"Els veins del carrer de la Font
tindríem grand il·lusió,
si colara la Font Vella
i encara ens feren sombra
els arbres dels llavadors".
Ese cartel, colgado del arco central de la calle Capitán Cortés de Cabanes, daba entrada al inicio de la calle, frente a los lavaderos municipales, con motivo de "Les Festes de l'Aigua de 1.975" que conmemoraban las Bodas de Oro de tan magno acontecimiento como fue en su día la traída de aguas al pueblo, desde "el Racó del Pardos". El cartel, de una simpleza indiscutible, era idea del vecino predilecto de la villa, Guillermo Andreu Valls, con texto del poeta local, afincado en Barcelona, Ricardo Herrasti Bellés y realización de un servidor Rafael Fabregat Condill.
Aunque enfermo, Franco vivía aún y a los "listos" les hacía falta un tonto al que, en caso de problemas, poder cargarle las culpas.
- ¿Quién ha hecho ese cartel?
- ¡Lo ha hecho fulano!. (Y todo solucionado).
Vamos, que un servidor siempre ha sido el tonto del pueblo... y aquí seguimos, ¡al pie del cañón!.
En este mundo hipócrita y traidor, unos nadan y otros guardan la ropa.
Los dos citados vecinos han muerto ya, pero todavía queda vivo un hermano del autor de la letra del citado cartel (Pepe) que fue el que me convenció para dibujarlo y que (si quiere) podrá corroborar que cuanto aquí se dice es cierto en autores y contenidos; lo de las intenciones ya es harina de otro costal. Todos los que tienen cumplidos los 70 recordarán la línea de inmensos plataneros que, plantados enfrente de los lavaderos municipales, a escasa distancia de la baranda que separaba la calle de los hondos bancales vecinos del "Ravaxol", creaban una sombra espectacular y ambiente extraordinario en la zona. Los árboles, plantados en zona de relleno y con alimento y agua permanente de las huertas que había bajo la citada pared, regadas con el agua sobrante de los lavaderos, eran relativamente jóvenes pero plenamente desarrollados, con una altura no inferior a los 20 metros.
Eran alrededor de una docena y llegaban desde los aledaños de un pequeño pajar anexo al Matadero Municipal (hoy guardería o ludoteca) hasta la primera casa de la calle del Capitán Cortes, punto exacto donde se plantó el Arco que se contempla en la primera foto de esta entrada. Ninguna construcción más había entonces en ese tramo. Parece extraño que en plena dictadura franquista, con todos los alcaldes nombrados por los mismos informadores y ratificados por las mismas autoridades, tuvieran tan arraigada la mala costumbre de deshacer todo lo que sus colegas habían hecho anteriormente, para después instalar lo propio. Nada de lo hecho por los demás era válido. No fueron épocas de inactividad, como más de cuatro podrían pensar, pero sí de nulo adelanto. Unos hacían y otros deshacían con la misma facilidad.
Con tales actitudes, la prosperidad de Cabanes no se hacía presente, pues los derribos superaban a las nuevas construcciones. Los recursos municipales eran escasos y el derribo constante de las obras realizadas por el edil anterior no dejaban prosperar al pueblo.
De aquellos años, décadas de los años 50, 60 y 70, pocas obras públicas quedaron para el disfrute de generaciones futuras.
Los Alcaldes y Jefes locales del Movimiento (entonces llamados "camaradas", según podemos leer en el librito de Fiestas 2011) subieron el agua del "Pou de les Grases" a la Plaça del Molí, donde se construyó un gran depósito que alimentaría numerosas fuentes de nueva construcción que se repartieron por todo el pueblo.
Incluso se construyeron nuevos abrevaderos junto al Calvario y hasta una fuente-surtidor en la Plaça de l'Esglèsia.
Como se ha dicho antes, nada queda de todo aquel afán constructivo que servía de servicio y deleite a la población extramuros de nuestro querido Cabanes. ¡Vaya mierda de políticos...! Nuevos alcaldes entraron que derribaron las fuentes construidas y en perfecto funcionamiento, al tiempo que instalaban otras en lugares distintos a los anteriores.
Desaparecieron los grandiosos plataneros del Carrer de la Font y lo mismo ocurrió con toda una línea de moreras que había desde el antiguo Cuartel de la Guardia Civil, esquina a la calle Sanjurjo (hoy la Cava) hasta el Povet d'avall. Se arrancaron espectaculares moreras centenarias en las calles del Capitán Cortés y Delegado Valera.
Ya puestos al trabajo de deshacer, se arrancó hasta el árbol centenario (de la Plaza del Árbol) aunque me da a mí "la gana" dejarlo aquí para la posteridad en la foto de arriba, donde estoy fotografiado con tres de mis amigos de pandilla: Elietes el de Peleto, Fransuá y Enrique el del Raconet. Prueba fehaciente de que "algún día" hubo un árbol que dio nombre a la plaza en cuestión. Ni un solo árbol quedó dentro del municipio, como de igual manera desaparecieron todas las fuentes del pueblo, todos los abrevaderos y hasta la fuente-surtidor de la plaza de la Iglesia. Ya sin motivo de ser y estar, desapareció la Bassa d'Amunt", el depósito de agua de la Plaça del Molí y desapareció la boca del túnel de La Cava, que permitía el acceso y limpieza de la acequia que traía el agua fresca del pozo situado junto al nuevo Colegio y que era sacada mediante un molino de viento hasta la emblemática "Font Vella" y a la "Fonteta del carrer Castelló". Dichas fuentes quedaron secas y abandonadas durante décadas, permitiéndose incluso que alguna de las nuevas construcciones realizadas en la zona traspasasen con sus cimentaciones la histórica Cava, cerrando el paso del agua.
Por lo visto, bien está lo que se permite, cuando quien lo hace goza del apoyo de quien manda. Afortunadamente hoy la Font Vella está restaurada y en funcionamiento, aunque lo que brota de su caño son aguas residuales de la Fuente del Buensuceso. La del "carrer Castelló", esquina carrer de la Font, duerme el sueño de los justos, no se sabe donde ni en que escombrera de inertes, gracias a "las gracias" de todos sabemos quien. Posteriormente hasta fueron llenadas de escombros las emblemáticas balsas (Bassa Nova y Bassa d'Amunt) que, a la entrada del pueblo, abastecían de agua a ganados y vecinos extramuros. Pero la operación de relleno no fue para hacer una plaza, poner unos bancos y adecentar nuestro pueblo, no. Solo fue una demostración de fuerza, contra los vecinos que se oponían a la desaparición de esos iconos locales.
Durante décadas, la Bassa d'Amunt fue una escombrera donde serpientes y ratas inmensas campaban a placer. La Bassa Nova tuvo más suerte ya que el lugar está limpio e incluso se plantaron algunos árboles. Pero, nada se sabe del destino de las antiguas piedras perfectamente labradas que coronaban la Bassa Nova y Bassa d'Amunt. Sin duda ocupan lugar destacado en alguna casa o chalet de los afines al autor de la tropelía.
Tampoco de los impresionantes peldaños de piedra de sillería que permitían el acceso al agua en épocas de lluvia escasa. Todo desapareció, todo quedó en el olvido... Bueno, en el olvido todavía no. Para que todos estos despropósitos se olviden, tendrán que pasar unos años más y morir muchos cientos de personas que lo vivieron y lo sufrieron en sus carnes y en sus carteras. Lo de la desaparición de las históricas Balsas fue ya en Democracia, pero quien nació para mandar también quería hacerlo...
El mismo edil, en el colmo de los despropósitos y conociendo la contrariedad de los vecinos, arrancó de cuajo la fuentecilla centenaria más emblemática de la localidad, aquella que desde la Font de la Cava llevaba el agua perfectamente canalizada a los vecinos del final de las calles Eras, Delegado Valera y Carrer de la Font, al tiempo que se arrancaban los centenarios olmos blancos y acacias propios de esa plazoleta que se forma en dicha bifurcación y en la que los niños de la vecindad jugamos a su sombra. Un servidor, con permiso municipal, buscó en la escombrera que dicha obra provocó y no encontró resto alguno de aquella emblemática fuentecilla de granito, que incluso llevaba el escudo municipal de Cabanes con las tres torres que nos son propias. Quien me dio el permiso sabía sin duda que no la encontraría pues sin duda ya estaba a buen recaudo. Así es la vida...
En la calle de San Vicente se instalaron cuatro jardineras, similares a féretros que el vecindario elitista obligó a eliminar, por el mal efecto que causaban, y ¿donde dirían Udes. que fueron a parar...? Pues en la foto se ve. En aquella plazoleta de la que fue eliminada una parte importante de la Historia de Cabanes. ¡Siempre han habido clases!.
La historia ha dejado claro las pocas cosas buenas que tienen determinadas políticas, que dicen ser sociales y solo son dictatoriales lameculos y oportunistas. Por cierto, la foto es de Stalin, otro mandamás donde los hubiera. Hoy todavía quedamos cuatro nostálgicos que mantenemos en la memoria el recuerdo de aquellos caciquiles mandatos. Por poco tiempo ¡claro está!, uno no vive eternamente, tampoco quienes mandaban y ejecutaban tales barbaridades.
Según el verso de Jorge Manrique... "Cualquier tiempo pasado fue mejor", pero eso no siempre es cierto. Aquellos no fueron tiempos mejores no, pero... ¿Lo serán los nuevos?.
RAFAEL FABREGAT