Pues sí amigos, mañana día 18 de Febrero de 2015 es miércoles de ceniza. Acaba por tanto el Carnaval del disloque y la desvergüenza y empieza la Cuaresma, tiempo de penitencia para los católicos fervorosos y practicantes que, para bien o para mal, son cuatro gatos mal contados. Lo de mal contados viene a cuento de que, además de ser pocos los que se dejar caer por la iglesia, ni siquiera una décima parte de estos llevar en su corazón el recogimiento necesario para ser considerados como tales. No vamos tampoco a despotricar diciendo que los que allí acuden son los peores, pero tampoco son mejores que los que se quedan en casa.
Vivimos tiempos de libertades. Sabiendo como están las cosas y con los pies en la tierra, como vulgarmente se dice, el gobierno brasileño ha repartido 70 millones de preservativos gratis entre los jóvenes. Un grano de arena en esta semana carnavalesca de folleteo descontrolado. No es que en Brasil follen como conejos. No, no es eso. Bueno, sí que lo es, pero como en todas partes. Se trata simplemente de que allí la economía no está lo suficientemente boyante como para que el Ministerio de Sanidad pueda asumir las consecuencias de todo lo que pasa estos días por allí. Todos lo que van a los carnavales de Brasil no bailan en el sambódromo, pero lo hacen en las proximidades del mismo y a otro compás.
El sida y las enfermedades sexuales colapsan después los hospitales y el gobierno brasileño ya no sabe qué hacer para evitarlo. Don Carnal está más presente que nunca en estos días de excesos sin límite y bacanal asegurado, y el efecto llamada atrae a cierto tipo de gente de la misma manera que la miel atrae a las moscas. ¿Qué le vamos a hacer?. En la mayor parte de sitios todo acaba esta noche con el llamado "entierro de la sardina", que no sé exactamente qué sentido tiene la frase. Más bien diría yo que "la sardina" ha estado toda la semana enterrada y esta noche saldrá por fin a tomar un poquito el aire, ¡que ya está bien...! (Todo envidia) Juventud, divina palabra, que marchaste para no volver...
Don Carnal (la sardina) será enterrado esta noche y las aguas volverán a su cauce. Los niños con las niñas y éstas con los niños, como siempre fue y como será siempre. Bueno, ahora está más presente que nunca lo de los niños con los niños y las niñas con las niñas, pero esa es otra historia... La cuestión es que el miércoles de ceniza marca la línea de separación entre el abuso de la carne y el recogimiento espiritual que, como he dicho antes, solo cuatro gatos mal contados practican. Muchos son los invitados a la mesa del Señor, pero pocos los que acuden con hambre de santidad. ¡Ay los santos, que escasos están, aunque no más de lo que estuvieron en otros tiempos!.
Cambiaron los tiempos, pero no la gente. Los vicios son los mismos y también las ambiciones. Nada hay de nuevo bajo el sol. Somos como eran y serán como somos. Los conocimientos y las libertades han acabado con la fe, que solo tiene cabida en momentos de miseria y penalidades. No solo en el caso de los fieles, sino también en el de los miembros de la Iglesia. Ellos son justamente los primeros que, por más conocimientos y más abundancia, abrieron primero los ojos si es que alguna vez los tuvieron cerrados. ¡Ay Señor!. ¡Qué lástima que no sea verdad cuanto predican!. Pero así es de triste la vida y así de duras sus consecuencias.
En fin, hagamos un poco de historia... El Concilio de Nicea (325) fijó la duración de la Cuaresma en seis semanas antes del Domingo de Resurrección. Sin embargo dos siglos después, a consecuencia de la implantación del ayuno para ese primer día de Cuaresma y a resultas de que el Domingo no podía ser día de ayuno, sino de celebración por ser el día del Señor, el comienzo de la Cuaresma se cambió al miércoles anterior, de tal manera que a partir de ese momento son cinco semanas más los cinco días de la primera semana a contar desde el miércoles. En total 40 días. ¡Uf, que complicado es decir mentiras y que todos se las crean...! Costó, costó un poco, pero mira, ya llevamos más de dos mil años!.
Quedó estipulado pues que la Pascua Cristiana tenía que ser siempre en domingo y no coincidente con la Judía, quedando también prohibido que hubiera más de una Pascua al año. Esto último viene a cuento de que, como entonces el año nuevo se celebraba con el equinoccio de primavera, podía darse el caso de que pudieran caer dos celebraciones en un mismo año por lo que, en tal caso, se celebraba el domingo siguiente. De todas formas, como las cosas del Cielo se disponen desde la Tierra, el año 525 Dionisio el Exiguo, monje erudito y matemático creador también del calendario Anno Domini, convenció al papa Hosmidas de las bondades del calendario Alejandrino y la Pascua Cristiana quedó unificada de acuerdo al calendario lunar.
¡Ay Señor, queda tanto por saber y la vida es tan corta...!
RAFAEL FABREGAT
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