18 de agosto de 2019

2837- RESTAURANTE DEL MERVI.

Foto playa Morro de Gos, desde el hotel Koral y hacia el faro.
Mucho han cambiado las cosas en los pueblos situados junto al mar y en los últimos 50 años de esta España nuestra. Oropesa es uno de esos pueblos de la provincia de Castellón que no ha parado de crecer y hoy sus gentes tienen ese extraño ¿privilegio? de, al menos en los meses veraniegos, no poder aparcar en sus calles, hacer colas kilométricas para comprar una barra de pan, pagar el periódico o pasar por caja en el supermercado. Es la modernidad y la saturación propia de un pueblo famoso por el complejo residencial Marina d'Or y por sus playas de "La Concha" y de "Morro de gos", kilométrica esta última. Tan larga que pasa de largo el famoso complejo "Marina d'Or" y nos lleva hasta la tranquila playa de Torre de la Sal, ya en el término municipal del vecino pueblo de Cabanes. A partir de ahí, dos kilómetros de playa de canto rodado y después nuevamente playa de fina arena salvaje, esta vez para nudistas. 

El Restaurante Del Mervi nació a principios de los años 70, como un chiringuito de playa sin pretensión alguna pero con una clara visión de lo que años después iba a acontecer. Aquello era la versión más primitiva de un chiringuito: cuatro vigas de madera, carrizo y juncos del humedal anexo. Toda la playa de "Morro de Gos" y hasta lo que actualmente es Marina d'Or era un humedal pantanoso, propiciado por la desembocadura del río Chichilla y su dificultosa salida al mar.
Mi mujer y un servidor nos casamos el año 1973. Haciendo honor a la verdad, no recuerdo si ya conocía antes de esa fecha el aludido chiringuito de Vicente y Merche, dos bravos luchadores que, como se suele decir, con tesón y mucho trabajo supieron convertir la paja en oro. Lo poco que se había construido hasta entonces en Oropesa, con vistas al Mediterráneo, estaba en la playa de La Concha. Nadie más que ellos, había puesto una piedra sobre otra en la playa de "Morro de Gos".

Los primeros turistas ya habían hecho su aparición, pero eran muy pocos y todavía había muchos más bañistas locales que foráneos en aquellas playas de la mañana dominical. Había que ofrecer una cerveza o una gaseosa fresca a aquella gente ya abrasada por el sol de toda una semana de trabajos agrícolas y ellos pensaron que allí había negocio seguro. No se equivocaron. El pescado fresco y las mariscadas no tardarían en llegar.
Oropesa es un pueblo de término municipal montañoso y escasa tierra de labor. Le vino por tanto muy bien la llegada del turismo, del que, directa o indirectamente, viven desde entonces todos sus habitantes. Vicente y su mujer fueron siempre grandes trabajadores y buena parte de sus ganancias las reinvertían continuamente en la mejora del negocio. Aquel chiringuito raquítico se convirtió prontamente en un amplio comedor, lindante con aquel camino de tierra anexo a las dunas que separaban la playa del cenagal. Nuestro buen amigo Artemio Beltrán, cajero de la Caja Rural de Cabanes, tenía una buena relación con los propietarios del Cortijo, camping anexo a Marina d'Or donde trabajaba su madre, pioneros también en la urbanización de esta bonita playa oropesina "Morro de Gos". 

Es por ello que durante algunos años los días de Pascua de Resurrección nuestra pandilla de amigos solíamos pasar estas fechas en uno de esos edificios de apartamentos que había en la calle Teruel, que comunica las dos playas de Oropesa, o bien en alguno de los "chalets" que se construyeron detrás del Rte. del Mervi. 
Tanto en uno como en otro lugar salimos más de una vez con agua por la rodilla, debido a las frecuentes tormentas de entonces y la escasa o nula canalización de las aguas pluviales. 
Con cualquier excusa íbamos de vez en cuando a cenar al Mervi con algún amigo. Mi mujer y yo con nuestro Seat 600-D, cuyo inexistente morro metíamos en el caballón de dunas de arena que separaba el camino de tierra de la zona de playa. A la otra parte del camino el Rte. Del Mervi, ya con comedor en terraza cerrada, pero a nivel del camino o incluso por debajo de éste. Nadie sabe a donde hubiera ido a parar todo aquello de venir una riada. La comida de entonces era muy superior a la de ahora, pues el "menú" todavía no se había inventado. ¿Será verdad que tiempos pasados fueron mejores?. Ahora no está mal, pero no es lo que era. La calidad bajó notablemente en los últimos años y ya, casi sin clientes, pusieron un menú que "resucitó" el restaurante pero acabó de matar la Carta. Uno de los platos frecuentes en el Mervi eran las mariscadas y la zarzuela de pescado y marisco pero, en este momento más del 95% de sus clientes piden el menú.

Aquella pareja hizo un imperio pero, como todo mortal, marchó de este mundo y ahora están sus descendientes. Al igual que entonces, los dueños están en la cocina, asándose de calor mientras familiares y empleados atienden las mesas, con diferente estilo y simpatía. Quizás por culpa de la crisis, los platos han bajado un poco su calidad, a fin de no encarecer en demasía los precios. No sé qué decir al respecto y si lo sé me lo callo. Mi mujer y yo seguimos acudiendo a este local buena parte de las noches de los sábados veraniegos y nada tenemos que objetar. Quizás por nuestra antigüedad como clientes, nos dan un trato un poco especial pero nada más. De todas formas la calidad de los restaurantes de Oropesa del Mar brilla por su ausencia. Es por eso que nosotros solemos ir también a otros restaurantes de la zona y en todos ellos nos tratan de forma espectacular y sin queja alguna sobre la calidad de la comida. Solo una cosa echamos en falta del Mervi... 

Ellos saben bien, porque incluso se jactan de ello, que la "Salsa Mervi" inventada por sus tíos-abuelos tenía unas características especiales que nadie hasta ahora ha podido imitar. Pues bien, también ha desaparecido de los mejillones y de la sepia a la plancha. En la actualidad te sirven algo similar con el socorrido "biberón" que nada tiene que ver con lo de antes y que le quita toda la gracia. Y el sabor, claro. Y el sabor. Está claro que con ese sistema no tienen que hacer ni la mitad de la que se necesitaba cuando se escanciaba a cucharadas, pero de todas formas ya tampoco es la misma de entonces, quizás por hacerla en cantidad y guardarla en frío. Nada dura cien años y tampoco la famosa "Salsa Mervi" los ha durado. ¿Qué le vamos a hacer?. 

De todas formas, como he dicho antes, ya casi todos comen al menú y de esta forma poca salsa necesitan. 
En cuanto a lo de bajar la calidad es algo generalizado. Todos los restaurantes que yo conozco la han bajado pero, de todas formas, las mesas se llenan igualmente. 
A la gente nos gusta ir a los restaurantes y más aún si estamos de vacaciones. Todos tienen una calidad aceptable pero sin aspavientos. Prácticamente todo congelado. Cada cual tiene sus especiales características y nada más. Así y todo, al menos los fines de semana, hay que reservar mesa para poder comer, lo cual no es una mal señal. En el país de los ciegos, hasta un tuerto podría ser rey...

RAFAEL FABREGAT

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