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COMIDAS MUY ESPECIALES.
Lo que a unos les parece sabroso y habitual, a otros les puede parecer asqueroso y viceversa. Nada hay bueno ni malo si es sano y nutritivo pero, dentro de esa normalidad, ¡hay algunas cosas que repugnan a más de cuatro...! Si estas palabras les parecen exageradas, hagan clic cada vez que lleguen a una foto.
El primer sentido que se pone en marcha es la vista... Hay por tanto alimentos que, siendo de un sabor y pulcritud exquisitos, al visualizarlo puede parecernos asqueroso. Tal es el caso de algunas comidas de países exóticos y siempre, claro está, dentro de una cocina local de escasos recursos donde la presentación brilla por su ausencia. El principal motivo de esa supuesta asquerosidad, se encuentra en la utilización de determinados animales o en la presentación de determinadas partes del cuerpo de éstos.
En determinados bufes, más de cuatro no sabríamos qué elegir, entre otras cosas porque seríamos incapaces de comer nada de lo que allí se expone. Lógicamente es por una falta de costumbre ya que, lo que allí se ofrece, es la carne de un animal como otro cualquiera pero al que no estamos acostumbrados a ver en nuestro menú. Sin embargo, que en nuestras latitudes no se consuman determinados animales, no significa que no sean sabrosos o que tengan peligro alguno. Es una simple cuestión de costumbres y, algunas veces, de supervivencia.
Monos, serpientes, murciélagos, lagartos, perros y gatos, así como cualquier tipo de insectos tienen un valor nutritivo de igual o superior categoría al que tienen los animales que nos sirven de alimento en los países llamados del primer mundo. Ignoro también el por qué se llamará tercer mundo a estos países, justamente coincidiendo todos en que fue justamente en éste donde se inició el caminar de la humanidad. En todo caso, los del tercer mundo deberíamos de ser nosotros, que hemos venido después.
En España se consideran platos sabrosos y demandados, los caracoles o los callos (tripas de diferentes animales) y nos parece lo más natural, a sabiendas de que alguno de los turistas que nos visitan se horrorizan al verlo.
Algo que tampoco puede ver mucha gente es que en los mercados asiáticos, como garantía de calidad y de frescura, se sacrifique "in situ" a los animales adquiridos. A una serpiente, vivita y coleando, en tu presencia se le corta la cabeza y se la pela. Si ésto es de por sí repugnante, lo parece muchísimo más cuando esta acción se hace sobre animales de sangre caliente y muy especialmente cuando se trata de animales que, en nuestras latitudes, solo se conocen como animales llamados de compañía o domésticos. Y es que claro, como los perros y gatos, son normalmente son animales que están en muchas de nuestras casas y que nos ofrecen cada día su cariño y compañía.
Camiones cargados de jaulas de perros y gatos para la venta de su carne es algo normal en un mercado chino o coreano. Allí es comida de uso cotidiano si hay dinero para pagarla, y nadie se escandaliza por ello. Una cosa a tener en cuenta es que, el animalito en cuestión no se entera de la película. Allí no se pierde el tiempo en tonterías. ¡Zas! cabeza cortada, piel fuera y ¡Chan, chan, chan! en 10 segundos el animalito, perfectamente troceado, pasa a tu cesta de la compra sin que el corazón haya parado todavía de latir. También es muy estimada la carne de perro seca, curada al sol y al amparo de las moscas. Con ella se preparan sabrosos caldos y potajes.
Para mí, algo extremadamente impactante es ver como se corta en finas lonchas la carne de los pescados vivos (sushi) de tal manera que cuando ya la espina queda desprovista de toda su molla el pez todavía coletea. Me parece, más que horroroso, una forma demencial de tratar a los animales. Yo no tengo voz ni voto en esta exposición, porque no soy vegetariano (lo siento) y no lo soy porque cuando miro la carne en el mercado intento olvidarme de su procedencia. Así somos muchos, pero eso de comerse a un animal sin matarlo, en un suplicio infernal al más puro estilo caníbal, que sobrepasa todas las normas de alimentación humana y hace salir el antropófago salvaje del que todos procedemos. Eso, en un mundo civilizado, ¡no tiene perdón de Dios!. A mí, me trae un camarero a la mesa un plato como el de la foto, con el pescado moviéndose y le doy una hostia que no lo reconoce ni su madre...(!)
RAFAEL FABREGAT
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