1 de abril de 2011

0318- EL MAR BÁLTICO.

El Mar Báltico, como el Mediterráneo, es un mar cerrado y compuesto por otros tres que, en este caso y aunque tengan categoría de mares, se denominan golfos. Se trata del Golfo de Botnia, Golfo de Finlandia y Golfo de Riga. A groso modo, el golfo de Botnia baña las costas nororientales de Suecia y las occidentales de Finlandia hasta las Aland islands; el golfo de Finlandia las meridionales de este mismo país, Rusia y norte de Estonia; el golfo de Riga las occidentales de Estonia y Letonia. El mar Báltico propiamente dicho y que supone toda la parte suroccidental del mismo, baña las costas de Lituania, la provincia rusa de Kaliningrado, norte de Polonia, norte de Alemania y la parte oriental de Dinamarca. Es en ese punto donde conecta con el Mar del Norte para, posteriormente, integrarse este último al Océano Atlántico.


En época romana el mar Báltico era llamado Mare Suevicum, derivación del pueblo germánico de Los Suevos, principales dominadores de la región. Ya fueron ellos quienes dijeron de este mar que era salobre, es decir: de agua más salada que la dulce pero no tanto como la de cualquier otro mar. Sirva como ejemplo que el próximo océano atlántico tiene una salinidad del 35x1000, mientras que el báltico tiene el 6x1000. En el punto más septentrional del Golfo de Botnia, el agua ya no es apenas salada, hasta el punto de que viven en él muchas especies de agua dulce, abundando la pesca de salmón y arenque y llenándose las costas de aves como patos o cisnes normalmente solo vistas en los estuarios de los ríos.


El mar Báltico es uno de los más jóvenes del mundo (8.000 años) y también de los menos profundos, con una media de 57 m. Su profundidad máxima, al norte de la isla sueca de Gotland, es de 459 m. Es también el mayor depósito mundial de ámbar y uno de los de mayor calidad. La abeja de la foto, conservada en una pieza de ámbar báltico del norte de Polonia, se estima que tiene una antigüedad de 40 millones de años(!). Otra curiosidad es que debido a su latitud, con escasa evaporación, el gran aporte de agua de los muchos ríos y mínima conexión con el mar del Norte, con el que se conecta a través de los estrechos de Skagerrak y Kategat, el agua tiene muy baja salinidad. Algunos de estos ríos que desembocan en el mar Báltico son altamente navegables lo que implica que algunos países interiores como la República Checa, Eslovaquia, Ucrania y Bielorusia se comuniquen con el mar por estas vías fluviales.


Con la caída del Imperio Romano, los vikingos aprovecharon el poco calado de sus embarcaciones para explorar la totalidad de territorios costeros del mar Báltico, pero no se conformaron con eso. Ante la dificultad de las comunicaciones terrestres y dándose cuenta de la posibilidad de adentrar sus embarcaciones por vía fluvial, llegaron hasta el Mar Negro a través del Dnieper y del Mar Caspio, a través del Volga. Así fueron las cosas hasta el siglo XI, cuando los Germanos empezaron a dominar la zona. El Báltico ha sido siempre protagonista de los grandes conflictos y sus disputas prendieron la mecha de la primera y de la segunda Guerra Mundial. Los alemanes paralizaron la vida comercial del Báltico y con sus submarinos U-boot hundieron grandes barcos como el Gustloof, una catástrofe superior a la del Titanic. La escasa profundidad y baja salinidad del Báltico propician que, en invierno y durante varios meses, el 45% de este mar se convierta en duro hielo que une muchas de sus islas.


RAFAEL FABREGAT

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