21 de enero de 2019

2709- LA PORNOGRACIA.

Para desgracia de quienes creen los predicamentos de la Iglesia Católica, hay que reconocer que en sus dos mil años de historia ha habido más sombras que luces. Solo hay que leer la vida de los Papas y, dejando a un lado los prejuicios, enterarse de la vida de estos personajes que no eran mejores ni peores de cuantos les rodeaban.
Hoy hemos querido hurgar en uno de los periodos más oscuros de la historia de aquellos que han ocupado la silla de San Pedro. De hecho fue llamado "saeculum obscurum" (edad oscura), un tiempo en que no fueron los Papas, sino diferentes mujeres, las que hacían y deshacían sin que el uso de mitra y báculo les fueran necesarios. 

Marozia de Spoleto.
No es una novedad, ni tampoco la primera vez que este asunto es tratado en este Blog, pero en la redundancia siempre entra alguna interesante puntualización normalmente bienvenida. 
Durante siglo y medio (del 880 al 1046) la traición, el asesinato y la compra-venta de cargos fueron en el Vaticano el padrenuestro de cada día. El nombre de "pornogracia" vino determinado porque distintas mujeres, adjetivadas como auténticas cortesanas (rameras) manejaron desde las sombras la designación de pontífices, de la misma forma que los apartaron cuando no seguían sus imposiciones. No obstante no se trata de que ejercieran o hubieran ejercido el oficio de prostitutas en cualquier lupanar, sino que buscaban y conseguían hacerse con el poder gracias a su "buen hacer" en la cama y sin que ningún obstáculo fuera para ellas insalvable. Tras el papado de León V, que finalizaba en el año 903, el Papa Sergio III ocupó la silla de Pedro gracias al asesinato organizado por su amante Marozia y el apoyo de su familia, los nobles Spoleto. Marozia era hija de Teodora la Mayor y del cónsul y senador romano Teofilacto I, aunque algunas fuentes otorgan la paternidad al Papa Juan X ya que, en aquellos tiempos y en los demás, los hombres de la Iglesia fornicaban como conejos, como cualquier hijo de vecino.

Teodora y Teofilacto I.
Después, como es lógico y natural, se pagaban los razonables tributos. La amante del Papa influyó para que los miembros de su familia recibieran los cargos y prebendas correspondientes porque, eso sí, los miembros de la Iglesia siempre han sido muy agradecidos con todos aquellos que les prestan su apoyo. Como no podía ser de otra forma, Sergio III murió de forma natural el año 911, tras siete años de autoritarismos no siempre aceptados por todos los eclesiásticos. A partir de aquel momento Teodora y su hija Marozia se encargaron de que los siguientes Papas fueran algo más dóciles y de escasa influencia. Fue nombrado Anastasio III que les duró 3 años (911-913), después sería nombrado un tal Landón que, durante su corto pontificado de seis meses, no cambió su nombre bautismal. Le siguió Juan X, también anterior amante de Teodora. Juan en persona dirigió las tropas que expulsaron a los sarracenos de Italia el año 915. Gracias a esta victoria consiguió distanciarse de la familia Spoleto pero, como dice el refrán: "contra mayores no vayas" así que poco después, ya fallecida su madre, Marozia se casó con el marqués de Tuscia y juntos atacaron el Palacio de Letrán encarcelando al Papa y asfixiándolo poco después con una almohada.

Papa JUAN XI.
Marozia se había convertido en la dueña de Roma. Entregó la tiara a León VI, cuyas actuaciones no gustaron a la primera dama y a los seis meses desapareció en extrañas circunstancias. Le sustituyó Esteban VII un Papa que, como todos, había de ser de paja pero el hombre se resistió, desafió a Marozia y le fueron cortadas las orejas y la nariz, no pudiendo volver a presentarse en público. Murió el año 931 por causas sin aclarar. Con estos efímeros Papas, nuestra dama había hecho tiempo para que su hijo y futuro Juan XI alcanzara una edad adecuada para sentarse en la silla de Pedro. Hijo del Papa Sergio III y de Marozia fue nombrado Papa con 20 años, mientras su madre dominaba media Italia desde su castillo de Sant'Angelo del Vaticano. Viuda de nuevo el año 932 decidió unirse a Hugo de Provenza que gobernaba buena parte del norte de Italia.

Alberico II
La ceremonia nupcial tuvo lugar en el Castillo de Sant'Angelo presidida por el hijo y nuevo pontífice pero durante el banquete otro de los hijos de Marozia insultó a su padastro. Alberico II, que así se llamaba, amotinó a Roma contra ellos y aunque Hugo consiguió escapar descolgándose con una cuerda por una de las ventanas, Marozia cayó prisionera de su propio hijo y también el propio Juan XI su hermano. No se supo nada más de la madre. Sí de Juan XI que, después de un tiempo preso, fue privado de todo poder político limitándose en adelante a actuar solamente en el terreno eclesiástico hasta su muerte el año 935. Marozia estuvo en prisión hasta la muerte de su hijo Alberico II en 954. Trasladada a un convento murió al año siguiente. Al igual que hizo su madre, en sus treinta años de mandato Alberico II tuvo tiempo de elegir a su antojo los Papas que habían de ocupar la silla de Pedro. 

JUAN XII. (955-964)
Tras la muerte de su hermano Juan XI eligió a León VII (936-939), a Esteban VIII (939-942), a Marino II (942-946), a Agapito II (946-955) y a Juan XII (955-964)
Alberico había muerto el año 954 pero demostró su poderío imponiendo al pueblo romano y al propio Papa Agapito II que al fallecimiento de éste, le seguiría su propio hijo Octaviano que reinaría como Papa de la Iglesia Católica con el nombre de Juan XII. Nefasto pontificado el suyo puesto que apoyó la conquista de Italia por parte del alemán Otón I en detrimento de Berengario II reinante en ese momento. 
El año 962 Juan XII coronó a Otón I como emperador, naciendo con este acto el Sacro Imperio Romano Germánico. Tras su marcha a Alemania, Otón fue traicionado por Juan XII y el emperador regresó de nuevo provocando la huida del Papa que fue acusado y depuesto.



BENEDICTO IX. Vendiendo y recuperando su cargo fue Papa tres veces.
Se nombra entonces a León VIII pero, a todo esto, el fugado Juan XII se había llevado todos los tesoros de la Iglesia y con su importe había reunido un gran ejército para recuperar su poder pero de poco le sirvió puesto que murió de un martillazo en la cabeza, asestado por un marido que le había sorprendido en la cama con su mujer. Otras versiones cuentan que murió de infarto en pleno acto sexual. Sea como fuere Juan XII murió el año 964 acusado de tener todo un harén a su disposición, haciendo del palacio sagrado una casa de meretrices. Finalizado este capítulo oscuro de la Iglesia Católica, la pornogracia todavía estuvo vigente en la Iglesia Católica hasta la llegada de Gregorio VI en el 1046, que pagó 1500 libras de oro a Benedicto IX a cambio del cargo y previa expulsión de Silvestre III, consiguiendo que lo coronaran Papa hasta tres veces.

RAFAEL FABREGAT

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