30 de agosto de 2018

2649- CONOCIENDO ITALIA. (3)

Duomo di Siena. 
Cuando despertamos el barco ya estaba atracado en el puerto de Livorno. Esto de los cruceros resulta chocante, puesto que es por la noche cuando navegan y a primera hora de la mañana los viajeros ya están en el destino elegido, por tanto sin apenas enterarse. A partir de este puerto italiano son varios los destinos que pueden elegirse. 

Interior de la catedral (Duomo) de Siena.
Dos de ellos, sin duda los más importantes, son Pisa y Florencia aunque yo añadiría también a Siena, por su ilustre catedral y por los dos papas (Alejandro III y Alejandro VII) que dio a la Iglesia Católica. Eso sin contar a Santa Catalina de Siena, hija número 23 del matrimonio entre Jacobo y Lapa Benincasa. Coetánea de nuestro ilustre papa Benedicto XIII (Papa Luna), por el que he sentido siempre especial interés, Catalina defendió el papado de Aviñon y la paz entre Florencia y el papa Gregorio XI. También preparó la adhesión de Pisa al papa Urbano VI. Murió en 1380 a la edad de 33 años. En 1461 fue declarada Santa por el Papa Pío II. Junto a Santa Teresa de Jesús fue proclamada en 1970 Doctora de la Iglesia Católica por el Papa Pablo VI. En las proximidades del mar Tirreno o el de Liguria hay otros destinos interesantes como la Bolonia universitaria o la Milán comercial, pero todo no puede verse de una tacada.

Nuestra primera visita fue Pisa, con su maravillosa Plaza de los Milagros en la que se encuentran el Baptisterio, la Catedral, la famosa Torre inclinada y el Camposanto. Cuatro monumentos que te dejan con la boca abierta, todos ellos en mármol blanco y negro al más puro estilo de las ciudades de la Toscana.

El conjunto es sencillamente espectacular. Difícil, muy difícil, que todo el conjunto pueda caber en una sola foto y no hay palabras para describir tanta belleza. 
La guía nos llevó después a la plaza central de Pisa explicando lo notable de algunas construcciones pero, después de ver el conjunto monumental de la Plaza de los Milagros (extramuros), ya todo carecía de interés. La zona es peatonal y toda esa belleza se puede admirar en paz y total tranquilidad. Los trabajos de construcción de la Catedral se iniciaron en 1064, siendo consagrada en 1118 por el papa Gelasio II. El Baptisterio se inició en 1152 y se completó un siglo después. La Torre se construyó como "simple" campanario, empezándose en 1174 y fue finalizada en la segunda mitad del siglo XIV. El grandioso rectángulo que acoge los monumentos está sembrado de césped, para mejor destacar la belleza de las construcciones.

Seguimos camino a Florencia. Mismo estilo de Iglesias que, curiosamente, no me sorprendió. Más bien al contrario siempre imaginé aquella plaza de dimensiones superiores a la realidad. El hecho de haber hecho el recorrido turístico a la inversa, de lo que suele ser habitual, hizo que Florencia ya no me impresionara. Interesante, como no, la Piazza della Signoría, el Ponte Vecchio y la Piazza del Duomo con su Catedral a Santa María del Fiori, campanile de Giotto y Battistero di Sant Giovanni pero, habiendo visto antes la Plaza de los Milagros de Pisa, Florencia ya no me impresionó. Lo mismo, más o menos, que en Pisa pero más amontonado. Para mi fue como si lloviera sobre mojado. Quizás demasiado tarde, demasiado cansados, demasiado calor, demasiada gente...

En cuanto a que el "Ponte Vecchio" (que no es tan "vecchio") sea el lugar más famoso y fotografiado de Florencia, no lo puedo entender. De su origen romano no queda absolutamente nada, pues era de madera y fue destruido por los bárbaros en el siglo VI. Cruza el río Arno y es de piedra desde 1345 siendo su mérito mayor que, después de varias veces arrastrado por las riadas, sobre él se construyeron casas actualmente convertidas en joyerías de alto standing pues está exento de impuestos.  En 1593 el Gran Duque Fernando I decretó la expulsión de los carniceros que también tenían negocios sobre el puente, porque él lo cruzaba cada día y no le gustaban los olores con los que se encontraba. Aún a día de hoy, no puede establecerse ningún tipo de negocio que no esté relacionado con la joyería. El aspecto más llamativo del puente es que los negocios ampliaron sus locales mediante voladizos. En la II Guerra Mundial Hitler ordenó que este puente no fuera destruido, aunque se volaron las casas de ambos lados del puente para que no se pudiera utilizar.

RAFAEL FABREGAT

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