¡¡¡Mi gozo en un pozo!. Mucho me temo que la alegría de la pasada semana, ojalá me equivoque, quede "en el monte del olvido". ¿No dice así la canción?. Pues eso. Hoy domingo 19/9 me he levantado con viento del norte. Espero que solo sea una falsa alarma, pero no sé yo... La combinación viento-setas no existe en el vocabulario de los aficionados a la micología. De momento la cita con mis amigos, para volver el próximo viernes 24 de los ctes., sigue en pie. Dejo esta entrada abierta y ya os contaré... Quizás sea adelanto de nuevas lluvias. ¡Ojalá!.
De lunes a viernes la previsión de "El Tiempo" pronostica para Mosqueruela chubascos de mayor o menor cuantía. Sean los que fueren, buenos son. ¡Con que no haga viento y se mantenga la humedad del suelo...! Por lo menos durante unos 8 ó 10 días más. Después, ya entramos en el mes de Octubre y en pleno Otoño. No vamos pues a pedir peras al olmo. Ya se sabe que, metidos en el mes de Octubre, las noches del Maestrazgo turol-castellonense son frías y las setas, cuando llegamos a los 0ºC, dejan de salir. Cuando eso sucede, nos despedimos de esta zona micológica hasta el próximo año si Dios quiere y ya está. No hay que colgar la cesta y la navaja, no. Hay que bajar la cota y buscar en zonas más próximas al mar, nada más.
Como se dijo en su momento el viernes 24/9 era la fecha prevista para volver al monte con los compañeros de la pasada semana. Mismos horarios de salida y de lugar de búsqueda. Con lo que se divirtieron entonces. cualquiera les cambia de lugar...(*) Pues bien, ayer el viaje se llevó a cabo con los mismos horarios y destinos, aunque con un viajero más. Nos acompañó un buen amigo (Artemio Siurana) que completo desconocedor de la zona de búsqueda y un poco acomplejado por su falta de orientación, demostró ser todavía un buscador totalmente capacitado. Prueba de ello es que consiguió llenar su cesta, encontrando tantos o más que mi mujer. Al igual que la semana anterior, los tres de la Pobla Tornesa llenaron dos cestas cada uno y el próximo martes ya querían volver por su cuenta. ¡Así da gusto enseñar excelentes destinos al personal...! Como no hayan alquilado un puesto en el Mercado de Abastos de Castellón, no puedo yo imaginar para que quieren tantos robellones...
A pesar de lo informado al comienzo de esta entrada, esta semana había muchos más robellones que en la anterior, pues allá arriba hubo chubascos y nieblas abundantes. Al igual que la semana anterior mi mujer y yo llenamos la cesta, pero no regresamos al pinar con otra cesta vacía. Con una tenemos bastante. Regalamos a hijas, hermanas y cuñados, e incluso a amigos y conocidos y nos sobran robellones. Al salir de casa todavía nos quedaba un plato de la semana anterior.
Yo volví a llenar también la cesta, pero esta vez colmada hasta el asa y cayéndose por todos lados. Los "especialistas" que viajan con nosotros la sopesaron y dieron por buen un peso superior a los siete kilos. Pasa que yo nos arreglo en la cesta de forma natural, sino que apenas les dejo casi nada del pie y los pongo con las aletas hacia abajo, siempre poniéndolos en cada uno en los huecos, de tal manera que el resultado es una masa compacta de robellones y consiguiente peso que no hay manera de llegar al coche con ellos, sino es a base de hacer descansos cada cincuenta metros. Eso sin contar que la vuelta es cuando ya estás cansado, cuesta hacia arriba y con la cesta a tope de setas.
encarnizados como están con esta superpoblación de robellones en la zona de búsqueda mostrada por nosotros, nos amenazaron con volver el próximo martes, ellos solos por su cuenta (ahora que ya conocen el lugar) y nos supo mal mandarlos a la m... ¡Cualquiera les enseña zonas mejores, más concentradas en superficie y producción!. Total, que accedimos a subir una vez más al mismo sitio y lugar, para llenar una vez más nuestra cesta y ellos las suyas (en plural). Nosotros, la verdad, estamos ampliando el número de personas a las que regalar robellones pero, aún así, no resulta fácil encontrar gente que te los acepte ya que todos estás sobresaturados y ya empiezan a decirte que no quieren más. Nosotros lo entendemos perfectamente puesto que lo bueno de los robellones no es comerlos, sino encontrarlos. Algunos buscadores indiscretos cuentan y no acaban en bares y tertulias los hallazgos y esa es su mayor recompensa, pero nosotros no somos así. Allá cada cual. Cada uno es como es y nada podemos hacer por cambiar.
RAFAEL FABREGAT