29 de agosto de 2017

2479- PRUDENCIA O COBARDÍA.

Plaza de España.
Los españoles estamos hasta las narices de lo que pasa en Cataluña. Ya no se trata solo del Presidente del Gobierno, que al fin y al cabo está gobernando en minoría, atado por tanto de pies y manos. También el propio rey, jefe supremo del país y de las fuerzas armadas, está aguantando carros y carretas, esperando no se sabe qué... Silbidos e improperios de toda índole, lanzados no solo por un pueblo desquiciado, sino por un atajo de sinvergüenzas que aprovechan el estado de derecho para su propio beneficio e interés. Son anarquistas, dictadores que aprovechan su cargo para imponer su voluntad a la de una mayoría silenciosa que solo quiere trabajar y vivir en paz. Ante tanta prudencia por parte del rey y del gobierno, los gamberros se han crecido de tal manera que se han tomado el mundo por montera, aún siendo antitaurinos. Y, como siempre pasa, "Dios los cría y ellos se juntan"...

Plaza de Cataluña.
El problema crece y cada día que pasa la solución deberá ser más dura y contundente. Tres siglos atrás, ya cansado de tanta tontería, Felipe V le dio a la Generalidad de Cataluña una dura lección de la que están olvidando sus consecuencias. Ahora son otros tiempos, pero no es del todo imposible que Felipe VI se las recuerde de nuevo. España es el resultado de la unión de una serie de reinos pero, da la casualidad, que justamente Cataluña nunca lo fue. Aprovechan el desgobierno, una crisis galopante y la falta de "catalanes de pro", de los que apenas quedan un 30% de la población, para adueñarse de la riqueza que tantos siglos de esfuerzo y sacrificio costó a los catalanes reunir. Desde luego es el mejor momento para hacerse con el botín, no les vamos a negar su buen ojo, pero esperamos que alguien tenga algo que decir al respecto.

Estos son los que salen en la foto, pero los que mandan son otros.
La gente de a pie, la que solo quiere ganarse el sustento con el fruto de su trabajo, siempre ha pensado que la falta de actuaciones contra estos descarados separatistas era simple cuestión de prudencia. Hoy ya no estamos tan seguros de ello y empezamos a pensar que hay una buena parte de cobardía. El asunto, además de hartazgo, ya produce náuseas. La independencia que estos vividores reclaman desde varios siglos atrás, siempre la piden los mismos sujetos: sinvergüenzas, haraganes, trepas, gentuza que viven como reyezuelos a costa de momentos de autoridad débil y que, en este punto de la Historia, los españoles se traduce en la Democracia que los españoles nos dimos cuatro décadas atrás. Claro que esta misma gentuza es la que apoyaba el eslogan "Democracia es Libertad", una libertad de la que solo se benefician los libertinos. Son las verrugas de la vieja España, un mal de difícil erradicación.

RAFAEL FABREGAT

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