27 de julio de 2016

2158- EL SEXO EN LA VIEJA ASIA.

No hay nada nuevo bajo el sol. A pesar del tan cacareado machismo, ya en el 1600 a.C. los mitos y leyendas atribuían a las mujeres poderes mágicos y se las tenía por conocedoras de todos los secretos del sexo. En todas las cuestiones sexuales, la mujer era vista como la maestra iniciadora y el hombre el discípulo ignorante. Creo que los lectores masculinos del bloc estarán de acuerdo. Demasiado sabemos que, en cuestiones de sexo, la mujer es la que manda y la que dirige el cuando y el cómo, de cada encuentro sexual. 

A los hombres, pocas veces "nos duele la cabeza..." Todo y siempre nos va bien. Así nos lo cuentan escritos de la Dinastía Shang (1600 a.C.) y así se lo contaron a ellos sus antepasados. El hombre es el símbolo de la fuerza, el líder, el cabeza de familia, pero en el sexo... ¡Bah, simples monaguillos!.
En Asía y en cualquier parte del mundo, en cuestión de sexo, las mujeres nos ganan por goleada. 
Aunque muy dispersos, en el sudeste asiático quedan todavía unas 700.000 personas del antiguo pueblo Yao, que hablan dialectos Sino-tibetanos y que ocupan regiones de China, Vietnam, Laos y Tailandia. A pesar de su antigüedad, o quizás debido a ella, las mujeres Ya-Pa-Yao gozan de gran libertad sexual. A última hora de la tarde, cuando acaban su trabajo, las mujeres deambulan por zonas adecuadas en las que encontrar pareja con quien pasar la noche.


Posteriormente los confuncionistas intentaron cambiar esa tendencia ensalzando al hombre como símbolo de luz y poder, en detrimento de la mujer retratada como objeto pasivo que simbolizaba la oscuridad. De todas formas el Taoísmo devolvió todo a sus orígenes, ensalzando las cualidades de lo negativo sobre lo positivo, al poder del agua sobre la piedra. Para el Taoísmo la mujer es pieza fundamental, generadora y creadora de vida. De sus órganos sexuales se habla de valles profundos y puertas misteriosas, para referirse al útero o a la vulva, entendiendo a la mujer como Tierra-Espacio-Generador de vida. Para el hombre su única obligación ancestral era engendrar hijos varones que perpetuaran la saga familiar. 

Una piedra angular que todavía perdura en la China actual. El rey, como tal, necesitaba por tanto el mayor número posible de mujeres para nutrir el seguimiento de esa tradición en la jerarquía reinante. Todavía hoy, en China no está mal visto tener varias novias a la vez. Más bien al contrario, se mira mal a quien tan solo tiene una. Ya el colmo del esperpento es que te cases con esa primera y única novia y le seas fiel durante toda tu vida, sin conocer a otra. Eso está peor visto que no haberlo hecho con ninguna. 
- Pero... ¿Cómo es posible? -te dirán tus amigos- pero si están a montones y todas quieren lo mismo. Claro que al decir 'lo mismo' no se refieren a acostarse contigo, sino a encontrar un hombre que las retire del trabajo y de tantas penurias, pues en China ser mujer no es lo mejor que te puede pasar...


Las antiguas civilizaciones asiáticas tenían y tienen claro que el sexo está ligado a la salud mental y por extensión a la corporal. Habrán notado que no hablamos de amor, sino de sexo puro y duro. ¡Cuanto mejor si además va acompañado de amor!. Tanto Taoístas como Confuncionistas eliminaron la palabra amor. No de los poemas, pero sí de las doctrinas de la vida sana y mental. Desde su óptica médica las relaciones sexuales no solo son sanas y satisfactorias, sino incluso imprescindibles para alcanzar una buena salud. No hay sexo sin salud, pero tampoco hay salud sin sexo. Ellos lo llaman 'el movimiento del Qi'. Cuando el deseo sexual está presente y no tiene salida a través de la actividad sexual y del orgasmo, el Qi se acumula y degenera en problemas de salud mental que posteriormente se convierten en físicos. No lo olviden, buscar sexo es buscar salud.

RAFAEL FABREGAT

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