1 de noviembre de 2015

1926- VACACIONES EN EL MAR.

No fue hasta la década de 1960 cuando se pusieron en marcha los primeros cruceros comerciales, barcos de madera con 50-60 pasajeros a bordo que recalaban en las islas griegas, muchas de ellas deshabitadas. Distracción de fin de semana que mostraba a clientes con posibles playas sin bañistas, acantilados espectaculares y algunas ruinas apartadas de los circuitos turísticos que empezaban a nacer. Servicios limitados que a la hora de comer intentaban fondear en lugares habitados, previamente pactados, para alimentar a los sufridos viajeros. Sin duda no era una panacea, pero era una especie de aventura que los clientes agradecían como forma de salir de la rutina diaria. Las incomodidades de aquellos viajes no evitaron el éxito que poco a poco alcanzaría esta forma de disfrute vacacional. 

Poco a poco se mejoraron las naves y sobre todo aumentaron de tamaño los barcos hasta convertirse en auténticos hoteles. La versión moderna de los cruceros nació en Estados Unidos una década después y fue convirtiéndose con el tiempo en una industria de primer orden en todo el mundo. Para finales del siglo XX la popularidad de los cruceros llegó a cotas inimaginables tan solo unas décadas atrás. Esta forma de viajar se ha demostrado la más completa para cualquier familia de clase media. Es viajar por todo el mundo sin cambiar de hotel y con todas las comodidades y servicios. La globalización ha ayudado y mucho al éxito crucerista. El número creciente de puertos que admiten cruceros permite en este momento destinos ilimitados a lo largo y ancho de todo el planeta.

Desde las cálidas playas caribeñas a la gélida pero maravillosa Antártida; de la exótica Polinesia a los multiculturales países asiáticos. Todos los destinos más espectaculares del mundo están disponibles con este método de viaje. Nada que ver con el ajetreo de la vida diaria, con la rutina de los sistemas terrestres ni con los supersónicos vuelos que te llevan de Europa al continente americano en apenas seis horas. No. El crucero es otra cosa, distinta y super relajada. Es el mundo a tus pies sin moverte de casa. Allí cada cual va a su aire. Nada que ver con las formalidades que nos "venden" a la hora de contratar un crucero y que tanto les gusta a ciertos viajeros. La cena del Capitán es lo que uno quiere que sea: la velada más glamurosa o una cordial cena con amigos o familiares. 

La libertad es total, siempre que no se contravengan límites inadmisibles. Las distracciones a bordo son ilimitadas y el todo incluido permite comer y beber a cualquier hora del día o de la noche. Las 24 horas del día hay bares y restaurantes a los que acudir, sin tener que pagar un solo céntimo. Ni siquiera se permiten las propinas. Terrazas, casino, espectáculos, piscinas, salas de masaje, gimnasios, animación para todas las edades... Nuestra familia contrata la recogida, casa por casa, con un microbús que nos lleva al aeropuerto elegido y el avión de la agencia nos traslada al puerto en el que nos espera el barco para iniciar el viaje. Los camarotes impecables, las cocinas bien surtidas, los bares y restaurantes a tope de bebidas de todo tipo, los artistas dispuestos a brindarnos sus espectáculos. 

Todos a bordo esperan la llegada de los pasajeros. Allí donde vayas todo son sonrisas y amabilidad. Convertir el viaje en tu aventura más agradable es la meta de todos los tripulantes, sea cual sea su actividad. Por último decir, a quienes no hayan utilizado todavía este sistema vacacional, que en cada puerto o destino elegido son muchas las opciones de visitas para conocer todo aquello de nuestro mayor interés. Diferentes excursiones llevan a los viajeros a conocer la cultura de aquellas gentes o por rutas de aventura de mayor o menor dureza. Sea cual sea la forma física del viajero, siempre hay una excursión disponible a su medida. Los que no gustan más que del placer de viajar, pueden quedarse en el barco y disfrutar de todos los servicios que, naturalmente, siguen estando disponibles. 

Acabado el viaje los tripulantes te despiden con toda cordialidad y los pasajeros son llevados al aeropuerto. Cada grupo accede al vuelo correspondiente que ha de llevarle al aeropuerto de origen y una vez allí, cada cual marcha a su casa. Nosotros, como ya he dicho antes, tenemos contratado además el servicio "puerta a puerta" con lo cual a la salida del aeropuerto nos espera el microbús. Con todo el viaje por autopista, en poco más de dos horas estamos en casa, con una aventura más que recordar. La vida son estas pequeñas cosas y los recuerdos que quedan tras unos días con tus seres queridos. El pasado año fue Venecia, Dubrovnik, Corfú, Atenas, Santorini y Estambul, el próximo año las capitales bálticas: Dinamarca (Copenhague), Alemania (Warnemünde), Suecia (Estocolmo), Finlandia (Helsinki), Rusia (San Petersburgo) y Estonia (Tallín).

RAFAEL FABREGAT

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