A primera hora de hoy, sin ni siquiera desayunar, hemos ido a votar. Sea cual sea la intención de voto de cada uno, hacerlo, nunca fue más necesario.
Los momentos son especialmente malos, muy malos y no es que alguien tenga la varita mágica para remediar un problema de tan difícil solución pero, al menos, cada cual necesita expresar más que nunca la forma en la que desea que el país continúe.
Realmente solo hay dos caminos, el de seguir por donde vamos actualmente o realizar cambios importantes que saquen el carro de las profundas rodaduras por las que actualmente circula.
Yo ya soy viejo y conozco de primera mano lo que era circular por los caminos rurales, con mulos y carros de ruedas de madera y rodadura metálica.
Conocí pues sus profundas huellas en los caminos de tierra y la dificultad que tenían los animales para salirse de ellas, cuando se llegaba a destino o para cambiar de dirección. Con una profundidad media de 20/30 céntimetros o más, los animales, especialmente si llevaban carga, tenían serias dificultades en sacar el carro de las rodaduras principales. Solo las maldiciones del dueño y algún golpe de vara podían conseguirlo. ¡Qué tiempos aquellos, cuanta miseria y frustración en aquellas gentes escasamente civilizadas, que apenas podían cubrir sus necesidades mínimas diarias!.
Lo realmente chocante es ver que a día de hoy, solo cuarenta años después, cuando millones de testigos de aquellos tiempos de miseria e incertidumbre todavía podemos dar fe de que el camino por el que estamos atravesando no es el más conveniente, jóvenes sin metas y algunos viejos para los que el trabajo y la constancia nunca fueron prioritarios, luchan con todas sus fuerzas para que esto no cambie. Ni a mí ni a nadie les extraña su comportamiento. Son gente sin preparación, sin fe en sí mismos o sin ganas de lucha, que se ve incapaz de lograr meta alguna que no sea la de, como si de un tren se tratara, continuar el camino inapelable que las vías les marcan.
Lo realmente chocante es ver que a día de hoy, solo cuarenta años después, cuando millones de testigos de aquellos tiempos de miseria e incertidumbre todavía podemos dar fe de que el camino por el que estamos atravesando no es el más conveniente, jóvenes sin metas y algunos viejos para los que el trabajo y la constancia nunca fueron prioritarios, luchan con todas sus fuerzas para que esto no cambie. Ni a mí ni a nadie les extraña su comportamiento. Son gente sin preparación, sin fe en sí mismos o sin ganas de lucha, que se ve incapaz de lograr meta alguna que no sea la de, como si de un tren se tratara, continuar el camino inapelable que las vías les marcan.
Sé por experiencia que subir cada peldaño de la escalera es difícil, pero también sé que con tesón se puede conseguir. ¿Para qué?, dirán algunos. En fin, eso es una cuestión personal y cada cual tiene que saber qué es lo que quiere y hasta donde necesita llegar para sentirse satisfecho consigo mismo. Personalmente lo de no salirse del camino marcado inicialmente, me parece muy aburrido, pero es que cada persona es diferente y todas las opiniones son respetables.
Como digo, en estas especiales votaciones del día de hoy y por muchas opciones que haya, solo se eligen dos caminos. El que sabemos que no lleva a ninguna parte y el que puede darnos una solución, es decir: el de continuar como estamos, con un país incapaz de pagar sus deudas y al borde del rescate internacional, o intentar un cambio cuyo resultado nadie puede garantizar.
Está claro que tal como estamos no vamos a parte alguna, pero tampoco puede garantizar nadie que con un cambio de capitán el problema quede resuelto. Varios son los que dicen tener la solución y cada cual debe buscarla allí donde cree que está. Lo que no entiendo es el inmovilismo. Esto de gobernar es muy complicado, aunque muy fácil de comprender... Ser presidente de un país es como ser el cabeza de familia de una casa ¡pero a lo grande! y si en una casa ya es difícil, imaginemos una nación.
El cabeza de familia marca unas pautas a seguir y los que van por debajo obedecen o no no obedecen. Si lo hacen el carro va por el camino marcado por el cabeza de familia, que nadie sabe si será o no el mejor. Lo que sí sabemos todosa es que si los que tienen que obedecer no lo hacen, el carro se queda sin dirección y por lo tanto será todavía más difícil saber cual será su destino final.
Antes, cuando los niños todavía eran pequeños, si no obedecían a sus padres recibían un pescozón y el problema quedaba resuelto pero ahora, con la modernidad, se ha llegado a la conclusión de que es mejor que cada cual haga lo que le venga en gana. ¿Es eso lo mejor?. No lo sabemos, pero si que sabemos que aquellos padres del pescozón querían a sus hijos tanto o más que los padres de ahora. Simplemente era otra forma de enseñanza. Ahora hay más libertad y te dejan elegir sin imposición alguna. Un camino está asfaltado y el otro es de tierra. La elección parece clara y la juventud actual suele elegir el asfaltado, el que lleva a la ciudad donde sin dinero no comes. El otro camino es de tierra y al final suele haber un campo mal trabajado, que si lo siembras te puede dar de comer. De momento todos tienen claro que no quieren sembrar, pero veremos si en un futuro se podrá comer sin hacerlo... ¿Es esa la solución y el mejor camino?.
El cabeza de familia marca unas pautas a seguir y los que van por debajo obedecen o no no obedecen. Si lo hacen el carro va por el camino marcado por el cabeza de familia, que nadie sabe si será o no el mejor. Lo que sí sabemos todosa es que si los que tienen que obedecer no lo hacen, el carro se queda sin dirección y por lo tanto será todavía más difícil saber cual será su destino final.
Antes, cuando los niños todavía eran pequeños, si no obedecían a sus padres recibían un pescozón y el problema quedaba resuelto pero ahora, con la modernidad, se ha llegado a la conclusión de que es mejor que cada cual haga lo que le venga en gana. ¿Es eso lo mejor?. No lo sabemos, pero si que sabemos que aquellos padres del pescozón querían a sus hijos tanto o más que los padres de ahora. Simplemente era otra forma de enseñanza. Ahora hay más libertad y te dejan elegir sin imposición alguna. Un camino está asfaltado y el otro es de tierra. La elección parece clara y la juventud actual suele elegir el asfaltado, el que lleva a la ciudad donde sin dinero no comes. El otro camino es de tierra y al final suele haber un campo mal trabajado, que si lo siembras te puede dar de comer. De momento todos tienen claro que no quieren sembrar, pero veremos si en un futuro se podrá comer sin hacerlo... ¿Es esa la solución y el mejor camino?.
Pues no se sabe, pero se sabrá pronto. Naturalmente yo no lo veré, ni ganas tengo de hacerlo, pero los resultados no están lejos. Antes de dos generaciones ya lo verán...
Mi opinión, que nadie me ha pedido, es que entre el blanco y el negro está el gris. Ni tantos pescozones eran buenos, ni tanta permisividad llevará el barco a buen puerto. Sin embargo, volviendo al tema político del día de hoy, lo que todos tenemos claro es que vivir en dictadura no quiere nadie. Afortunadamente ya hace más de tres décadas que los españoles nos dimos la Democracia y las libertades que actualmente disfrutamos las gentes de bien. Si algo nos queda por aprender es que el dinero no llueve del cielo y que el que algo quiere algo le cuesta. Esa es la única lección que se le resiste a más de cuatro. Tener derecho a cosas realizadas con el esfuerzo de otros, no es lo que los españoles votamos al aprobar la Constitución. En todo caso tendremos derecho a que nadie pueda quitarnos aquello que nos corresponde por haberlo conseguido con el esfuerzo de nuestro trabajo y nuestro tesón.
Si los españoles tenemos derecho a cosas que no nos hemos ganado, es un tema que desconozco, pero lo que si puedo asegurar es que a un servidor nadie le ha regalado nada. Después de estar más de cuarenta años trabajando como burros mi mujer y yo, toda la semana en el negocio y los sábados y domingos en el campo, conseguimos hacernos la casa en la que vivimos, criar a tres hijas y darles estudios y comodidades que nosotros nunca tuvimos; dotarlas económicamente para que se pudieran casar y ayudarlas en todo aquello para lo que han pedido nuestra colaboración.
- ¿Qué más? -dirán quienes lean esta entrada.
Pues nada más amigos. Los caminos de los pobres son cortos pero, si a base de trabajo podemos allanarlos en lo posible, mejor caminarán aquellos que nos siguen. Es la única meta que tenemos los pobres. Apartar piedras del camino, para facilitar el paso de aquellos hijos que confían en nuestra gestión. Sin embargo, por muchas piedras que apartes no se acaban nunca. El motivo es porque hay otras gentes dedicadas a ponerlas nuevamente en el camino y cuanto más gruesas mejor. ¿Se imagina alguien a donde podría llegar la humanidad, si todos trabajáramos en la misma dirección...?
RAFAEL FABREGAT
Mi opinión, que nadie me ha pedido, es que entre el blanco y el negro está el gris. Ni tantos pescozones eran buenos, ni tanta permisividad llevará el barco a buen puerto. Sin embargo, volviendo al tema político del día de hoy, lo que todos tenemos claro es que vivir en dictadura no quiere nadie. Afortunadamente ya hace más de tres décadas que los españoles nos dimos la Democracia y las libertades que actualmente disfrutamos las gentes de bien. Si algo nos queda por aprender es que el dinero no llueve del cielo y que el que algo quiere algo le cuesta. Esa es la única lección que se le resiste a más de cuatro. Tener derecho a cosas realizadas con el esfuerzo de otros, no es lo que los españoles votamos al aprobar la Constitución. En todo caso tendremos derecho a que nadie pueda quitarnos aquello que nos corresponde por haberlo conseguido con el esfuerzo de nuestro trabajo y nuestro tesón.
Si los españoles tenemos derecho a cosas que no nos hemos ganado, es un tema que desconozco, pero lo que si puedo asegurar es que a un servidor nadie le ha regalado nada. Después de estar más de cuarenta años trabajando como burros mi mujer y yo, toda la semana en el negocio y los sábados y domingos en el campo, conseguimos hacernos la casa en la que vivimos, criar a tres hijas y darles estudios y comodidades que nosotros nunca tuvimos; dotarlas económicamente para que se pudieran casar y ayudarlas en todo aquello para lo que han pedido nuestra colaboración.
- ¿Qué más? -dirán quienes lean esta entrada.
Pues nada más amigos. Los caminos de los pobres son cortos pero, si a base de trabajo podemos allanarlos en lo posible, mejor caminarán aquellos que nos siguen. Es la única meta que tenemos los pobres. Apartar piedras del camino, para facilitar el paso de aquellos hijos que confían en nuestra gestión. Sin embargo, por muchas piedras que apartes no se acaban nunca. El motivo es porque hay otras gentes dedicadas a ponerlas nuevamente en el camino y cuanto más gruesas mejor. ¿Se imagina alguien a donde podría llegar la humanidad, si todos trabajáramos en la misma dirección...?
RAFAEL FABREGAT
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