9 de diciembre de 2010

0215- CABANES Y EL TRANSPORTE DE MERCANCÍAS..

Ciertamente Cabanes no ha sido nunca un pueblo mal comunicado. Tres autobuses de bajada a Castellón y otros tantos de subida, daban perfecto servicio a la localidad. El "coche de Vilanova", con parada a las 7,30h. en la plaza (hoy llamada dels Hostals) era el primer servicio de transporte de viajeros hacia Castellón que tenía Cabanes. A las 8,00h. y con parada en el "Hostal de Amado" pasaba "el Tortosí" y a las 9,45h. lo hacía también "el Morellano". Estos tres autobuses diarios subían por la tarde a cuantos viajeros lo solicitaban en el horario de llegada de 14,30h. para destino Vilanova; 16,00h para destino Morella y 18,00h. en dirección a Tortosa. Un servicio completo y más que suficiente para las necesidades del municipio.

Sin embargo lo que pretende recordar la entrada de hoy no es el transporte de viajeros sino el de mercancías y que, personalmente, por ser conocedor de lo que ocurría en los pueblos vecinos, me parece francamente adelantado a su tiempo, lo que demuestra que Cabanes ya era entonces un pueblo de entidad muy superior a sus vecinos.

Teniendo mi padre taller artesanal de confección de escobas, justamente enclavado junto en la carretera Castellón-Zaragoza y siendo todos los ordinarios que por allí pasaban clientes de nuestro negocio, llegué a conocerlos a todos y puedo decir con satisfacción que mientras Cabanes tenía dos ordinarios con camiones de primer orden y hasta con ayudantes, los de otros pueblos de la comarca lo hacían con carruajes tirados por mulas y atados en la parte trasera no menos de un par de burros para poder subir con más seguridad las cuestas de la Pobla Tornesa.

Diariamente dos o tres ordinarios y uno o dos pescaderos de las localidades de Benlloch y Vilanova, con servicio de acarreo a los pueblos de Sierra Engarcerán, Torre Endoménech y Sarratella, pasaban hacia las cuatro de la tarde, con última parada en nuestro taller para cargar las docenas de escobas que los tenderos de sus municipios les encargaban. Un par de veces por semana, puesto que las distancias les obligaban a pernoctar en Castellón, pasaban también los de Coves de Vinromá, con acarreos a Albocácer y Salzadella, también con sus respectivos animales. Los ordinarios de Morella y pueblos de su comarca, al igual que los de San Mateo y alrededores, ya lo hacían con camiones, puesto que la distancia impedía el servicio con animales.

Mientras tanto Cabanes ya tenía en esa época dos ordinarios que con dos importantes camiones traían y llevaban cuanto se les encargaba. Un pilar importante de ese servicio era la gran cantidad de escobas que se fabricaban en nuestra localidad y que se remitían, bien a los clientes ubicados en el propio Castellón o para su facturación por tren a distintas provincias. Habiendo de bajar igualmente a la capital para atender las necesidades de los diferentes establecimientos de la localidad, bien venía ganarse un dinero en el viaje de ida y los ordinarios hacían con gusto ese trabajo, en el que incluso se encargaban de cobrar la mercancía a nuestros clientes.

Eran dos los ordinarios de Cabanes: Herminio Llorens, "el de Sanantoni", con un flamante camión rojo del que no recuerdo su marca, pero probablemente sería un EBRO puesto que es el que figura en la foto y creo que era idéntico o muy parecido. El otro ordinario era José Bou, "el tío Travero" , que recuerdo perfectamente que llevaba un FORD de color verde oscuro. Al parecer se ganaban bien la vida puesto que, aparte de atender perfectamente a sus familias, ambos se construyeron buenas casas e importante garaje para sus camiones y en aquellos tiempos eso ya era una hazaña.

Aparte el acarreo habitual de suministros a tiendas de ultramarinos y pescaderías, ambos ordinarios contrataban servicio de transporte de almendras, escobas y cuanto se les encargaba. Solían cargar estas mercaderías por la tarde y cada mañana a primera hora se desplazaban a Castellón para, tras su descarga, llegar al llamado "Hostalet", lugar de encuentro de todos los ordinarios de la comarca y al que los diferentes mayoristas de Castellón llevaban todos los encargos recibidos por teléfono de los minoristas locales. Pescaderos, tenderos, ferreteros..., incluso los tablones de madera para las carpinterías de nuestra localidad llegaban a través de los ordinarios.

Herminio el de Sanantoni, quizás con algo más de trabajo que José el de Travero, llevaba incluso un ayudante que, carrito en ristre, iba corriendo toda la mañana por la ciudad, encargándose de reunir en "el Hostalet" aquellas mercaderías de los mayoristas que no tenían servicio de acarreo hasta el "cuartel general" de los ordinarios provinciales. Ese ayudante era justamente el que unos años después sería mi suegro (Jose el de Perdiu) y que posteriormente dejó ese trabajo para convertirse en Bodeguero de la Cooperativa de Cabanes. Cargado el camión hasta los topes, aún tenían una última parada a la salida de Castellón ya que, en la misma curva donde se inicia el Paseo de Morella había una importante fábrica de hielo y siendo el funcionamiento de las escasas neveras de entonces con este material, era obligado recoger todos los días las barras que se les encargaban y que se servían en cajas recubiertas de cascarilla de arroz.

Los bares, aunque ya tenían entonces cámaras eléctricas, eran clientes habituales de las populares barras de hielo y también (en verano) lo era Vicentica la Valenta, para poder fabricar el sabrosísimo helado de vainilla que vendía en el Teatro Benavente y en su casa de la calle "del Planiol". De todas formas poco tiempo tardaría en inventarse el "mantecado de corte" con lo que el artesanal de vainilla, de grosor variable mediante maquinilla con mecanismo de dos puntos (según el importe a gastar) pasaría a la historia. En el Bar de Xulla la tía Nieves, lista como el hambre, fue la primera en traer el mantecado de corte al pueblo, pero Toni el de la Perra y Vicent el de Roc tampoco quedaron a la zaga y a la semana siguiente los tenían también.

Los niños nos relamíamos los labios mirando a los pocos afortunados que podían comprarlos, ya que valían 3 pesetas y no todos teníamos ese capital. Claro que, si haciendo ese gasto te era permitido poder ver la tele toda la tarde... la cosa cambiaba. El mantecado de corte, además de una delicia, era una inversión. Una inversión que te permitía ocupar los primeros lugares frente al televisor puesto que, haciendo gasto, la tía Nieves no decía nada en contra de aquella ocupación literal de "su territorio".

El Bar de Roc, no estaba tan bien vigilado ya que, teniendo a la entrada futbolines y otras máquinas tragaperras, a Vicent le era más difícil controlar quien había hecho gasto y quien no y él, ante la duda, callaba o hablaba en general refunfuñando por la falta de consumición, pero sin echar a nadie a la calle. Los dibujos animados y la propia publicidad eran entonces la principal atracción, hasta el punto de que los niños (y algunos que no lo eran tanto) entonaban frente al televisor las canciones publicitarias, como si de un karaoke se tratara.
- Caramelos Sugus, caramelos Sugus... ¡Sugus es Suchaaaaaart!
- Cafés La Estrella... ¡¡¡por su aroma se conocen...........!!!
- Somos los Conguitos y estamos requetebién, cubiertos de chocolate...

Debido a una señal deficiente, por la escasez de repetidores, con mucha frecuencia grandes rayas o la llamada "nieve" impedía la visión de muchos de los programas, en cuyo caso, Vicent maldiciendo por el gasto eléctrico del televisor y el escaso gasto de los niños, únicos clientes que lo miraban, al ver que no se veía nada lo cerraba sin más y, con gasto o sin gasto realizado, los niños nos veíamos en la calle.
Había que buscar alternativas y aunque el dinero que había en los bolsillos era escaso, cruzábamos la calle y nos metíamos en los futbolines de Pepe el de Tineri (local actualmente ocupado por el Centre d'Estética Martí) que al ver llegar la bandada de críos exclamaba: ala! ja s'ha fotut la tele de Vicent! Eh, eh!... el que no tingue diners al carrer!

Pero todos entrábamos y turnándonos en el juego (cuatro jugaban y ocho miraban) la fiesta seguía, a la espera de tiempos mejores...
De vez en cuando alguien vigilaba si el televisor del Bar de Roc se había conectado de nuevo y en caso afirmativo, dos ahora y tres después íbamos volviendo, ocupando nuevamente las sillas frente al novedoso aparato del Bar Cabanes. Vicent maldecía y refunfuñaba una vez más pero, siendo nuestros padres sus principales clientes... ¿qué tenía que hacer? Pues eso, ¡refunfuñar y aguantar!

EL ÚLTIMO CONDILL

4 comentarios:

  1. Hola, estoy haciendo un trabajo sobre el transporte de viajeros en Castellón y me ha sido de mucha ayuda este artículo. Respecto a la primera foto, de un autobús matrícula de Madrid ¿me puede dar más información? Muchas gracias

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    1. Lo siento Pablo, pero han pasado casi cuatro años de la fecha de esta entrada y no sé de donde sacaría esta foto para ilustrar el artículo. Por su aspecto yo diría que es un Ford pero no puedo asegurarte nada. Lo siento. Saludos cordiales.

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    2. No pasa, muchas gracias de todas formas. También es muy interesante el artículo sobre la línea Cabanes-Empalme. Perdone que insista sobre el tema, pero ¿alguna de las fotos del artículo de la línea de la Ribera corresponden a coches de la misma? Y de nuevo enhorabuena por sus artículos.

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    3. Lo siento amigo pero las fotos a las que te refieres, y que forman parte de mi entrada 0078, son simplemente ilustrativas y no son exactamente los mismos autobuses que hacían ese recorrido. Sin embargo yo viví esa época y subí en vehículos similares a los que allí se ven por lo que puedo garantizar que los casos que allí se cuentan eran una realidad. Saludos.

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