28 de septiembre de 2023

3135- POR FIN, PARIÓ LA BURRA.

Estaba claro. 
Algún día habría de ser y estamos a finales del mes de Septiembre, treinta días o más de la fecha en que salen los primeros robellones en Mosqueruela; fecha excelente para buscarlos en Vistabella y primeros que ya pueden encontrarse en los pinares de Cabanes, La Pobla Tornesa y Vilanova d'Alcolea.
Como la lluvia, el frío o el calor se pueden adelantar o atrasar, pero tarde o temprano llegan, siempre que no haya heladas. 
Así ocurre con todo tipo de setas, que suelen tener unas fechas habituales para brotar pero que es la combinación de temperatura y humedad la que realmente prevalece a la hora de emerger de la tierra, para disfrute de los aficionados a la búsqueda de este maravilloso manjar.

Poco o nada se dice de los hallazgos micológicos que se hayan producido al norte de nuestra provincia castellonense pero lo que sí sabemos es que en nuestra zona ya se han encontrado y en bastante cantidad.
¿Donde?. Ay amigos... Esta pregunta tiene difícil respuesta puesto que quien tiene el conocimiento y la suerte de encontrarlos, difícilmente suele decirle a nadie su zona de búsqueda y muy especialmente si se trata de los primeros hallazgos de la temporada.
Lo único cierto y probado es que haberlos haylos. Ahora son los aficionados quienes tienen que buscar en los sitios que conocen a fin de, no pudiendo ser los primeros en hallarlos, ser los segundos en poder degustarlos, para envidia de propios y extraños. Ya no es necesario subir a pueblos tan alejados como Mosqueruela o Vistabella. Los tenemos aquí, a un tiro de piedra de nuestro querido Cabanes. Suerte y buenas piernas.

RAFAEL FABREGAT

5 de septiembre de 2023

3134- NACIDO AYER.

Bueno... el título de esta entrada no se corresponde exactamente con la realidad, puesto que tengo cuplidos 74 años de vida, pero la medicina es una caja de sorpresas y algunas veces, como la Lotería, puede tocar en cualquier parte. Así pues, no nací ayer pero hace poco más de una semana que he recuperado una parte importante de mi bienestar y por lo tanto de mi vida. Pero vayamos al grano...
Hace más de un año que me sentí enfermo, pero la evolución fue muy lenta y apenas fuí consciente de lo que me había caído encima hasta mucho tiempo después. La ausencia de dolor o molestias de cualquier índole fue la culpable de que no acudiera a buscar ayuda médica inmediata. De todas formas en este tipo de enfermedades (Linfoma) no se sabe si prolongando la vida ganas o pierdes. Es cuestión de criterios. No fue fácil luchar contra una enfermedad que había colapsado todo el Sistema Linfático pero ahora, que me siento rejuvenecer, ya lo tengo más claro... Como todo el mundo, ¡quiero vivir!.
Fue en Agosto del pasado año 2022 cuando empecé a encontrarme extraño, sin la vitalidad suficiente, pero no fuí a buscar ayuda médica hasta pasados más de tres meses, cuando vi que las fuerzas me abandonaban. Y empezó el peregrinaje...
El "Médico de Familia", persona a la que estimo como si realmente familia mía fuera, me remitió al Internista y éste al Hematólogo pero todos ellos sin emitir un diagnóstico claro que diera luz al siguiente destinatario de mi caso. Finalmente llegué a manos del especialista correspondiente. Tras un "concienzudo" examen y vistas las pruebas aportadas por los especialistas que llevaron el caso con anterioridad, esta persona, de la que obviaremos nombre y especialidad, llegó a la conclusión de que ya nada podía hacerse por mi.
Viendo que, en mi caso, no había tratamiento válido aplicable, me preguntaron si quería irme a mi casa y me dieron a firmar unos documentos que les exoneraban de cualquier responsabilidad. No sé, ni seguramente sabré nunca, pues tampoco lo he preguntado, como mi caso trascendió por los despachos del Hospital General pero lo cierto es que apenas dos horas después de llegar a casa sonó el teléfono. Era sin duda mi "Angel de la Guarda", más claramente el doctor D. Luis Serrano Picazo, especialista del Equipo de Hematología, al que no conocía de nada y que tampoco me había visitado antes. La conversacion fué breve: 
- ¿Es Ud. Rafael Fabregat Condill, de Cabanes?.
- Sí señor.
- Si tiene a su mujer o alguna de sus hijas ahí con usted, dígales que se pongan... ES MUY URGENTE.
- Dígame... 
- No perdamos el tiempo en explicaciones... ¡Espero que en el plazo máximo de una hora se presenten con el enfermo en el Departamento de Hematología del Hospital General Universitari de Castelló.! (1ª planta.)
Yo, ya apenas caminaba. Más bien arratraba los pies... Llegados allí, lo que sigue son cuestiones técnicas que ni siquiera llegué a escuchar. El asunto es que, según este doctor, había una posibilidad de tratamiento. Remota, pero la había. De no hacer nada me quedaban cuatro ó cinco días de vida. Había que agarrarse al "clavo ardiendo" que nos ofrecían y así lo decidieron mi mujer y mis hijas. La mejor habitación del Hospital (150) estaba libre y a mi disposición, con un equipo de cuatro médicos y una docena de enfermeras y varias auxiliares más, para atender cualquier necesidad de paciente y acompañante, incluida cama para este último. Naturalmente ingresamos y todos se pusieron a nuestra disposición. Lo más chocante es que en mi familia no conocíamos a nadie como para aspirar a tales privilegios. Todo llegó "del Cielo". Añadir que mi mujer y mis tres hijas organizaron inmediatamente un turno rotatorio que impidió dejarme solo en ningún momento de las 24 horas del día.
Las primeras medidas hospitalarias fueron sondarme, colocación de mascarilla de oxígeno y postes en ambos lados de la cama para mi alimentación y medicación por vía intravenosa, con sus aparatos de control correspondientes, etc.
Habitación, ropa de cama y paciente excrupulosamente lavados y cambiados cada día. 
Así transcurrió una semana tras otra, constatándose una mejoría progresiva que acabó mandándome a casa, mes y medio después. No fue un milagro. Cada día, aparte la medicación intravenosa, tomaba más de veinte cápsulas o comprimidos de diferentes medicinas, (11 solo en el desayuno) bajo control de las enfermeras y visita diaria del doctor Serrano para comprobar los resultados.
Hay que decir que hubo, por dos infecciones derivadas del fuerte tratamiento, dos hopitalizaciones posteriores más que sumaron otro mes a mi asistencia en aquellas instaciones sanitarias, pero aquella etapa ya pasó y apenas me queda una última sesión de quimioterapia y eliminar, si es posible, la sonda que llevo instalada desde mi primer día de ingreso hospitalario. 
Actualmente estoy en mi casa y mejor cada dia que pasa. Salgo de paseo mañana y tarde a fin de recuperar las fuerzas perdidas ya que, por la enfermedad y tantos días encamado, quedé sin musculatura y 27 Kg. perdidos. Hoy ya he recuperado tres de esos kilos, me valgo por mí mismo y tengo ganas de vivir. Aprovecho este momento para dar las gracias a todos los que me ha atendido con tanto esmero y a quienes se han interesado por mi salud, en estos meses de incertidumbre. 
Gracias a todos y un fuerte abrazo. 

RAFAEL F. CONDILL