El lugar se llamaba (y se llama) la Cueva de Salamanca, pues este espacio ha permanecido en el tiempo y todavía se muestra impertérrito, a pesar de los siglos transcurridos. Se dice que la Cueva, o antigua sacristía, era la entrada a una misteriosa red de túneles que no solo recorrían todo el subsuelo de la ciudad sino que llevaban al propio Infierno. Tanto es así que se tiene por seguro que el protagonista de esta historia era el propio Diablo. La cuestión es que nada queda de la iglesia, ni de la sacristía, pero sí se mantiene la puerta de entrada a la cueva bloqueada y que actualmente es acceso al interior de la muralla y a la torre del Marqués de Villena.
Decenas de prestigiosos autores de las letras escribieron en sus libros sobre la Cueva de Salamanca, más bien con burla que con dudas sobre el destino de la misma. Sea el lector quien juzgue...
El caso es que la leyenda cuenta que aquellos túneles tenebrosos de la ciudad de Salamanca, cuya boca de entrada estaba en la sacristía de la citada iglesia, fueron aprovechados por Satanás para impartir lecciones de magia y adivinaciones a algunos jóvenes locales. La asistencia a las clases satánicas de quiromancia y espiritismo solo era permitida a siete alumnos con la condición de que nunca contasen a nadie lo que allí se aprendía, pero había una condición más... Terminado el aprendizaje, uno de ellos por sorteo, había de pagar las clases de todos...
Se cree que justamente el hermetismo de aquellas enseñanzas, fue el desencadenante del nombre de "Cueva" a la sacristía y el del "Diablo" a lo que sin duda debía ser el sacristán de la citada iglesia. No se sabe. Como se ha dicho, la leyenda es que eran siete alumnos y siete años de enseñanza, pasados los cuales uno de ellos quedaba allí de por vida al servicio del diablo nigromante. Uno de aquellos alumnos fue Enrique de Aragón, marqués de Villena. El caso es que justamente él fue a quien le tocó llevar a cabo el pago y éste se negó. El maestro o el Diablo, vete tú a saber, lo encerró en una celda del interior de la Cueva por no querer cumplir con el pago, pero Enrique logró escapar gracias a los trucos aprendidos.
Lo cierto es que Enrique de Aragón, marqués de Villena, dejó plasmados en diferentes libros escritos sus conocimientos nigrománticos, quedando patente que había aprovechado de forma sobresaliente las enseñanzas recibidas. Desgraciadamente sus libros ya no son de este mundo, pues fueron quemados por la Santa Inquisición. Mientras algunos afirman que el marqués desafió al rey de las tinieblas, otros sonríen diciendo que tales túneles fueron construidos por los árabes para canalizar el agua de abastecimiento a la ciudad de Salamanca. Otros más atrevidos aseguran también que aquellos túneles llevaron algo más que agua, puesto que fueron caminos secretos de políticos y eclesiásticos.
Fuera cual fuera su utilidad y su destino, los túneles de Salamanca existen, como existió la iglesia de San Cebrián y como existe todavía La Cueva, antigua entrada a los túneles de la ciudad y que resulta ciertamente peculiar que tuviera acceso justamente por la sacristía. En la ya cerrada fábrica de Mirat, situada en la Avda. Aldehuela, estaba anteriormente el Convento de los Jerónimos cuyos restos se aprovecharon para la construcción de dicha fábrica. Aunque en mal estado, por haber sido cerrada muchas décadas atrás, todavía existen algunos muros del antiguo convento y bajo una pared abovedada, una puerta (actualmente sellada) por la que se accede a este túnel.
Otros muchos túneles, de cuya existencia se tiene constancia, fueron sellados con la renovación de los edificios de la ciudad.
Son muchas las referencias a galerías salmantinas, siempre de origen eclesiástico, que muy probablemente se comunicaban entre sí.
Según las leyendas salmantinas esas galerías comunicaban diferentes elementos monásticos de la ciudad, se cree que como elemento de seguridad para tiempos difíciles que pudieran presentarse, pero también para contactos de toda índole (...) a horas intempestivas.
También la propia Catedral de Salamanca tiene la suya propia, pues salió en la última reforma llevada a cabo.
Y es que al final, las leyendas no dejan de ser verdades a medias...
RAFAEL FABREGAT
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