31 de enero de 2012

0598- REALIDADES SUBMARINAS.

Todos sabemos aquello de que más de dos terceras partes del planeta son agua pero, ¿que hay debajo de tanta agua?. Pues bien, a día de hoy y por suerte para nosotros, los adelantos técnicos y la valentía de algunos de nuestros congéneres nos muestran mediante filmaciones increíbles la gran realidad que se esconde en los fondos marinos.
El mar lo es todo para nosotros. Para empezar, es el hábitat de miles de especies y el origen de todos cuantos en este momento poblamos la tierra, más aún, el origen de la vida misma. Es también fuente de mitos y leyendas, importantísima vía de comunicación y, todavía hoy, fuente de misterios que nunca se desvelarán en su totalidad. El 97% de toda el agua del planeta es agua salada, un agua surcada continuamente por grandes corrientes que, a modo de ríos, recorren toda la superficie marina del planeta. Una de las más importantes es la que transcurre por el océano Atlántico, a 2.400 metros de profundidad y que en algunos tramos alcanza una anchura de 240 kilómetros.

También el océano Atlántico tiene bajo sus aguas, con 16.000 kilómetros, la cordillera más larga del mundo; desde Islandia hasta en Antártico. En buena parte bajo esas aguas, pero en este caso en el océano Pacífico, se encuentra la montaña más alta del planeta. Se trata del volcán Mauna Kea, de 10.203 metros de altura, de los cuales hay 5.990 metros sumergidos y 4.213 metros por encima del nivel del mar. Se encuentra en aguas de Hawai. También en el Pacífico se encuentran las fosas más profundas. La mayor de ellas, con 11.034 metros, está en las islas Marianas. Lugares de absoluta oscuridad y donde se creía imposible la vida. Aunque muy limitada, recientes descubrimientos han demostrado que también allí la hay y con muchas especies, por cierto.

En las últimas décadas y con motivo de la alta industrialización, la composición de los mares se ha visto alterada. Se considera que más del 80% de esa contaminación procede de fuentes de vertidos realizados por el hombre. Millones de toneladas de basura son arrojadas anualmente al mar. Solamente las refinerías vierten 200.000 toneladas anuales de petróleo y derivados. Según las ONG medioambientales, el fondo marino es la sexta potencia nuclear del planeta, ya que allí descansan un mínimo de nueve reactores nucleares y cincuenta cabezas atómicas, fruto de incendios y colisiones de buques que los transportaban. Sin contar los miles de toneladas de basura nuclear que anteriormente se vertía en fosas marinas.

La ignorancia nos hace pensar, por aquello de la gravedad, que toda el agua de los diferentes mares y océanos tienen que estar obligatoriamente al mismo nivel pero, sin embargo, esto no es así. De hecho parece ser que, si se helaran de repente, podríamos encontrar importantes variaciones de altura entre unos y otros. Se estima, como ejemplo, que en el caso de que el Canal de Panamá se excavase suficientemente como para poder recorrerlo sin exclusas, se crearía una corriente de agua -sentido Atlántico- de hasta 9,7 Km./hora, lo que dificultaría notablemente la navegación. Bien es cierto que se podría aprovechar dicha fuerza para generar electricidad, pero no se construyó dicho canal con ese objetivo. De todas formas la citada corriente o diferencia de nivel, es más una cuestión provocada por las mareas que por diferencia de altura entre ambos océanos.

El mar, como la tierra, esconde numerosas riquezas bajo el subsuelo. De hecho se cree que la mayor mina de oro del mundo se encuentra bajo las aguas, pero el coste para salvar los impedimentos técnicos la hacen de momento inviable. A estas riquezas naturales submarinas, hay que añadir los miles de naufragios sufridos por el hombre; algunos de ellos con grandes riquezas de las que hay constancia que transportaban y que en muchos casos son irrecuperables por estar los pecios a profundidades insalvables. No ocurre así en naufragios próximos a las costas, de los que se han recuperado inmensas riquezas. Concretamente en 1.954, fueron recuperados del galeón San Pedro, un total de 2.000 monedas de oro y gran cantidad de lingotes del mismo metal. Se calcula que solo el 5% de los océanos ha sido explorado. Bajo ese inmenso manto de agua hay miles de criaturas maravillosas a las que conocemos en su mayor parte, por estar a escasa profundidad, pero también las hay en profundidades solamente explorables mediante instrumentos de gran complejidad y de resultados limitados.

Me choca que todas las criaturas abisales nos parezcan feísimas. ¿Será porque no estamos acostumbrados a verlas, o porque realmente son feas de solemnidad?.
La total oscuridad y las altas presiones que allí se registran, hacían pensar pocos años atrás la imposibilidad de albergar vida a esas profundidades. Sin embargo la realidad ha sido distinta. Cientos de especies, algunas de tamaños inverosímiles y aspecto horrible, encuentran en ese increíble hábitat el alimento y las condiciones de vida que les son propias e imprescindibles. La vida, a profundidades abisales, no solo es posible sino que es una realidad constatada. Una vez más queda demostrado que la vida se abre camino en las condiciones más inhóspitas.
Al final resultará que, de una u otra forma, la vida es posible en cualquier parte del Universo...

RAFAEL FABREGAT

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