Papa nº 119 de la Iglesia Católica, Sergio III ocupó la silla de Pedro del año 904 al 911, ganándose el adjetivo de ser uno de los papados más tristes y lamentables de la Iglesia Católica, cuando no, tachado incluso de despiadado.
Anteriormente a su nombramiento como Papa, Sergio había mandado asesinar a sus predecesores inmediatos: el Papa León V y su sucesor Cristóbal, que no llegó a ocupar la silla papal. León había reinado de Julio a Septiembre del año 903 y Sergio III fue nombrado Papa en Enero del año 904. Fue en esos 4 meses anteriores a su nombramiento cuando Sergio III impidió la entronización del nombrado Papa Cristóbal. A pesar de ello la Basílica de San Pablo Extramuros de Roma lo mantuvo en su lista de papas hasta mediados del siglo XX.
Los historiadores Auxilius de Nápoles y Eugenius Vulgarius nos cuentan que, previo a su nombramiento como Papa, Cristóbal fue cardenal de San Marcos. Fue destronado a la fuerza por el que sería posteriormente León V y encarcelado por éste, falleciendo poco tiempo después. En dichos relatos se reitera que el papa Cristóbal se había autoproclamado pontífice, por lo que fue destronado por Sergio III antes de su nombramiento y forzado a terminar su existencia como monje.
No obstante lo anterior, se dice también que, al igual que le sucediera a León V, ambos fueron estrangulados en prisión.
Por no carecer de nada, Sergio III tenía también un hijo ilegítimo que posteriormente se convertiría en Papa con el nombre de Juan XI. La carrera eclesiástica de Sergio III fue meteórica pues, descendiente de una familia acomodada y estrechamente relacionado con el conde de Tuslucum, fue rápidamente ordenado subdiácono por Marino I y diácono por Esteban V. Miembro del partido de los nobles, contrario al papado de Formoso, fue consagrado por éste como obispo de Caere a fin de alejarlo de Roma. A la muerte del papa Formoso tuvo que dejar el cargo puesto que todos los nombramientos realizados por este papa fueron declarados nulos. Sin embargo finalmente su ordenación como obispo fue reconfirmada por el papa Teodoro II, participando activamente en el Concilio Cadavérico que condenó el papado de Formoso y celebrado en Letrán un año después de haber sido muerto y sepultado.
Controlando la ciudad de Roma Teofilacto I, conde de Tusculum, senador y juez palatino del emperador Luis III el Ciego, pasó a ser nombrado administrador de los bienes papales y apoyo incondicional al nombramiento del obispo Sergio como Papa.
La relación de Sergio III con la familia de Teofilacto era más que cercana, hasta el punto de la supuesta relación entre la hija de éste (Marozia) y el papa, relación promovida y apoyada por Teodora, esposa de Teofilacto. De esta supuesta relación amorosa nació un niño varón (Octaviano) que unos años después se convertiría en el Papa Juan XI. Esta relación entre Marozia y Sergio III no habría llegado más allá del matrimonio de ésta con Alberico I de Spoleto, cuyo hijo nació dentro del matrimonio de ambos. Sin embargo fue muy inusual que siendo el primer hijo de una familia noble, Octaviano fuera destinado a la carrera eclesiástica, en lugar de heredar el título y bienes paternos.
Contario a la normalidad que imperaba en aquellos tiempos, fue su hermano menor (Alberico) quien tomó los bienes y títulos de su padre como Duque de Spoleto, confirmando que el primogénito era ilegítimo y que este hecho era del conocimiento del padre.
Sea como fuere, la mayoría de historiadores coinciden en que el Papa Sergio III estaba más preocupado por el poder y las relaciones sexuales que por las virtudes apostólicas.
RAFAEL FABREGAT