13 de febrero de 2019

2720- JUANA DE LEEDS.

Es la historia de una monja del siglo XIV que fingió su propia muerte a fin de escapar del convento para poder disfrutar de la lujuria carnal que su cuerpo le pedía. Da prueba de ello un texto de la época encontrado por investigadores de la Universidad de Leeds cuando estaban digitalizando los archivos del arzobispo William Melton. La historia de esta monja ha sido descubierta gracias a una nota escrita en latín y encontrada dentro de uno de los dieciséis tomos en los que se registraron los negocios de los religiosos de York, entre los años 1304 y 1405. Esta nota fue escrita por el arzobispo William Melton en 1318, buscando el regreso de la monja al convento de San Clement.

..."Adviertan a Juana de Leeds, monja de Sant Clemente de York, que debe regresar a su casa..."  El mensaje incide también en que, según los rumores, la monja benedictina había caído en "el camino de la lujuria carnal" olvidando con imprudencia el compromiso religioso contraído en su día. El mensaje escrito por el obispo explica que "ella tuvo la desvergüenza de procurar su falso entierro en un espacio sagrado destinado a los religiosos del lugar". El obispo va más allá y explica que "De una manera astuta e infeliz, con la ayuda de cómplices y malhechores, fabricó con malicia un maniquí a la semejanza de su cuerpo para engañar a los fieles devotos, pervertiendo su camino de forma arrogante, dándole la espalda a la decencia y a la religión que la había amparado".

El obispo completa la nota diciendo que "la monja Juana cambió su camino de pobreza y obediencia por el de la lujuria carnal y todo ello tras descartar su hábito religioso". "Ahora -finaliza- deambula fuera de estas paredes sagradas, a pesar del peligro que supone para su alma y el escándalo que existe en toda la Orden".
Indudablemente el revuelo fue mayúsculo cuando se descubrió que la monja no había muerto, sino que se había instalado en Beberley, a 30 Km. del convento, para llevar una vida completamente indecente. Seguramente debería haberse instalado más lejos, pero no lo hizo. La nota indica claramente que el obispo intentó por todos los medios que la monja abandonara el mal camino y regresara al monasterio, pero no lo consiguió.

Por desgracia nada hay que aclare la situación y quedamos por tanto sin saber si finalmente la monja regresó o no al convento. Sin duda no lo hizo puesto que, en tal caso, habría noticia satisfactoria al respecto. A lo largo de la historia fueron muchos los monjes y monjas que abandonaron sus monasterios, pero jamás hubo noticia escrita de que se llevase a cabo la supuesta muerte del sujeto, ni que este hecho estuviera relacionado con una conducta posterior tan contraria a los cánones monacales. Juana no se fue por discrepancias de ningún tipo, sino que claramente se indica que su deseo fue explotar al máximo sus lujuriosos pensamientos sexuales, hasta el punto de ofrecer su cuerpo para satisfacción propia y de cuantos lo apetecieron.

RAFAEL FABREGAT

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