Impresionante y dramática película que, lamentablemente, solo puede hacer reflexionar a quienes lo hacen diariamente. Tiempo perdido el empleado en esta entrada del Blog, pues apenas un 2% de los lectores entenderá el mensaje y a quienes va dirigido. Rompo la incógnita pues, de que no voy a escribir de película tan antigua (1969) ni de baile alguno, pero si voy a hacerlo de justicia, del bien y del mal, de la competitividad y (especialmente) de que el tiempo de las sombras está acabando. El mal momento por el que estamos pasando los españoles, ayudará y mucho a disipar las últimas nieblas que cubren la hondonada. La gente ya no camina a fuerza de látigo y el miedo hace tiempo que fue apartado de las mentes de un pueblo ninguneado hasta la saciedad. Sin embargo no es fácil eliminar su recuerdo pues las cicatrices están presentes, aún cuando las heridas están cerradas desde mucho tiempo atrás.
Por mucho que cambien las cosas, la neblina no disipará del todo los yermos campos mientras quienes han gustado de repartir latigazos no hayan desaparecido en su totalidad de la faz de la tierra. El tiempo todo lo cura y si no lo cura lo aparta del camino. Fueron muchos los maltratados, cientos los ninguneados y algunos de ellos duramente vilipendiados, pero no apagaron su voz. Solo el tiempo va llevándoselos de la pista de baile, un baile que ya tampoco los verdugos pueden bailar. Queda poco tiempo. ¡Danzad malditos, danzad!. El infierno os espera, aprovechad el poco tiempo que os queda. Un tiempo en el que pocas satisfacciones os esperan pues solo el mal sembrasteis a vuestro paso. Vosotros, que sois tan inteligentes como sinvergüenzas, sabéis perfectamente que nada es eterno y que vuestra etapa está llegando a su fin. Acordaos de estas palabras cuando esteis al borde del precipicio que solo lleva a lo más profundo del infierno.
- ¿A esto se refería aquella entrada del Condill? -pensareis cuando ya esteis cayendo al abismo.
Es fácil abusar del débil, reírse del que veis por debajo de vosotros... pero la satisfacción es breve y el camino largo y duro de recorrer. Muchos os rieron las gracias en una actitud servil que tanto os satisfacía, pero en lo más profundo de vuestro ser sabéis que no les parecíais graciosos y que solo el miedo y la necesidad les hacía actuar teatralmente para vuestra breve satisfacción. Tiempo perdido el vuestro. Nada sabéis de caridad y no veis más allá de vuestra propia nariz. Nada bueno dejaréis de vuestro paso por este mundo de mierda que tanto habéis ayudado a crear. Pero puede aseguraros sin miedo al error, que las cosas cambiarán pronto. Esta etapa está finiquitada, solo os queda la mediocridad. Será con una guerra o será por un profundo cambio en la sociedad, pero los zánganos y el caciquismo están obsoletos. La caja de naranjas ya no es suficiente para sacar una carrera. Muchos son los desencantados que, siendo personas de bien, abandonaron vuestra pista de baile.
Solo os queda arder en el infierno. Sin un jurado que imparta justicia no se puede seguir con la competición y habrá que tirar la toalla o cargarse a los miembros del jurado. Lo primero no lo hará nadie, pues lo impedirá el instinto de supervivencia. Iros pues preparando para la eternidad. De todas formas no podéis estar descontentos de la vida, pues muchos de vosotros no habéis conocido otra cosa más que el éxito y las sonrisas de quienes os han rodeado. No os fue tan mal pero claro, vosotros queríais que ese placentero bienestar fuera eterno. Demasiado bonito, solo la muerte es eterna. Mejor para vosotros que no haya Dios, pues el cielo estaría cerrado para gente tan mezquina. Nacisteis, como la mayoría de nosotros, en el estercolero de la mediocridad y pretendisteis cambiar el mundo (vuestro mundo) cortando cuantas cabezas salieran a vuestro paso. ¿Puede eso dar satisfacción alguna?. No a los ojos de la gente de bien, pero sí a vosotros que disfrutáis no solo de vuestro bienestar, sino también del mal de los demás.
¡Danzad, danzad, malditos!. Aprovechad la poca música que queda. Las pilas se acaban y muy rayado está el disco de vinilo. Vuestro tiempo acaba. No hay espacio para tales esperpentos y en la modernidad vendrá la justicia y la igualdad entre las gentes de bien. No son tiempos para el abuso, cuando el más ignorante es maestro de escuela. Se acabaron los don Pepitos, fabricados a base de pollos de corral y cajas de fruta; murieron los don José, con negocio de papelería propia. Actualmente el más tonto fabrica microchips y cualquier desarrapado, sin jornal, es abogado o ingeniero de puentes y caminos. Se acabaron los abusos y mucho más que acabarán, para bien de una sociedad preparada y cansada de los sinvergüenzas de siempre. Los caciques ya pasan estrecheces, para llegar a fin de mes, pero pasarán muchas más. Acabaron sus comidas de restaurante y aumentarán las sopas y la olla de garbanzos. Son tiempos de triunfo para los valientes trabajadores y para aquellos que impartan justicia mirando solamente hacia el bien común de la sociedad.
El tiempo de aquellos que arreglaban su casa con las desgracias ajenas han llegado a la meta. El pueblo tiene la palabra. Otros capitanes se vislumbran en la lejanía que harán cambiar el rumbo de la nave y de la batalla. No vayamos a creer que puedan ser los salvadores del mundo, pero sin duda pueden traer cambios que ayudarán a ver la luz. El mundo está lleno de inocentes que, a pesar de los palos sufridos, cree en la posibilidad de un mundo mejor. Un servidor se considera orgulloso de ser uno de esos tontos que cree que un mundo mejor es posible. Un mundo alejado de religiones, de intereses personales y de políticos que solo buscan enriquecerse con la miseria de los demás. El riesgo de que sea una utopía totalmente irrealizable es elevado, lo sé, pero este mundo de miserias lo es también de ilusiones y yo, no puedo evitarlo, soy uno de esos ilusos que cree en el difícil camino de la verdad.
Entre tanto a los miserables les digo: Danzad malditos, ¡danzad mientras os sea posible...!
RAFAEL FABREGAT
Por mucho que cambien las cosas, la neblina no disipará del todo los yermos campos mientras quienes han gustado de repartir latigazos no hayan desaparecido en su totalidad de la faz de la tierra. El tiempo todo lo cura y si no lo cura lo aparta del camino. Fueron muchos los maltratados, cientos los ninguneados y algunos de ellos duramente vilipendiados, pero no apagaron su voz. Solo el tiempo va llevándoselos de la pista de baile, un baile que ya tampoco los verdugos pueden bailar. Queda poco tiempo. ¡Danzad malditos, danzad!. El infierno os espera, aprovechad el poco tiempo que os queda. Un tiempo en el que pocas satisfacciones os esperan pues solo el mal sembrasteis a vuestro paso. Vosotros, que sois tan inteligentes como sinvergüenzas, sabéis perfectamente que nada es eterno y que vuestra etapa está llegando a su fin. Acordaos de estas palabras cuando esteis al borde del precipicio que solo lleva a lo más profundo del infierno.
- ¿A esto se refería aquella entrada del Condill? -pensareis cuando ya esteis cayendo al abismo.
Es fácil abusar del débil, reírse del que veis por debajo de vosotros... pero la satisfacción es breve y el camino largo y duro de recorrer. Muchos os rieron las gracias en una actitud servil que tanto os satisfacía, pero en lo más profundo de vuestro ser sabéis que no les parecíais graciosos y que solo el miedo y la necesidad les hacía actuar teatralmente para vuestra breve satisfacción. Tiempo perdido el vuestro. Nada sabéis de caridad y no veis más allá de vuestra propia nariz. Nada bueno dejaréis de vuestro paso por este mundo de mierda que tanto habéis ayudado a crear. Pero puede aseguraros sin miedo al error, que las cosas cambiarán pronto. Esta etapa está finiquitada, solo os queda la mediocridad. Será con una guerra o será por un profundo cambio en la sociedad, pero los zánganos y el caciquismo están obsoletos. La caja de naranjas ya no es suficiente para sacar una carrera. Muchos son los desencantados que, siendo personas de bien, abandonaron vuestra pista de baile.
Solo os queda arder en el infierno. Sin un jurado que imparta justicia no se puede seguir con la competición y habrá que tirar la toalla o cargarse a los miembros del jurado. Lo primero no lo hará nadie, pues lo impedirá el instinto de supervivencia. Iros pues preparando para la eternidad. De todas formas no podéis estar descontentos de la vida, pues muchos de vosotros no habéis conocido otra cosa más que el éxito y las sonrisas de quienes os han rodeado. No os fue tan mal pero claro, vosotros queríais que ese placentero bienestar fuera eterno. Demasiado bonito, solo la muerte es eterna. Mejor para vosotros que no haya Dios, pues el cielo estaría cerrado para gente tan mezquina. Nacisteis, como la mayoría de nosotros, en el estercolero de la mediocridad y pretendisteis cambiar el mundo (vuestro mundo) cortando cuantas cabezas salieran a vuestro paso. ¿Puede eso dar satisfacción alguna?. No a los ojos de la gente de bien, pero sí a vosotros que disfrutáis no solo de vuestro bienestar, sino también del mal de los demás.
¡Danzad, danzad, malditos!. Aprovechad la poca música que queda. Las pilas se acaban y muy rayado está el disco de vinilo. Vuestro tiempo acaba. No hay espacio para tales esperpentos y en la modernidad vendrá la justicia y la igualdad entre las gentes de bien. No son tiempos para el abuso, cuando el más ignorante es maestro de escuela. Se acabaron los don Pepitos, fabricados a base de pollos de corral y cajas de fruta; murieron los don José, con negocio de papelería propia. Actualmente el más tonto fabrica microchips y cualquier desarrapado, sin jornal, es abogado o ingeniero de puentes y caminos. Se acabaron los abusos y mucho más que acabarán, para bien de una sociedad preparada y cansada de los sinvergüenzas de siempre. Los caciques ya pasan estrecheces, para llegar a fin de mes, pero pasarán muchas más. Acabaron sus comidas de restaurante y aumentarán las sopas y la olla de garbanzos. Son tiempos de triunfo para los valientes trabajadores y para aquellos que impartan justicia mirando solamente hacia el bien común de la sociedad.
El tiempo de aquellos que arreglaban su casa con las desgracias ajenas han llegado a la meta. El pueblo tiene la palabra. Otros capitanes se vislumbran en la lejanía que harán cambiar el rumbo de la nave y de la batalla. No vayamos a creer que puedan ser los salvadores del mundo, pero sin duda pueden traer cambios que ayudarán a ver la luz. El mundo está lleno de inocentes que, a pesar de los palos sufridos, cree en la posibilidad de un mundo mejor. Un servidor se considera orgulloso de ser uno de esos tontos que cree que un mundo mejor es posible. Un mundo alejado de religiones, de intereses personales y de políticos que solo buscan enriquecerse con la miseria de los demás. El riesgo de que sea una utopía totalmente irrealizable es elevado, lo sé, pero este mundo de miserias lo es también de ilusiones y yo, no puedo evitarlo, soy uno de esos ilusos que cree en el difícil camino de la verdad.
Entre tanto a los miserables les digo: Danzad malditos, ¡danzad mientras os sea posible...!
RAFAEL FABREGAT
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