26 de junio de 2019

2799- BIBLOS, LA CIUDAD DEL PAPIRO.

Estamos en el Líbano, a 35 Km. de Beirut, su capital. Se trata de la ciudad de Biblos, la más antigua del mundo habitada ininterrumpidamente, desde el neolítico. Sí amigos, vale la pena venir a este enclave de 7.000 años de antigüedad. Primera urbe fenicia y puerto comercial, desde la edad del bronce, gracias a su estratégica posición. Sus excelentes relaciones con el Egipto de los faraones lo convirtió en principal importador-exportador de papiro, motivo por el cual fue en esta ciudad de Biblos donde se escribió la primera Biblia. Claro que Biblos es también un pueblo de pescadores, donde relajarse, tomar un baño y comer los mejores pescados y mariscos del mar Mediterráneo. Nada de prisas. Allí nadie corre, porque la felicidad no hay que perseguirla. Se encuentra más fácilmente sin correr.

Castillo de los Cruzados en Biblos.
Durante el día hay mil sitios para visitar. Desde el castillo construido en el siglo XII por los cruzados, hasta la muralla de 3000 años de antigüedad, sus templos, la necrópolis y las interesantes grutas del Valle de Nahr El Kalb, donde se encuentra la estalactita más grande del mundo. En el interior un río de más de 8 Km. navegables que pasa por debajo de ocho pueblos y abastece a más de un millón de libaneses. Si te gusta la Historia y las ruinas ya no te quiero ni contar... La Heliópolis de los romanos, el santuario fenicio al dios Baal y el Valle de Bekaa, donde contemplar los templos de Baco, Venus y Júpiter. Siempre nos preguntamos como pudieron trasladarse algunas de sus piedras, de más de 900 toneladas de peso. No tenemos la respuesta, pero allí están ellas, colocadas con una precisión milimétrica.

Si llegada la noche no estamos demasiado agotados, no hay el por qué marcharse a dormir. En Biblos hay muchos sitios en los que cenar extraordinarios manjares y de pasar una agradable velada en las muchas salas de fiesta que, al menos durante el verano, deleitan a los muchos visitantes de este enclave turístico de primer orden. El ambiente nocturno de Biblos es sencillamente espectacular. Claro que al día siguiente nos esperan muchas más cosas para visitar. 
Para acceder a determinados lugares no hay que caminar demasiado puesto que teleféricos y trenes turísticos nos facilitan el acceso. Cuando esto no sucede, también los autobuses llevan y traen a los visitantes hasta los más remotos lugares. La Historia no está reñida con el bien vivir, motivo por el cual uno puede ser arqueólogo y anticuario durante el día y un perfecto sibarita durante la noche. Saber mezclar el cóctel de la vida es sin duda la mejor cosa que uno puede hacer y muy especialmente en estas latitudes. Esta que vemos en la foto de abajo es la primitiva Biblos. Calles empedradas, ruinas de decenas de civilizaciones, tan antiguas como la vida misma. 

Junto a estas ruinas, la necrópolis real y lugar donde en 1924 el arqueólogo Pierre Montet descubrió el sarcófago del rey Ahiram I y el vínculo cultural que unió Biblos con Egipto.
En el III milenio a.C. Biblos contaba con la flota más importante de todo el Mediterráneo. Los fenicios fueron descubridores del vidrio y pioneros del intercambio comercial. 
Grandes navegantes, los fenicios conquistaron comercialmente todos los países mediterráneos e importaron y mejoraron todas las novedades que iban encontrando a su paso. Era el antiguo I+D+I.
En las ruinas del palacio del rey Senaquerib I, rey de Asiria y Babilonia desde el año 705 al 681 a.C., un relieve nos muestra uno de aquellos navíos fenicios que surcaban el mar Mediterráneo, recorriendo todos los países costeros hasta llegar a la Península Ibérica, donde adquirían los metales preciosos de los Tartessos. 

A pesar de su intensa actividad bélica, Senaquerib I reconstruyó la ciudad de Nínive convirtiéndola en capital de Asiria. A diferencia de otros lugares del mundo, muchas de las ruinas allí ubicadas están en buen estado de conservación.
Adjunto tenemos también el Templo de los Obeliscos, que debe su nombre a las más de treinta estelas funerarias con inscripciones votivas, depositadas en el patio por los fieles. Biblos fue ciudad floreciente gracias a su situación geográfica, con Anatolia y Mesopotamia al interior y frente al Valle del Nilo. 
Los grandes imperios de Oriente Próximo miraban a Biblos como fuente de suministro de los bienes más preciados: maderas, incienso, tintes y metales preciosos. Sin embargo la relación más íntima y prolongada fue con Egipto. Para los egipcios Biblos no era solamente un socio comercial, sino también político y cultural. Los egipcios eran grandes recolectores de papiro, una planta que crecía a orillas del Nilo, pero era en Biblos donde se preparaba y se distribuía ya listo para la escritura a lo largo de todo el Mediterráneo. La demanda de papiro fue en constante aumento a partir de finales del II milenio a.C., fecha en la que empezaron a desarrollarse formas complejas de escritura fonética y donde los fenicios elaboraron el primer alfabeto hacia el año 1100 a.C. Primeramente conocida como Gebal la ciudad pasó a llamarse Biblos por ser el nombre que los griegos daban al papiro egipcio.

RAFAEL FABREGAT

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