemos dicho que la solución no es dar pescado, si no buscar e instaurar las condiciones adecuadas para que cada uno pueda pescar por sí solo. Sin limosnas que a fin de cuentas, en este caso, salen del bolsillo de quienes las reciben.
Y el político que no sea capaz de vislumbrar al menos una pequeña luz en la lejanía... ¡que se marche a su casa! que, seguramente, no necesitará ponerse a la cola del paro para poder hacer frente a sus gastos.
En cuanto a la salud, como es natural, ni el más loco de los mortales reniega ni ha renegado nunca de su exceso, pero no ha sido siempre así en lo concerniente al trabajo.
Todavía no hemos olvidado la mullida época en la que todos trabajábamos "demasiado", o al menos eso nos parecía. Hoy lo recordamos con nostalgia y desesperación. Nostalgia por la amplitud de perspectivas que esa situación nos ofrecía. Nada era demasiado para cualquier persona que tuviera ganas de trabajar, puesto que con esfuerzo y tesón todo era posible. Desesperación porque no creo que pedir salud y trabajo sea pedir demasiado, cuando uno es joven y tiene ganas de progresar a través de su esfuerzo personal. La salud es un bien que no todos poseen pero sí la mayoría, especialmente cuando uno es joven. En cuanto al trabajo debería ser un derecho al que todos pudieran acceder y desgraciadamente esto no es así y especialmente en este momento.
Si quienes manejan los hilos de la política y del capital trabajaran única y exclusivamente por el bienestar común, en el sentido más amplio de la palabra y no en el logro de sus intereses particulares, la famosa y desgraciada crisis que estamos atravesando y otras muchas que ha habido anteriormente y que se repetirán sin duda en un futuro más o menos próximo, serían de todo punto impensables.
El mundo tiene mecanismos naturales suficientes para alimentar sobradamente a todos cuantos habitamos este planeta y algunos más, aunque... no debemos olvidar que el bienestar generalizado hace aumentar la población mundial y la Tierra, como todas las cosas, tiene unos límites que no deberíamos traspasar.
Sin embargo a pesar de esos mecanismos, naturales o no, que pueden alimentarnos sobradamente a todos, la mala gestión de los mismos es la lacra que arrastra la humanidad desde el inicio de la vida. Una cuestión lamentable y sin solución provocada por ese mecanismo que, suavizando las palabras, llaman autodefensa y que no es otra cosa que el egoísmo natural que tenemos instalado en nuestro cerebro.
Inicialmente se trataba de "comer sin ser comido" pero, con el paso del tiempo, se trasformó en "todo para mí y nada para tí" y por si esto fuera poco, a esto se sumó también el afán de poder.
La primera necesidad vital es el comer, pero cuando el estómago está lleno nace el afán de la notoriedad. Para muchos, ser más que su vecino es lo más importante, superior incluso al poder económico... aunque suele ir parejo.
Como los animales más irracionales no solo de pan vive el hombre si no que, satisfecha la necesidad de alimentarnos, entra en juego la de ser jefe del clan o, al menos, parte del grupo que lo dirige.
RAFAEL FABREGAT
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