La evolución del ser humano hace que el vello corporal haya desaparecido, casi por completo. En la antigüedad, como raza descendiente de los primates y forma de protección del entorno, nuestro cuerpo estaba cubierto de pelo en su totalidad y así sigue siendo todavía en los animales que viven en ese medio selvático.
Se estima que esta raza de animales surgió al final del Cretácico, alrededor de 60-80 millones de años atrás. Un grupo que abarca indivíduos de apenas 30 gramos (Lémur ratón) hasta los 200 Kg. que puede llegar a apesar un gorila oriental y que siguen siendo casi idénticos a cuando se creó la especie.
El vello no tiene otra misión que la de proteger el cuerpo de los posibles traumas, la insolación y las infecciones. Por consiguiente el ser humano, debido a su evolución, ha ido perdiendo la mayor parte del pelo, puesto que cada día va siéndole más innecesario.
La transformación de nuestra especie, ha hecho que apenas tengamos necesidad de conservar el pelaje que la naturaleza nos proporcionó a lo largo de los millones de años de nuestra existencia. Sin embargo, el que nos queda, sigue teniendo su función y por eso sigue acompañándonos a día de hoy y muy especialmente el de la cabeza. A todas las agresiones anteriormente citadas, al vello púbico se suma el hecho de servir como reclamo erótico. Además del poderoso reclamo que supone la pilosidad de las zonas genitales para ambos sexos, el vello femenino protege los delicados tejidos de la zona y acumulan el olor que desprenden las glándulas genitales.
Sin embargo las modas actuales imponen cuerpos lampiños y muchos jóvenes de ambos sexos proceden a depilarse esas zonas. Desde el punto de vista médico no hay problema de llevar a cabo esas prácticas pero, siempre y cuando no surjan irritaciones o procesos alérgicos.
RAFAEL FABREGAT
(*).- Visto en muy Interesante.
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