28 de agosto de 2018

2647- NAVEGANDO ITALIA. (1)

Películas, documentales... Me encantan, pero nada que ver con la realidad. Lo de viajar es como ver un partido de fútbol en la TV o estar presente en el estadio. Sin duda alguna la TV nos presenta primeros planos fantásticos y hasta nos repite determinada jugada que aclara si una falta está correctamente pitada o no, cosa que en directo y estando en el propio campo escapa muchas veces a nuestra percepción. Pues bien, con los viajes pasa lo mismo. Nada como estar in situ y muy especialmente con un buen guía que nos explique con detalle lo que, según la Historia, allí aconteció.

Tras día y medio de navegación, la primera escala del viaje fue la ciudad de Nápoles, de la que todos hemos leído sobre la mafia de la zona, de su decadencia y hasta de su escasa limpieza. También de que fue la precursora de la famosa pasta italiana y muy especialmente de la pizza napolitana que, curiosamente tiene como base la sencillez y excelencia de la pizza Margherita. La receta no puede ser más simple: una buena masa, tomate, mozzarella, albahaca fresca, aceite y sal.
Está claro que, ante tanta sencillez, no es difícil encontrar una buena pizza Margarita en cualquier parte del mundo pero sí es difícil superar a la que encontramos en cualquier establecimiento napolitano. Los ingredientes son fáciles, pero no es tan sencillo encontrar el punto óptimo de la masa, la madurez justa de un tomate casero o el queso artesano de búfala. Hasta las recetas más sencillas tienen sus diferencias y por eso hay que pedir paella en Valencia, cocido o callos en Madrid, fabada en Asturias, etc.

Todo eso fue visto y degustado, claro está, pero nuestro objetivo principal no era la ciudad de Nápoles, su pasta o sus pizzas, sino las históricas ciudades romanas de Pompeya y Herculano que, junto a otros enclaves más pequeños de la región de Campania fueron abrasadas y sepultadas por el Vesubio en el año 79 de nuestra Era. La explosión del volcán las cubrió de fuego y cenizas en apenas un instante, no dejando títere con cabeza. Una capa de cenizas de varios metros de espesor hicieron desaparecer estas ciudades y durante siglos dejó de hablarse de ellas. La violenta erupción del 24 de Agosto de aquel fatídico año hizo que la mayoría de los habitantes que permanecían en la ciudad fueran sepultados por el ardiente flujo piroclástico sin que apenas les diera tiempo a buscar refugio. De hecho, algunos cadáveres quedaron en la misma posición que estaban al perecer abrasados.

Curioso el lupanar que se muestra al visitante de las ruinas de Pompeya. Una pequeña casa en cuyos bajos hay media docena de habitaciones minúsculas (2x3 aprox), dotadas de cama y almohada de obra, sobre las que se colocaba una estera para mayor "comodidad" de la clientela. 
Fuera en el pasillo, escenas sobre diferentes formas de practicar sexo permitían al cliente elegir el servicio y precio a satisfacer. 
Nunca mejor aplicado el apelativo de "antro" para este lugar que daba servicio a tan antigua necesidad física. 
En el piso superior, a precios algo más elevados, la élite disponía de estancias mejores, mujeres más jóvenes y otras "comodidades". 
Ni unos ni otros se salvaron.
A quienes estaban en plena "faena" no les dio tiempo de escapar, puesto que los débiles techos de las casas cayeron en cuestión de segundos por el fuego y peso de las ardientes cenizas volcanicas. Claro que peor sería para quienes estaban trabajando...
Justamente por haber sido sepultada en pocos instantes, las oportunas excavaciones nos muestran a Pompeya como una ciudad fantasma pero perfectamente conservada. Calles perfectamente empedradas y casas sin techo pero con sus paredes bien delimitadas, casi intactas. Allí quedaron las magníficas columnas de sus palacios, teatro, anfiteatro, foro, templos, pozos y demás servicios de una gran ciudad romana. 

La ciudad de Pompeya se estima fundada en el siglo VIII a.C. como simple colonia griega. Un siglo después los Etruscos rivalizaron con ellos por el control de la zona. A finales del siglo V a.C. los Samnitas conquistaron la región. El año 89 a.C. la ciudad fue asediada por el cónsul romano Lucio Cornelio Sila, empezando a florecer gracias al paso de mercancías por la cercana Vía Apia. La fecha de la erupción que arrasó Pompeya la establece Plinio el Joven en uno de sus relatos. Sin embargo la fecha del 24 de Agosto se estima equivocada en su transcripción ya que, según la versión de sus cartas, debió ocurrir el 23 de Noviembre. En el momento de la erupción se estima que vivían en Pompeya de 10 a 15 mil personas, aunque solamente se han encontrado unos 2000 cadáveres, lo que nos hace pensar que muchos habitantes habrían escapado ante los terremotos precedentes a la explosión del Vesubio. Sea como fuere, con el paso de los siglos las ciudades afectadas quedaron en el olvido. Fueron descubiertas en 1550 gracias a unos trabajos de cambio de curso para el río Sarno, pero hubo que esperar 150 años para iniciar las excavaciones. Herculano fue descubierta en 1738 y Pompeya en 1748. Un lugar interesante para los amantes de la Historia.
Por la noche, cansados pero felices, espectáculo de ABBA en el Teatro del barco.

RAFAEL FABREGAT

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