Los que ya tenemos cumplidos los sesenta años y otros con algunos menos, en una zona rural como la nuestra, por mucho que queramos presumir ahora de Playas y Polígonos Industriales, hemos conocido lo que era vivir casi íntegramente de la agricultura: los naranjos, los almendros, los melocotones, las viñas, los olivos... y, si nos remontamos unos años atrás, los guisantes y hasta incluso algunos campos de trigo y cebada, amén de las nutritivas patatas. Todo era útil y todo aportaba su grano de arena a la despensa y economía familiar... Mil kilos de almendras, cinco mil de uva, cincuenta litros de aceite, unos capazos de patatas, unas cuantas gallinas y conejos, etc. eran suficientes para pasar "cómodamente" el año (me refiero, naturalmente, para la gente humilde).
Los ricos eran otra cosa: Cientos de sacos de almendras, "tropecientas" arrobas de naranjas, miles de kilos de uva, no sé cuantos sacos de trigo, aceite en cantidad, así como vino y varios cerdos que se alimentaban de diferentes hortalizas y legumbres de cosecha propia y todo un zoológico de gallinas, pollos, patos, conejos, etc.
Cada uno a su nivel, casi todos vivíamos de la agricultura y si alguna familia no tenía tierras suficientes para poder comer todo el año de ella, hacía algunos jornales o se "inventaba" un pequeño oficio del que poder ganar un dinero extra, con el que complementarla.
De esa necesidad, nacieron los que hacían alpargatas, capazos de palma, cañizos y escobas, entre otros. Y todavía había niveles más bajos ya que, cuando no lo hacían los propios artesanos antes descritos, estaban los que cortaban la palma, el esparto o el cáñamo, las cañas y el junco o la paja de centeno, abasteciendo a los anteriores de materias primas.
Varios escalones por encima, estaban los profesionales y artesanos de élite, llamados por el populacho "gossos de poble": el metge (médico), el practicant (ATS), "els chupatintes" (funcionarios), la gente de oficio (ferrers, fusters, corretgers,...) así como los detallistas de diferentes ramos, (panaders, tenders, carnissers, etc.)
Algunos miembros de estos colectivos, ¡iban a almorzar al Bar...! y, aunque en número ya más limitado, hasta incluso iban a tomar café tras la comida...! Los agricultores serán lo que sean, pero no tontos y viendo que eran los primeros para el trabajo y los últimos en la compensación económica y en el disfrute de la vida, dijeron... ¡Basta!
Aunque por lo general las relaciones entre vecinos eran excelentes, supongo que debemos entender que los "de a pié y los de a caballo" se miraran con un poco de recelo. Aunque todos humildes, eran escalones diferentes. Y lo más chocante es que hoy, cuando la agricultura minifundista ya no tiene peso ninguno, al antiguo rico se le respeta como tal; de la misma forma que al antiguo maestro o al "practicante" se le trata todavía de Don y a cualquier joven que va por la calle, con una carrera universitaria de primer orden (ingenieros, abogados, etc.) no se les da tratamiento respetuoso alguno. ¿Lógica?... ¡ninguna!
Pero, bueno... volviendo al hilo de la cuestión, decir solamente que la diferencia, entre "ricos" y pobres era más una categoría social que una realidad, ya que algunos "ricos" tenían que pedir un préstamo para "llegar" a la cosecha y los pobres, como iban a ganarse el jornal cada día, no lo necesitaban ¿quién era pues, el rico...?
Además... entonces (ahora ya no es lo mismo) el pobre, por no tener, no tenía ni quebraderos de cabeza. Apenas había impuestos (14 Ptas. del recibo bimensual de la luz y 50 Ptas. al año de Contribución). Agua corriente no había en los pueblos y otras comodidades tampoco, por lo que, si había salud y la olla estaba llena... ¡a vivir, que son dos días! De lo que fuera, puesto que casi todo era de cosecha propia, pero la cuestión era llenar la olla.
Madrugar, madrugaban pero..., tras lavarse la cara, se plantaban en la puerta de su casa increpándose unos a otros, iniciando la primera tertulia del día. Que si el tiempo, que si el gobierno, etc., etc.
Supongo que todos se lavarían la cara, pero ¡afeitarse!... una vez por semana por lo que, de la cama al quicio de la puerta eran cinco minutos escasos. Recuerdo (esto es verídico) que algunos barberos (ahora llamados peluqueros) luchando por captar algo más de trabajo y por consiguiente de beneficios, disimuladamente, para no enfadar a los clientes, aconsejaban a éstos que... ¡para ir perfectamente presentables, deberían afeitarse dos veces por semana!
Resumiendo..., ¡una felicidad!
El rico, era rico sí, pero mantener ese "título" le suponía más quebraderos de cabeza que beneficios; eran muchas las tierras que trabajar y jornales quería pagar pocos, por lo que el trabajo se le amontonaba. El pobre vestía peor y quizás comía menos manjares, pero podía irse algunos días a buscar setas, otros a cazar, etc. En fin, cosas de antes... ¡y de siempre!
Como todos sabemos, la gente joven no tiene ningún interés por la agricultura y los mayores ya no están en activo, o también han perdido su interés debido a la escasa rentabilidad. Si los productos agrícolas se pagaran razonablemente, la crisis que actualmente estamos atravesando, hubiera podido ser la solución para muchos y una posible continuidad para este oficio, del que todos comemos. Las fincas que todavía se trabajan se hubieran mejorado y aquellas que fueron abandonadas hubieran recuperado su antiguo esplendor, pero si quien las trabaja no consigue ni tan siquiera un módico jornal, las posibilidades son nulas.
Ignoro quien tiene la culpa de todo esto, pero no puedo evitar pensar que, como siempre, la tienen los gobiernos. No hay que ser un lince para darse cuenta de que, si las almendras de California (un pais más avanzado y con una renta más elevada) llegan a España (con unos portes carísimos) a mitad de precio que las autóctonas, será porque el gobierno las protege a fuerza de subvenciones y si esto lo hacen paises con más recursos que nosotros, supongo que con mayor motivo deberían hacerlo los que tienen menos opciones. ¿Y que me dicen de las naranjas de Marruecos, que pasan a Europa sin apenas pagar arancel, algunas veces por nuestras propias carreteras, es decir, por delante de los abandonados huertos valencianos?
Con estas políticas tan nefastas, me pregunto de qué hemos de vivir en España y qué comeremos cuando todos se espabilen y abandonen la tierra...
EL ÚLTIMO CONDILL
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