"El que esté limpio de culpa que tire la primera piedra..."
¿Quien no ha ido directamente a la farmacia alguna vez, por no hacer cola en la consulta del médico?.
- Total por un simple resfriado... por un dolor de barriga... porque me duele la rodilla... total, total, total...
Está claro que para muchos es casi una costumbre y totalmente desaconsejable. Tomar medicamentos por iniciativa propia, sin consultar al médico, es algo demencial que no deberíamos hacer en ningún caso. Las medicinas no son una panacea, sino un mal menor, pero mal al fin y al cabo. Por lo tanto es una locura tomarlas sin saber a ciencia cierta que son ese "mal menor" que alivie al mayor.
Por mínimas que sean, no existe ninguna medicina que no tenga contraindicaciones. Tiene media disculpa que se tomen unas pastillas para la acidez de estómago, para aliviar la irritación de garganta, para un leve dolor de cabeza, para la tos... pero poco más. Una cosa son los medicamentos de alivio y otros los de curación. Los primeros se dispensan sin receta pero los segundos siempre han de ser recetados por un médico, previa exploración del paciente, lo cual nos indica que tienen un cierto peligro. Una cosa es jugar a los médicos y otra muy distinta intentar suplantarles. Ellos nos darán siempre la medicina más adecuada en cada caso y siempre en la dosis más conveniente cosa que nosotros, por nuestra cuenta, no sabemos ni podemos hacer. Ante la más mínima dura, como mínimo, habrá que consultar al farmacéutico. El peligro es que algunas farmacias actuales parecen supermercados.
Demasiadas cosas están a disposición del cliente. El ejemplo de medicamentos mayormente adquiridos para automedicación son los analgésicos, antibióticos y ansiolíticos o antidepresivos.
Como todo el mundo sabe o debería saber, buena parte de las infecciones relacionadas con los resfriados son de tipo vírico y no deben tratarse con antibióticos, de la misma manera que las enfermedades con síntomas de ansiedad o depresión son tan variadas que necesitan de un tratamiento específico para cada paciente en particular. Totalmente injustificable que se intenten conseguir estos medicamentos directamente en las farmacias, ni aún en el caso de que se acompañe la petición de un viejo envase encontrado en nuestro botiquín familiar.
La enfermedad que se alivió en el pasado con este medicamento puede ser diferente a la que sufrimos en este momento. En cuanto a los analgésicos, la causa del presente dolor en determinada parte de nuestro cuerpo puede requerir incluso de una medicación que alivie la enfermedad y no los síntomas que provoca. Por todo esto y por muchísimas más causas, de todo punto negativas para nuestra salud, la automedicación debería ser desterrada y el farmacéutico es el primer culpable de esta práctica. Cada día son más los medicamentos que no se pueden dispensar sin receta médica pero, lamentablemente, algunos farmacéuticos no resisten la tentación de contentar a la clientela, al mismo tiempo que hacen caja.
RAFAEL FABREGAT
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